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Trafalgar Law estaba verdaderamente frustrado aquel día y cualquiera que trabajase con él se daba cuenta. Tampoco sorprendía a nadie con esa nueva actitud. Se comportaba así desde que ingresaron a _____ en el hospital y cayó en coma, pero ese día parecía más estresado que nunca.

Le había recomendado a Kid tomar una decisión cuanto antes. No podía seguir alargando la agonía de esa decisión, por muy difícil que fuese. No sabía si realmente estaba enfadado porque Kid y la familia de _____ no habían sido capaces de tomar la decisión o porque él no había conseguido nada para la mejoría de la novia de su amigo.

El pelirrojo le había dicho por WhatsApp que aparecería allí con una decisión tomada y que se la comunicaría antes del final de la tarde. Pero nadie lo había visto aparecer por el hospital.

Enfadado, se dirigió a la habitación de la novia de Eustass. De vez en cuando él también acudía, como si él esperase encontrársela despierta por arte de magia, sabiendo que había pocas posibilidades de que esa escena fuese real.

— Sé que lo lógico es que te deje ir de una puta vez. El gilipollas de Law dice que las probabilidades de que despiertes son un 10%. Y ni siquiera puede asegurarme que tú no sufras en este estado. He leído que no se sabe aún si escucháis algo o no. Me he leído cien artículos científicos sobre eso, como si yo entendiese algo de medicina. —lo oyó reírse con dolor de su propia idiotez.

Decidió no interrumpir a su amigo, pero no tuvo fuerzas para marcharse de ahí. Ver a Kid de espaldas, con la cabeza prácticamente apoyada en la camilla donde reposaba el inerte cuerpo de su novia, le había recordado lo dura que era esa situación y que él no tenía derecho alguno a estar enfadado con su amigo, teniendo en cuenta que era el que peor tenía que estar pasándolo.

— Tus padres me han dejado total libertad de decisión. Ellos no se ven capaces de decidir. — suspiró alzando un poco su cabeza y tomó con cariño la mano de la joven— En otros momentos diría que son unos cobardes, pero es que yo tampoco soy capaz de decidir. ¿Cómo voy a decidir yo si el amor de mi vida va a una puta urna? Porque tú querías que te incinerásemos, ¿no? — rio ante su estúpida pregunta sin respuesta— Es que la vida es una puta mierda, mi amor. Sé que siempre te regañaba yo cuando tú me decías eso cuando nos conocimos, porque odiaba ver que una tía tan increíble como tú tenía tan pocas ganas de vivir. Ahora entiendo tú sensación. Entiendo cómo te sentías cuando me decías que no le veías sentido a la vida, que no encontrabas a veces motivo para levantarte cada mañana. Siento mucho no haberte comprendido hasta hoy, que ya no puedes oírme decirlo. Siento mucho que la única manera para comprender tu dolor y tu depresión haya sido que un puto coche te atropelle. — la voz se le quebró al recordarlo.

Su novia había salido de casa una mañana con intención de ir a trabajar, pero se había dejado las llaves. Kid salió de casa lo más rápido que pudo para llevárselas, porque cuando ella volviese a casa a almorzar él ya estaría en el trabajo también. Y cuando salió de casa pudo ver perfectamente cómo un conductor se saltaba un semáforo en rojo a toda velocidad, llevándose por delante el cuerpo de ____, que también regresaba corriendo a su casa a por las llaves. Pudo ver cada movimiento que hizo el cuerpo de su novia. Pudo ver la sangre, su cuerpo irreconocible, su rostro ya inconsciente, los rostros de las personas que lo agarraron para que no pudiese moverla, porque había perdido los nervios y sólo quería tomarla entre sus brazos y él mismo llevarla al hospital. Por suerte, sus vecinos no lo dejaron y el cuerpo de _____ estuvo intacto hasta que apenas minutos después apareció la ambulancia acompañada de varios coches de policía.

— Últimamente he conseguido soñar con otras cosas que no sean el maldito accidente. A veces he soñado con el día en el que nos conocimos. ¿Te acuerdas? Estabas muy enfadada porque te había robado el sitio en la cafetería de la universidad y te pusiste a llorar cuando me burlé de ti. Ahí me di cuenta de que no estabas bien, pero también me di cuenta de que conseguías muy buenos lugares en la biblioteca de la universidad a pesar de ser época de exámenes. Creo que por eso empecé a ir a la misma hora que tú a la cafetería, para encontrar sitio en la biblioteca y estudiar. Aunque al final estudiaba más tus expresiones frustradas porque estudiabas para una profesión que no te apasionaba. Me acuerdo del día que me dijiste que soñabas con dejar de estudiar para médico, porque tu verdadera ilusión era escribir y me enseñaste los primeros poemas que escribiste de adolescente.

Hacer caso al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora