Eight.

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Llegó al trabajo como siempre, saludando a sus compañeras con una sonrisa y se dirigió a su consultorio, como las citas comenzaban más tarde, decidió dormitar un poco, o ese era su plan hasta que su puerta fue abierta de un portazo, dejando ver a un golpeado luzu quien... ¿Tenía el collar en sus manos roto? ¿Qué?

—¡Luzu! ¿Qué te sucedió?

Preguntó alarmado, se levantó inmediatamente de su lugar y fue hacia donde el, llevándolo a sentar.

—Traté de mantener la calma, incluso la mierda esa del olor no fue suficiente, lo siento.

Mencionó cabizbajo, pues pensó que seguramente era un aparato que usaba para más personas a parte de él.

—Luzu, no seas pendejo, eso es material, tu bienestar es más importante.

Le reprendió, por suerte en su cajón había un botiquín de primeros auxilios, así que lo primero que hizo fue sacar alcohol y vertirlo sobre algodón, pasándolo por las heridas de su rostro, lo cual Luzu comenzó a quejarse.

—Nah, nah, no seas chillón, ahora te aguantas, nadie te manda a jugarle al vergas.

Luzu se rió, las vulgaridades que Quackity solía decir le causaban mucha gracia.

—Ahora puedes decirme, ¿Qué pasó?

El castaño ladeó el rostro apenado, avergonzado de tener que contarle sus cosas, nuevamente.

—La gente del pueblo no tiene una buena percepción de mí desde... Ese día. Un campesino no dejaba de joderme, el collar se activó para tratar de calmarme y estaba funcionando hasta que... Mencionó su nombre y... Todo se fue a la mierda.

Seguía sin mirarlo, pues el coraje comenzaba a impregnarse nuevamente en su ser de solo recordar el momento y Quackity lo notó, pues los puños ajenos comenzaban a hacer presión entre sí.

—Luzu...

—Así que lo dejé tendido sobre el suelo, heridas por todo el cuerpo y de no ser porque mis amigos llegaron, lo hubiera dejado muerto.

—Lusu...

—Es que no lo entiendes, Quackity. Me juzgan sin siquiera saber de mi, todo el mundo me ve así y estoy seguro que mis amigos también me verían así de no ser...

Calló al instante, pues un abrazo cálido de parte del chico lo agarró desprevenido.

Abrazo.

Hace tiempo que no recibía un abrazo de sus amigos, tal vez porque, siempre que se acercaban a hacerlo el los ahuyentaba o les ponía mala cara.

Pero, esta vez, era completamente diferente.

—¿Te sientes mejor, Lusu?

El nombrado no sabía que decir, parecía una piedra por completo, pero, a pesar de no corresponderle, no quería que se alejara, pues aquella ira que comenzaba a incrementar desapareció en cuestión de segundos.

—Si, me siento..
Me siento bien.

Quackity sonrió, pues era la primera vez en escuchar que estaba bien, jamás creyó que un abrazo pudiera funcionar.

—Me alegra oír eso. ¿Sabes? No te conozco del todo o lo que hayas pasado, pero yo sé que, en el fondo tú eres una buena persona.

Luzu bufó, mirándole de mala gana ahora.

—Lo dices porque eres mi “psicólogo”.

Agregó comillas en forma de burla, pues aún seguía pensando que era muy joven para ejercer esa profesión.

—Nada de eso, Lusu, eres una persona; un ser humano que siente dolor como cualquier otro. Puede que sea un psicólogo, pero empatizo contigo porque también soy un humano y siento dolor.

Y el de gorro sonrió, haciendo que Luzu nuevamente se sienta extrañado, pues... Le agradaba.

—Y tranquilo, no te voy a forzar a que me cuentes tu vida de putazo, pero solo no faltes a las citas conmigo que no me pagan cuando no vienes, cabrón.

Y el castaño soltó una risita, una que aunque sea cortita, a Quackity le causó una tremenda felicidad.

—Si, no te quieras colgar de mi dinero, Quacks.

—Oh, no, para nada.


        •°•°•

Eh q creen, había perdido la inspiración para seguir escribiendo pero de la nada mis notificaciones empezaron a pillar, así que me sentí mal y aquí andamos, nuevamente, para nada sentí la presión social, claro que no.

Por otro lado, agradezco que se hayan interesado en mis historias, trataré de seguir actualizando seguido. Se les quiere.

—Alu. :]


Anger IssuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora