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Era una fría mañana como de costumbre, el suspiro pesado de URSS se escuchó por toda la oficina, papeles amontonados están en su escritorio, su cuello duele, madrugó demasiado temprano para terminar antes de la tarde y poder descansar, pero viendo la pila alta, seguramente no lo lograría. Ya casi no recordaba la última vez que pudo descansar de su arduo trabajo, demasiadas responsabilidades para tan poco tiempo.

Era un hombre que se sentía cansado constantemente, desde que su esposa murió hace un par de años atrás, se hizo cargo de sus tantos hijos y pese a que no se preocupaba mucho de ellos, los quería de algún modo. URSS no era mal padre, o al menos es lo que él creía, les daba todo lo que necesitaban pero nunca estaba presente.

Una pequeña voz acompañada de un suave golpeteo se escuchó del otro lado de la puerta de su oficina, distrayendolo de sus pensamientos y deberes. Sus ojos cansados se movieron en dirección al ruido, un tanto molesto por la interrupción de su trabajo.

—¿Papá?

Reconoce inmediatamente de quién proviene, uno de sus hijos, Kazajistán.

Con una voz fría y autoritaria le hizo pasar mientras sigue escribiendo, ni siquiera se atreve a darle una mirada. El pequeño entra temeroso, su padre nunca fue cariñoso con él ni mucho menos amable, en ese momento lo que más le preocupaba era hacerlo enfadar.

—¿Qué necesitas? Espero que sea algo importante —dijo.

—Hay alguien afuera que lo está buscando...

URSS suelta un suspiro más, sobándose el puente de su nariz entre tanto, dejando de lado su papeleo para por fin dirigirle una mirada a su hijo, acción que el pequeño hubiese deseado que no hiciera.

—¿Y ya lo hicieron entrar? Sabes que es descortés dejar a alguien esperar en la puerta.

—Aún... No..

—Ve ahora. Dile a las mucamas que lo hagan pasar y que espere en el salón. Iré pronto.

Kazajistán asiente con su cabeza, volteandose con sus piernas temblorosas para avisar el mandado de su padre. Apenas cierra la puerta comienza a correr en dirección al salón. Suspirando aliviado.

Por otro lado, la persona que esta afuera sigue golpeando la puerta como si de su propia casa se tratase. Muriéndose de frío, tiritando, los músculos de su cuerpo estan demasiado tensos por la brisa helada que lo empuja. Esta decidido a irse si no le abren al quinto golpe. Se da la vuelta y pronto puede sentir un cosquilleo en su espalda, el amigable y cálido interior de la casa le da la bienvenida.

Le abrieron.

Una mucama amablemente le hizo pasar disculpándose del atraso, ofreciendo una taza de té en su espera por el dueño de la casa.

Muy pronto URSS hizo presencia en el salón, sorprendiendo a Reich que había empezado a beber sorbos de su té.

—Mi buen amigo, mi estimado, URSS, tanto tiempo sin verte.

Reich deja a un lado la taza mientras se levanta y acomoda su traje, una sonrisa se forma en sus labios mientras lo observa detenidamente, examinando su rostro.

—Te veo muy cansado. ¿Los años te están pasando encima?

Suelta una risa luego de la frase en un tono burlesco.

—¿Qué quieres?, ¿A qué viniste?, Es raro verte aquí, a menos que-

—Wow, espera, tranquilo, simplemente vine a... Hacer un tratado...

Voltea el rostro pensando en algo más que decir, ¿Tratado? No había ningún tratado, realmente no tenía una excusa para ir a ver a URSS, salvo sus verdaderas intenciones.

Cautivo [URSS x Reich] Reescribiendo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora