PRIMERA PARTE

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-Comprendo...-dijo la mujer, estoica, mientras mezclaba el té con finos movimientos circulares.

Durante largo rato, se quedó revolviendo la infusión la cual no tocaba los bordes de la taza. Mientras tanto la muchacha pudo observar la habitación donde se encontraban, un candelabro de bronce se alzaba sobre ellas, los muebles de ébano negro, las cortinas de terciopelo rojo. La gran ventana que mostraba Shimogakure. Acomodo el lápiz de su libreta y espero.

-¿Estás dispuesta a escuchar toda mi historia?-pregunto la mujer, retirando la vista de la taza que tenía entre sus manos.

-Por supuesto, por esa razón viajé hasta aquí. Me gustaría saber el otro lado de la historia. No me satisface una historia si no está completa, ¿no cree?

-Si eso es lo quieres no puedo negarme-respondió la mujer.

-Perfecto-dijo la muchacha. Rápidamente tomo el lápiz y abrió la libreta-.En serio quisiera saber por qué usted es considerada la llama que inicio la guerra de los 700 amaneceres. Y también...

-No podemos iniciar así-interrumpió la mujer, mientras dejaba la taza en la mesa de centro-.Te contaré todo de mí pero con orden, desde el inicio de mi vida hasta la actualidad. Tus preguntas se resolverán a lo largo de la plática.

La muchacha asintió, observo el gran reloj de pared tallado a mano. Anoto en su libreta el día y la hora exacta. La mujer se acomodó en el sillón de terciopelo recargando su antebrazo en el brazo de este.

»Viví durante mucho tiempo en el País del Viento, específicamente en Sunagakure. Mis padres eran originarios de Konohagakure, por varios problemas económicos tuvieron que huir a Suna, donde mi madre paso los nueve meses de embarazo...

-Nunca imagine que fuera originaria de Sunagakure-comento la chica, mientras miraba a la mujer a los ojos.

-¿Por qué?-pregunto la mujer sin desviar la mirada.

La muchacha respondió sin titubear.

-Por su color de pelo y porque este no está erizado-respondió la chica con una sonrisa-.Este me recuerda a una flor exótica, que necesita de un ambiente húmedo para florecer.

-Ya veo...-susurro la mujer-.Me sorprende, hace mucho tiempo que nadie se interesaba por mi pelo... ¿Puedo continuar?

-Por supuesto-dijo la muchacha.

-Nací en una pequeña habitación en la cual vivían mis padres. Nuestra vida era modesta y austera. Aunque me resultara agradable, sabía que carecíamos de cosas. Recuerdo el terror que me provocaban las tormentas de arena por el simple hecho de que la única ventana de la habitación no soportaba las fuertes ráfagas de viento lo que provocaba que mucha arena se metiera a la casa.-La mujer sonrió-.Oía a mi madre quejarse del calor y de la escasez del agua, cuando eso sucedía mi padre siempre besaba su frente y le prometía que todo cambiaria. Durante mis primeros años mi madre me cuidaba, en ese tiempo mi padre no podía solventar por completo los gastos, así que tenía que trabajar quince horas diarias.

-¡Quince horas!-exclamo la chica-.Como es posible que estuviera permitido trabajar tanto tiempo.

-En esos años no era fácil encontrar trabajo. Y más si no eras originario de Suna, era mal visto que personas extranjeras vivieran en una aldea que no era la suya. El único trabajo que consiguió mi padre fue de obrero en las construcciones-dijo la mujer, lentamente tomo la taza de té y se la llevo a los labios.

-Entiendo...-susurro, contemplando a la mujer frente a ella.

-Te hablaba de los gastos.-Dijo la mujer colocando la taza en su lugar-.Cuando cumplí los seis años mi madre empezó a trabajar. Así ayudaba a mi padre con el dinero, ellos trabajaban todo el día, mientras yo limpiaba. No era la mejor, pero hacia lo que podía. Recuerdo que nuestra casa estaba lejos del centro de la ciudad, por ende vivía en silencio, las calles no eran muy transitadas y no había puestos que estuvieran haciendo ruido; había días donde no escuchaba mi voz, ya que no había necesidad de utilizarla. Me acostumbré a la rutina insonora de mi vida.-La mujer suspiró-.Para una niña de casi siete años fue difícil vivir así.

»No me gustaba mirar por la ventana, el exterior me resultaba atrayente pero no lo suficiente como para dejar la habitación. Por lo tanto prefería ignorar todo lo relacionado fuera de las cuatro arenosas paredes que me resguardaban. No sabía mucho de la vida cotidiana, ni siquiera había recorrido todo Sunagakure, mi padre no tenía días libres y cuando los tenía se la pasaba durmiendo; mi madre no trabaja los lunes, pero ese día los utilizaba para enseñarme algunas cosas y descansar. Era una rutina algo tediosa, pero me provocaba un extraño sentido de seguridad. Desde esos momentos siempre tuve la necesidad de tener todo bajo control-dijo la mujer, mientras observaba a la chica anotar todo en su libreta-.Nada es perfecto, el exterior no despertaba mi curiosidad-.Pero ¿sabes que sí?

-¿Qué?-pregunto rápidamente la chica

-Los sonidos-dijo la mujer-.Tan acostumbrada estaba al silencio que el más diminuto de los ruidos llamaba mi atención. Y esa curiosidad fue lo que cambio mi vida. Algunos piensan que fue para mal, otros tantos piensan que fue para bien. Yo solo estoy segura de que a ese llanto le debo lo que soy ahora.

»Lo recuerdo claramente, sucedió un veintinueve de febrero, el día pasaba sin pena ni gloria, limpiaba los retratos de mi madre; era gracioso porque apenas los alcanzaba a rozar con el pañuelo húmedo. Hasta que escuche un llanto; pero un lloriqueo que jamás había escuchado. No se igualaba al de mi madre cuando llegaban los recibos.-Dijo la mujer tocándose el pecho-.Era desolador... jamás en mi vida volví a escuchar un lamento así. Mis piernas se movieron por si solas las cuales se dirigieron a la ventana. Ahí observé a un pequeño niño pelirrojo de cabello erizado, estaba recargado en la pared de enfrente. Era algo nuevo para mí, ¿sabes?, era un sonido nuevo, una curiosidad que provocaba que mi corazón se acelerara de emoción. En ese momento recordé a mi padre, como él acariciaba y abrazaba a mi madre cuando lloraba. Sentí la necesidad de hacer lo mismo, pero había una gran diferencia... Yo no conocía a ese chico. Mi cabeza me decía que lo dejara pasar, que me tapara los oídos y no lo escuchara, mientras mi corazón decía que fuera y lo abrazara. No hice ninguno de los dos, preferí hacer algo más a mi estilo.

»-¿Necesitas ayuda?-le grité al niño.

»Mire su cara sorprendida desde la ventana abierta de mi hogar. Ahí me percaté de unos ojos turquesas y un tatuaje en kanji, que se mantendrían en mi corazón y en mi memoria por varios años.


Shimogakure no Sato; "Aldea Oculta en el Frío".

Sunagakure no Sato; "Aldea Oculta de la Arena"

Konohagakure no Sato; "Aldea Oculta Entre las Hojas"

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2023 ⏰

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Las Joyas de la Corona - Sakura HarunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora