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ATENEA

Una tarde cualquiera te encontrabas huyendo de unos coches policía agarrando con fuerza los documentos que usarías para incriminar al principal rival de tu padre, el gran dueño de la mafia más importante de los Estados Unidos. Montaste en el coche que te esperaba fuera, donde también se encontraba tu padre.

—Bien hecho hija—te dijo mientras le entregabas los documentos—también necesito que me hagas otro favor.
—Cualquier cosa—le dijiste.
—Vas a tener que enamorar a Marco y sacarle información de la mafia.

Marco era el hijo del rival de tu padre, un chico al que no conocías pero sabías de sobra que era muy prepotente.

Y tú tenías que obedecer a tu padre, pasase lo que pasase, así que aceptaste.

Al llegar a vuestra mansión te duchaste y te pusiste cómoda y empezaste a investigar sobre Marco, lo necesario como para encajar con él y enamorarlo. Descubriste muchas cosas sobre él, lo que las chicas que estaban locas por él comentaban en las redes sociales. Cosas como que lo que mas valoraba en una mujer era la elegancia, que era mortalmente alérgico al chocolate o que esta noche organizaba una fiesta en su lujosa cabaña en el bosque. A la que obviamente ibas a asistir, invitada o no.

Quedaban horas para la fiesta y bastante nerviosa empezaste a elegir que te pondrías, optaste por un vestido rojo con un escote en forma de triángulo, un bolso de mano también rojo y unos tacones. Te dejaste el pelo suelto con un semi recogido para apartarlo de la cara y que no molestaste mucho. Y después de la espera cogiste tu coche y condujiste hasta llegar a la cabaña que estaba llena de gente joven divirtiéndose, cosa que te alegró ya que así nadie se daría cuenta de que no estabas invitada.

En cuanto pusiste un pie en aquella cabaña viste a ese tal Marco sentado en el sofá de su sala de estar, estaba bebiendo algo mientras hablaba con unos amigos. Te sorprendió que fuera tan atractivo, piel morena con ojos azules, pelo rizado marrón y algo despeinado, alto, con una preciosa sonrisa, aunque todo esto no te iba a distraer de la misión que tu padre te encargó.

Tenías que llamar su atención pero sin parecer muy descarada y andando por aquella cabaña descubriste que había un casino, algo que te encantaba ya que tu padre te había enseñado desde pequeña a ganar en todos los juegos de azar. Echaste algunas partidas, ganaste todas. Enseguida se empezó a correr la voz de lo buena que eras, llegó el rumor a Marco.

—Con que eres tan buena en esto, ¿no?—te susurró mientras tomabas una copa de champagne—te reto a una partida conmigo al póquer.
—Acepto sin ninguna duda—le dijiste mirándole a los ojos.
—Si yo gano, me quedaré con tu coche, en cambio, si ganas tú te invito a una noche conmigo hoy, en la cabaña.
—¿Qué te hace pensar que quiero pasar una noche contigo?
—Se te nota en los ojos—dijo sonriéndote.

Y aunque te estaba pareciendo asqueroso su egocentrismo, aceptaste porque una noche con él podría ayudar a sacarle mucha información.

Todos los de la fiesta estaban atentos a lo que iba pasando en tu partida en el póquer, y cuando él sacó escalera de corazones, te miró a los ojos y te guiñó uno, aunque tu miraste a tus cartas, escalera de diamantes. Cuando sacaste tus cartas toda la fiesta te miró, impactados, probablemente nadie nunca había ganado a Marco en una partida al póquer.

Él no dijo nada, simplemente se fue otra vez a aquel sofá, pero toda la fiesta se quedó hablando contigo, haciendo preguntas de cómo podía ser que jugaras tan bien o qué quien eras.

No pasó mucho tiempo y la gente se estaba empezando a ir, Marco seguía frustrado en aquel sofá y cuando ya no quedaba nadie te sentaste a su lado. No aportó nada sobre la partida pero si que te ofreció ir al jacuzzi que estaba en el exterior de la cabaña y aunque no tenías bañador optaste por bañarte en ropa interior.

—Nunca creí que alguien me pudiera ganar al póquer—te dijo mientras tú entrabas en el jacuzzi.
—Siempre hay una primera vez—le dijiste, acercándote a él, cada vez más y más.

Cuando estabais lo suficientemente cerca como para sentir vuestras respiraciones pusiste tu mano en su mejilla, quitándole las gotas de agua que le quedaban, él te miró a los ojos y después te besó, un beso bastante apasionado que te hizo replantearte qué hacías y porqué lo hacías. Puso sus manos en tu cintura y te colocó encima de él, le empezaste a besar el cuello mientras él tocaba tu cuerpo.

Pasasteis una noche apasionada en aquella cabaña y a la mañana siguiente, despertaste en su cama, Marco no estaba.

Te pusiste a pensar en lo que pasó anoche, en lo bien que estuvo y en que el hecho de que te hubiera gustado no podía influir en la investigación. Te levantaste para buscarle, a ver si podíais tener algún tipo de conversación y así sacarle el tema de su familia.

Y así es, miraba el amanecer con su café en la mano, le pusiste una mano en el hombro, sin quitar la vista del amanecer.

—Te necesito—te dijo sin ningún tipo de contexto, le miraste a los ojos y después, siguió diciendo...

MAFIOSOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora