Parte 2

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Ser un príncipe y el próximo heredero al trono no era para nada un trabajo fácil. Había cientos de protocolos que debía seguir al pie de la letra. 

Lo único divertido de todo eran cuando llegaba el momento de usar su espada.

Era el único momento en que podía demostrar sus habilidades como guerrero. Era bueno, demasiado. Pero eso era lo que menos les importaba a sus padres. 

Ellos solo querían que se centrara en seguir con el legado de la familia. Es por eso que siempre lo obligaban a ir a las fiestas que organizaban cada año. No le desagradaba, podía ver a sus amigos después de todo. Pero conocía las verdaderas intenciones de los reyes. 

Buscarle pareja. 

Quería casarse, sí, pero con alguien a quien amara no por algo arreglado. 

[...]

La fiesta comenzó y como de costumbre recibió a los invitados con una cálida sonrisa, estaba emocionado por conocer gente nueva.

Fue entonces cuando se encontró con un par de ojos azules que lo observaban a lo lejos. Jamás lo había visto antes. Cabello castaño con un mechón blanco. Lindo.

Pudo notar el escudo del reino de Las Favelas en su traje, tenía estrictamente prohibido relacionarse con esas personas, pero amaba correr riesgos.

Aprovechó el momento en que sus padres se distrajeron hablando con unos conocidos y siguió a aquel individuo, a quien minutos antes había visto caminar hacia el baño.

[...]

-Así que príncipe Cellbit.- sonrió de forma coqueta. Nunca antes alguien le había llamado tanto la atención como aquel chico y no iba a desaprovechar la oportunidad.

El príncipe Roier era bien conocido por siempre conseguir lo que tanto deseaba. Mal de familia.

-¿Es la primera vez que vienes a esta fiesta?-

Podía notar al chico algo nervioso, sabía por qué y eso le encantaba.

-S-Si, normalmente suelo quedarme cuidando nuestro castillo, pero por primera vez me obligaron a venir... Aunque, ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes.

La mirada del mayor cambió de un momento a otra completamente llena de deseo, ahora era él quien se estaba poniendo nervioso. Esto iba a ser interesante.

-Bueno, como es tu primera vez aquí déjame darte un tour personal por el castillo, ¿le parece bien, su alteza?

Se tomó el atrevimiento de dar un paso al frente, Cellbit hizo lo mismo, sus cuerpos estaban separados por unos cuantos centímetros.

-Me haría el hombre más afortunado si lo hiciera.- supo que ya no habría vuelta atrás cuando el mayor tomó su mano y la besó.

Durante toda la fiesta se la pasaron de habitación en habitación tratando que ni los sirvientes ni los guardias reales los encontraran.

Era emocionante. Esa sensación de adrenalina que sentían cuando veían a alguien cerca era indescriptible. Y sabían que todo se había ido a la mierda cuando la intensidad del momento los hizo acortar la distancia entre sus rostros.

No les importaba nada, sus mentes estaban fuera de sí, solo querían disfrutar el uno del otro como si no hubiera un mañana.

Quien diría que jugar a las escondidas sería así de excitante.

Y parecía que la suerte estaba de su lado cuando sus familias tuvieron que hacer una tregua temporal para resolver un posible enfrentamiento entre dos reinos lejanos. Se visitaban a menudo, incluso pasaban la noche en el castillo contrario.

Mentirían si decían que no conocían el castillo del otro como la palma de su mano. Cada rincón, cada habitación, sus lugares favoritos en donde sabían que nadie los encontraría.

Nadie.

Excepto...

-¿Roier?- no tenían ni idea en qué momento pasó, se suponía que nadie los encontraría.

Pero ahí estaban, escondidos en un rincón secreto que solo Cellbit conocía en esa biblioteca. Es por eso que no sé explicaban como todo se había ido al carajo en ese momento.

-Leo... puedo explicarlo.- con él sentando sobre las piernas del mayor era obvio que tenía mucho que explicar.

La chica se cruzó de brazos y frunció las cejas, esperando respuesta.

-Habla.

Hide n' Seek | GUAPODUODonde viven las historias. Descúbrelo ahora