Capítulo 12: casa

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Lucas iba sentado en el asiento trasero del auto sumamente silencioso, se limitaba a observar los árboles correr a un lado de la carretera gracias a la velocidad y escuchar como Louis y Harry charlaban de cosas sin sentido.

Aún era pequeño, en tres meses cumpliría 10 años, pero sentía haber vivido más que muchos. Para nada es fácil el tener que adaptarse a una vida de soledad. Nunca perdió la esperanza de tener alguien que velara por su bienestar, pero ahora que los tenía no sabía como reaccionar. Su interior era una mezcla de sensaciones, las cuales nunca le habían enseñado a identificar, por lo que su lobito estaba vuelto loco y él no lograba controlarlo. Los aromas de los alfas adultos le hacia querer acurrucarse con ellos y gimotear, sin embargo, tenía tanto miedo de ceder a sus sentimientos y que luego se dieran cuenta de que no valía para eso. 

El flujo de sus pensamiento se detuvo de golpe junto con el coche. Observó una bonita casa de dos pisos blanca y con muchas florecitas en al entrada, decidiendo casi al instante que le gustaba tanto como las que solía ver de vez en cuando en la televisión del orfanato. 

—Está será tu nueva casa, lobito —Harry se giró en su asiento para poder verlo mejor mientras le sonreía con un par de curiosos hoyitos— ¿te gustaría verla por dentro?

Había algo en la voz de ese alfa que hacía que una llamita calentita se prendiera dentro de su pecho, una sensación nueva pero sumamente agradable. Le agradaba el tono suave con el que Harry se dirigía a él. No era como los tontos cuidadores alfas que siempre le gritaban y prácticamente ladraban ordenes. Harry era dulce y bonito. 

—Sí... —apenas susurró.

—Bien, vayamos entonces.

Louis bajó primero del vehículo, lo rodeó y ayudo a sus dos alfitas a salir. Luego sustrajo la mochila del maletero y los siguió a ambos hasta la puerta de entrada.

—Cada vez que entres debes dejar tus zapatos aquí —instruyó el rizado mostrándole un mueble que descansaba en una de las esquinas del recibidor— con Louis te compramos unas pantuflas para que no andes descalzo, pero podemos ir al centro comercial para que escojas las que más te gusten.

Lucas asintió antes de seguir el ejemplo de los adultos y dejar sus agujereadas zapatillas a un lado y reemplazarlas por un par de pantuflas blancas.

Continuaron recorriendo todo. Le mostraron desde la cocina, la sala, el patio, el cual Lucas amó por completo, los diferentes baños y el segundo piso.

—Está de aquí es nuestra habitación —Harry abrió la puerta dejando que Lucas entrara y viera todo lo que quisiera, no tocó nada pero si sonrió de lado cuando el aroma de los alfas combinado le llegó de lleno— Y justo la que está en frente es la tuya, vamos a verla.

Lucas tomó la mano que Louis le tendía y se dirigieron hacía allí. Estaba ansioso pero a la vez tenía pánico de tocar cualquier cosa de esa bonita casa, romper algo y que los adultos se enojaran y lo devolvieran al orfanato.

Claro que Louis y Harry no tenían ni la más mínima idea de llevar adelante un acto de ese estilo pero experiencias anteriores le hacían creer al pequeño alfa que algo así podría volver a repetirse. 

—Esta es toda tuya —Louis abrió la puerta revelando la verdad— en realidad toda la casa ahora es tuya pero aquí es donde vas a tener completa privacidad, ninguno de nosotros entrará a menos que sea con tu permiso o para ayudarte en algo. Puedes confiar en que con Harry respetaremos y comprenderemos cuando necesites momentos a solas y no interferiremos, aunque nos encantaría que cuando algo malo sucede puedas venir y contarnos, así encontraremos una solución en familia. 

Tramitando con esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora