Capítulo I: ¡La primera y nunca más!

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Kiseop corrió rápidamente hacia los baños públicos del centro comercial más conocido en Corea. Se estaba aguantando desde el momento que salió de casa y no había dicho ninguna palabra a su madre. Sin embargo, siguió como si nada y la señora de casi alta edad no parecía desistir de seguir comprando.


Ya era mucha la necesidad que tenía y pidió permiso a su madre para ir al baño, mientras miraba ropa para renovar su clóset. Hacía lo mismo cada fin de mes.


Como el centro era muy visitado, era obvio que encontraría los baños de varones atestado de gente. Intentó buscar en cada puerta a ver si estaba alguno desocupado, pero no había ninguno disponible. No le quedó más opción que esperar que alguien desocupara un urinario. A penas vio salir a uno, se dirigió de inmediato para bajarse el cierre y relajarse ante la sensación de alivio que esto causaba.


Se prometió nunca más salir de casa sin antes mear.


Se permitió disfrutar, cerrando los ojos, sin darse cuenta que alguien lo estaba mirando; tanto que después de un par de minutos, se dio cuenta que se había tomado mucho tiempo y sintió una presencia. Abrió sus ojos lentamente y giró su cabeza hasta encontrarse con un chico a su lado izquierdo, mirando su pene insistentemente.


Qué mierda, fue lo que pensó y de inmediato se guardó su cosa para irse y olvidar lo raro que fue eso. Lo que no se esperó es que el chico con cara de gato lo detuviera tomándole de la muñeca, mientras "simulaba" mear.


—Espera.


—¿Qué?


—Me tienes que ayudar.


—¿Acaso no sabes mear solo? —se burló Kiseop.


—No, no es eso. Sólo... —y el chico dirigió la mirada hacia su entrepierna y Kiseop, de curioso, también lo hizo.


Grande fue su sorpresa al encontrarse con eso todo grande ante sus ojos y en la mano zurda del chico.


—¡Qué mierda! —expresó nuevamente espantado y en voz alta que todos los que aún se encontraban en el lugar lo miraron extrañados.


—¡Shh! —le regañó el chico —. Quiero que nadie sepa.


—Eso deberías de haberle dicho a otra persona. Y lo lamento mucho pero yo no te puedo ayudar.


—Pues deberías.


—¡Pero si yo no hice nada! —el chico tapó su boca con la mano diestra. Quizá la que uso para sacarse el pene y eso le dio tremendo asco a Kiseop —. ¡Puaj! —tosió y de repente sentía el asco desde el estómago y sentir la necesidad de vomitar.


—Dios... —el chico blanqueó los ojos —. ¿Me vas a ayudar o no? —susurró.


—No es mi culpa.


—Claro que lo es —alzó una ceja.

First Experience [2Seop/U-KISS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora