-¿Entonces?-McCarthy solo me miraba, no tenía otra opción, no había forma de poder decir "no" y salir bien de aquí
-¿Qué otra opción me dejas?-pregunté, estaba furiosa, el bastardo solo sonrió con superioridad
-Elise, tú mejor que nadie sabe que no tienes opción y que no hay otra, juegas con mis reglas o no lo haces, pero claro, recuerda que me debes hasta tu alma-dijo y mi instinto por querer golpearlo se avivó, sentí mis ojos aguarse, no quería llorar, no frente a él.
-Bien-acepté
-Perfecto-sonrió, tomó el teléfono e hizo una llamada-Quiero que muevan las cosas de Elise para el escritorio que esta afuera de mi oficina, ella será mi nueva secretaría-hubo un silencio-no estoy pidiendo la autorización de nadie, tú, ella y todo lo que pisa este edificio me pertenece, hagan lo que pedí-soltó el teléfono y me miró-comprarás ropa, quiero verte con faldas, vestidos, de ser mejor, me encantaría verte sin nada, pero eso es un privilegio qué sólo yo podré tener-quise darle una bofetada, no llevaba ni media hora aquí y ya me había humillado de mil formas
-No haré eso, no puedes obligarme-una sonrisa tenebrosa brotó de él, se levantó de su silla y se acercó lentamente hacia mí, mi instinto fue retroceder, no lo quería cerca mío, choque con la pared, él lo aprovecho y me acorralo contra su cuerpo
-Escucha bien, mientras tengas deudas conmigo, yo puedo hacer contigo lo que desee, si te digo que vendrás con falda o vestido vienes con falda o vestido, si te digo que te quiero aquí así se acabe el horario laboral, te quedas, si quiero tocarte aquí-puso una mano en mi cintura-te toco, si quiero poner mi mano en este sitio-puso su mano en mi trasero-la pongo, si te digo que te quites la ropa, lo haces, soy tu dueño, me perteneces y yo te diré cuando y como vas a pagarme, ambos sabemos que no ganas lo suficiente para pagarme pronto y yo soy alguien que no da nada a cambio, así que, cosa que te diga que hagas, la harás, me perteneces Elise, puedo hacer contigo lo que quiera-me besó, quise quitarlo, alejarlo, sin embargo uso su fuerza para mantenerme en mi sitio, las lágrimas descendieron sin más, lo odiaba, me odiaba, quería matarlo, comenzó a recorrer mi cuerpo con una de sus manos, quise quitarlo pero su fuerza era mayor a la mía, sentí su mano en los botones de mi blusa.
Tocaron la puerta, se alejo de mí, arreglo su ropa ya que con mi forcejeo se desordeno.
-Cállate-me dedico una mirada llena de advertencia, limpié mis lágrimas y le di la espalda-Adelante
-Señor, las cosas de Elise ya están en su escritorio, solo es cuestión de que ella las acomode a su gusto-habló Jason
-Bien, Elise comienza acomodando tus cosas, tenemos muchas cosas que hacer juntos-no lo dijo dos veces, rápidamente salí de su ofina y me ubique detrás del escritorio, sentía que por fin podía respirar, las manos me temblaban, no sabía si era de miedo o coraje, pero ahí estaba, la puerta de su oficina se cerró y de ahí salió Jason
-Vaya, ahora eres la secretaria del jefe, algo bueno debes de tener para que te eligiera-dijo y después comenzó a reír-qué despistado soy, debiste abrirle las piernas para obtener el puesto, que inteligente Elise-dijo y salió de ahí riéndose
Las lágrimas volvieron a salir, odiaba estar aquí, los odiaba a ellos, no quería seguir aquí, pero tenía una deuda que pagar y sabía que no me dejaría tranquila nunca.
-Elise, el dueño de Overne't vendrá en unos minutos, asegúrate de que todo esté bien en la sala de juntas, no quiero errores-hablo McCarthy y yo solo asentí, salí rápidamente hacia el baño, tenía que arreglar el desastre que era, no demore mucho, tenía que correr rápidamente a la sala de juntas y ver que todo estuviera listo, no por McCarthy, él podía irse al diablo, lo hacía por el dueño de Overne't, aquel sujeto era la personificación de Lucifer si se molestaba y si algo no salía bien, tampoco era alguien con quien pudieras jugar, si él se daba cuenta de que jugabas contra suya era tu fin, se convirtió en uno de los magnates más importantes de Estados Unidos, su vida es un misterio y solo algún loco querría investigarla, personalmente no sería el tipo de hombre con quien pudiera meterme, nunca lo he visto ya qué desde que trabajo aquí, siempre estuve dentro del almacén, solía encargarme de el y ver que todo estuviera en orden al momento de entregar las cosas, sin embargo, desde que le pedí a los McCarthy ayuda para poder salvar a mi hermana, su hijo se encargo de joder mi vida, su padre falleció hace dos semanas, desde entonces no deja de acosarme, antes podía estar a salvo gracias a su padre pero ahora que él tenía el poder de todo y tras haberse convertido en el único heredero tengo que obedecerlo, no puedo perder este empleo, necesito pagar las deudas que el funeral de mi hermana me dejo, al igual que terminar de pagar lo restante al hospital donde la atendían, la amaba y no puedo creer que ella se haya ido.
Entre rápidamente a la sala de juntas, en la mesa solo se podía visualizar las carpetas, nada más, rápidamente tome hojas en blanco, lápices, plumas y las acomodé, después puse algunas botellas de agua y para finalizar en la pequeña mesa añadí unas galletas y encendí la cafetera, me asegure qué todo estuviera listo, no quería lidiar más tiempo con McCarthy del que no fuera necesario.
-Adelante, es hora de que hablemos de negocios-McCarthy habló, varios hombres tomaron asiento en sus respectivos lugares, así que sabía perfectamente que yo debía retirarme, afortunadamente estas eran de las pocas juntas donde mi presencia no seria necesaria, así que solamente hice una seña en saludo y me dirigí a la salida
-¿A dónde vas?-habló una voz, voltee despacio, uno de los hombres me miraba, no conocía a ninguno, así que no sabía si debía responder
-Mi buen amigo, la presencia de Elise no es necesaria, tiene más pendientes que hacer y realmente quiero que los atienda-hablo McCarthy viéndome fijamente, aquel hombre volteo a verlo y deje de sentirme intimidada
-¿No debería quedarse y estar pendiente por si algo sucede? ¿No es esa la función de su empleo? Y no somos amigos-habló una vez más y yo deseaba que ya no lo hiciera, quería estar lejos de McCarthy por lo menos 30 mil metros si podía ser necesario
-Créeme, ella solo es un rostro bonito que tengo a mi lado para no estar tan estresado-maldito bastardo, quiero golpearlo hasta cansarme-así que Elise, retirate-dijo a lo que yo salí rápidamente de ahí
ESTÁS LEYENDO
Nergal y los 7 Pecados Capitales
RandomLas Vegas, la ciudad del pecado, aquella donde tus deseos más salvajes, la lujuria y la avaricia salen sin miedos, aquella que te transforma y te hace adicto a ella, a sus luces, a sus juegos, a sus pecados, a él. Bien decían que al finalizar la no...