"Nuevo año, nuevo futuro."

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Todo empezó una fría noche de invierno, justo una hora después de empezar un nuevo año. Nunca olvidaré ese 1 de enero, porque esa noche cambio mi vida por completo.
Mis amigas celebraban, como siempre, el comienzo de cada año en el pabellón del pequeño pueblo. Todos los del pueblo nos conocemos de vista, pero nunca había oído hablar de él en mi vida hasta esa noche.
Yo, aún recuerdo estar sentada en la terraza del pequeño local donde mi familia celebraba feliz entre música la llegada del nuevo año y yo como siempre, apartada de aquel escándalo y sola escuchaba música junto al lado de mi prima que daba una calada feliz a uno de los tantos cigarros que había fumado y que fumaría en esa noche mientras felicitaba a su pareja, contenta por pasar su primera noche vieja al lado de alguien que amaba.
La envidiaba, su amor era correspondido a toda costa y desde que esa persona llegó a su vida dio un giro inesperado en su vida y la cambió, a mejor.
Detestaba esa felicidad y a la vez me sentía egoísta por detestar ese sentimiento que recorría su rostro, pero yo, nunca había creído en el amor y nunca había vivido una historia con alguien.
Para mi era y sigue siendo ,después de todo, imposible dejar ver a alguien mis peores miedos y mis facetas más ocultas. Nunca he querido hacerlo porque sabia que si la relación acababa sabría todo de mi y podía saber como destrozarme. Y sí, por si no os habéis dado cuenta aún, soy una persona muy reservada y nunca muestro mis sentimientos de cariño a casi nadie.
Pero entonces, mientras pensaba en lo egoísta que podía llegar a ser mi móvil vibró y yo tranquilamente cogí pensando que sería otro de los muchos mensajes de "Feliz año nuevo!", pero me equivoqué de pleno y ahí me encontré ese nombre que pronto cambiaría mi vida.

CAPITULO 1

Me sorprendió ver ese mensaje en la pequeña burbuja que surgía de golpe en la pantalla del móvil indicando que él me había hablado.
Curiosa observé su foto de perfil y al ver su rostro me hizo volver a noviembre.
"El frío me cala de pleno, odio invierno, sobretodo cuando tengo que levantarme temprano para ir al instituto y tener que dejar la caliente cama y vestirme mientras el congelado suelo haga que la piel se me ponga de gallina. Cada vez me cansa más la rutina de ir por las tardes a la biblioteca para estudiar con mis amigas, son nada más las siete y media pero parece que sean las once de la noche con el cielo tan obscuro. Busco mi tarjeta de bus mientras este se acerca a la parada y finalmente entro rápidamente en busca de un poco de calor. Y una vez me acomodo y espero a llegar a mi destino observó por la ventana un grupo de chicos abrigados hasta el cuello con sus mochilas de entreno, pero entonces su mirada se cruza con la mía, observo su rostro, misterioso y solitario mientras los demás siguen riendo por algún comentario sin importancia, y todo se torna a él. Finalmente baja la mirada y se peina su tupe alborotado y negro como el carbón y vuelve la vista al suelo."
Suponía que era otro de mis "amores a primera vista", esos que ves por la calle y luego no aparecen más en tu vida.
Pero aún recuerdo estar en la biblioteca rodeada de susurros de mis compañeras mientras yo seguía pensando en él, ¿porque? Preguntaba sin parar, me ponía nerviosa no poder sacarme de la cabeza su mirada, su acción de intentar peinarse el tupe exponiendo su mano, guardada en en bolsillo de su pantalón, al frío invernal.
Durante dos semanas estuve observando cada tarde su rostro y para mí se convirtió en una pequeño juego de sentimientos y ganas de verle, cada vez que subía al autobús solo esperaba verle, como siempre, el último de su grupo de compañeros mirando al suelo y metido en su mundo. Y así mi aburrida rutina se convirtió en la mejor rutina de mi vida.

Verano a destiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora