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𝒫ℴ𝓋'𝓈 ℛ𝓊𝒷𝒾.

Mis manos ya dolían como la mierda, tenía varias gotas de sangre corriendo por mis nudillos. Pero no me importó en lo más mínimo, solo seguí golpeando la bolsa sin parar una y otra vez. El sonido de mi teléfono hizo que frenara repentinamente.

Acomodé mi cabello, poniendo dos mechones de pelo detrás de las orejas. Busqué mi teléfono; solo era una puta alarma. Suspiré con malhumor, para luego dirigir mi vista a mis manos; rojas y sangrientas.

— joder...— me quejé cuando traté de abrir por completo las manos, cerrando las de golpe al sentir el dolor punzante en mis nudillos.

Me miré en el gran espejo que yacía sobre una de las paredes de la pequeña habitación. Me veía sudada y cansada, pero por alguna razón, no me sentía así.

Caminé hasta el pequeño baño, una vez dentro busqué el botiquín de primeros auxilios. Cuando lo encontré, lo abrí y de allí saqué algodón y agua oxigenada.

Aguantando el dolor, comencé a sacar lentamente las vendas de mis manos cubiertas de sangre, lastimándome. Abrí y cerré mi mano a duras penas, para luego tomar el algodón y empacarlo con agua oxigenada, pasándolo por mis nudillos.

Un ardor infernal hizo que soltara un suave ruido. Respiré profundo y repetí la acción un par de veces hasta limpiar la herida por completo. Una vez lista, salí del baño, recogí algunas de mis cosas y corrí hacia mi habitación.

Me mantuve allí durante un largo rato mientras jugaba con mi teléfono, hasta que la mierda esa dejó de funcionar; "Lo sentimos, revisa tu conexión a internet para poder acceder".

— vaya mierda. — reproché, no sabía que había ocurrido. Me levanté, cansada, y me dirigí a la cocina.

Traté de prender la luz, pero está no encendía. Probé con las demás de la casa, pero ninguna andaba. Se había cortado la jodida luz. Para mí súper suerte, todavía entraba el sol por mi ventana y podía ver algo.

Corrí otra vez a mi habitación, queriendo hacer algo más productivo que mirar fijo al techo. Me senté en mi cama, buscando algo para hacer. Mi vista se dirigió a mi ventana, observando como del otro lado, a unos centímetros, se encontraba otra ventana.

Supuse que sería la de algún vecino, así que quise investigar. MUEJEJEJE.

Abrí mejor mis cortinas, dejando entrar la luz del sol por completo. Me senté sobre el pequeño "sofá" que tenía la ventana. Traté de abrirla, sin lograrlo porque todavía no sabía cómo. Cuando me rendí, porque casi rompo todo, pude ver cómo un chico estaba en la habitación de la casa de al lado.

Rápidamente, me escondí tratando de que esté no me viera, golpeando mi pierna con mi mesita de luz en el camino. Asomé mi rostro por la ventana, observándolo; no podía ver su rostro, solo su cuerpo.

El chico dejó caer una mochila sobre su cama, para luego detenerse unos segundos. Y nuevamente, comenzó a moverse, buscando algo. Comenzó a quitarse la blusa, dejándome ver su abdomen marcado y sus brazos forzudos.

Se quitó la enorme blusa blanca para luego ponerse otra de un color marrón oscuro, con letras blancas por detrás. El muchacho se dió la vuelta, dejándome ver ahora sí, su rostro.

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⏰ Última actualización: Jun 06 ⏰

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𝗢𝗰𝗲𝗮𝗻 𝙀𝙮𝙚𝙨 ; ᵗᵒᵐ ᵏᵃᵘˡⁱᵗᶻ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora