Dime Ayanga tu cómo mi beta y mano derecha no tienes algo que decirme - cuestionaba un azabache con el ceño fruncido y su tono de voz serio y frío.
Causando un escalofrío correr por toda su columna vertebral al joven que estaba frente a su líder.
No sé de qué me habla líder - respondió confundido el joven Ayanga, un beta que se ganó la confianza del alfa líder de la manada.
Terminando de decir sus palabras cuando entro sin siquiera tocar la oficina un Omega risueño, muy bien conocido por el líder.
Aunque a su mano derecha no le gustaba para nada ese Omega, sentía que era doble cara y tenía mucho que esconder.
Por más que trato de decírselo a su líder este hacía caso omiso, estaba segado por la amistad.
Realmente a veces se cuestionaba si era solo por la amistad oh había algo más que una simple amistad, pero el no podía cuestionar a su líder oh fácilmente seria cortada su cabeza.
Lider Xiao - hablo con dulzura haciendo una reverencia en respeto.
Como estás Lobito - le sonrió cariñosamente, ese era el apodo que el le había dado desde pequeño.
Algo preocupado - fingio demasiado en su mirada se podía notar que estaba a punto de llorar.
Aunque uno se afligió pensando era de dolor, pero el otro pudo observar más allá de esos ojos y esas eran lágrimas de alegría.
Que paso lobito, alguien te hizo algo - cuestiono rápidamente lo atrajo a sus brazos, envolviéndolo con su aroma a maderada.
No solo - hizo un silencio, causando más intriga en el líder y el otro solo rodo sus ojos en ironía.
Solo que, dímelo ya - se separó un poco de él y con mucha dulzura limpio las lágrimas que corrían por sus mejillas.
Me da pena - agachó su mirada.
Porque te da pena, quieres que Ayanga salga y decírmelo a solas - cuestionaba con preocupación el líder.
No, no quiero que el salga - levanto su mirada con valor - es solo que es mi primo - volvió otro sollozo y este aún más fuerte.
Causando que el aroma del líder estuviera en putrefacción, de la rabia que empezaba a crecer dentro de el, con solo escuchar como el omeguita que tenía en sus brazos lloraba por culpa de su primo.
Vaya marido el que se había conseguido, uno muy malo, aparte que lo había drogado años atrás no le basto eso y lo obligó a contraer matrimonio, luego de matar a sus padres en forma de advertencia hacia el.
No le quedó más que tomarlo como su marido, pero le hacia la vida imposible, su ira crecía con solo mencionar su nombre.
Su cachorro, su tierno cachorro que nada de culpa tenía en todos estos líos, también había muerto por las manos malditas de aquel que en un tiempo el considero un tierno y dulce chico cuando aún eran pequeños.
Pero hasta donde había llegado la maldad en su corazón, por la obsesión que tenía con él, que culpa tenían todos aquellos inocentes que murieron en sus manos, oh qué culpa tenía el para que su rabia y maldad fuera desahogada en sus padres y así mismo también en los líderes Wang, que eran sus padrinos.
Quien en su sano juicio mataría también a sus propios padres para cumplir con una obsesión hacia el.
Los nuevos líderes le habían dicho que le tuviera paciencia porque no estaba en sus cinco sentidos cabales y podía llegar a causarle daño a el quien era el líder de la manada más grande y poderosa de este mundo.
Razón por la cual él siendo líder y se mantenía ocupado, no quería que nada malo le pasará a su gente, por eso la mayor parte del tiempo mantenía amarrado y bajo llave a su esposo.
Por un tiempo se cuestiono si realmente valía la pena tenerlo encerrado, se estaba convirtiendo en una bestia que nadie podía domar, ni tampoco darle ni siquiera alimentos porque quería arrancarles la cabeza.
Pasados unos años, llegó a su manada una joven doctora pidiendo asilo en su manada, al principio tenía sospechas pero al ponerla a prueba ganó su confianza.
Estaba cansado de la vida que llevaba, ya no quería tener bajo su cargo a su esposo, así que confío en la joven doctora y le confeso su secreto de como mantenía a su esposo.
La llevo para que lo revisara si ella creía que el definitivamente había perdido la cabeza, quería que lo sedara y que este nunca despertará.
El lobo de su esposo estaba muriendo lentamente, el trato que le daba su esposo causó que su lazo se rompiera y aparte de eso el no saber nada de su cachorro lo tenía al borde de la muerte.
La llegada de esa joven doctora, como arte de magia causó, que el saliera del estado tan deplorable en el que se encontraba, ella le dio una razón más para vivir.
Su lobo estaba eternamente agradecida con ella, ella una linda Omega, que le recordaba al ser más maravilloso que pudo conocer en toda su vida, a su mami.
Todos se sorprendieron al ver aquel hermoso y bello joven que estaba al borde de la muerte.
Al borde de la locura, estuvo al punto de ser convertido en una bestia salvaje, sus uñas largas encorvadas como las de una águila, sus huesos eran contados hasta por encima de su ropa.
La desnutrición fatal y el estado en el que estaba, causo que aquella carismática Omega vomitara después de salir de aquella habitación.
Si es que a eso se le podía llamar habitación, maldito aquel hombre que se creía dueño de todo tratando de esa manera a un ser tan maravilloso eh inocente.
Su cabello sedoso se convirtió en una marañas para enjambres, sus ojos, esos tiernos y hermosos ojos de color miel, estaban perdidos en la nada.
Sus labios blancuzcos y agrietados, lo único que salía de esos afelpados labios eran, mis padres, mi cachorro en un suave e inaudible susurros.
Fue un largo camino el que recorrer el de aquella doctora, pero por nada del mundo iba permitir una injusticia más en su adorado y tierno castaño.
Día a día, mes tras mes y año tras año, hasta lograr que aquel joven volviera hacer lo que un día era un ser humano digno de respeto y admiración.
Todo aquel que lograba ver cuando el joven tan hermoso paseaba por la manada quedará anonadada por su belleza.
Pero no tenían permitido hablar con el, si alguien cruzará palabra alguna con el, sería como cavar su propia tumba.
Luego que el joven castaño volviera a sus sentidos, aquella doctora igualmente como arte de magia desapareció, por más que el líder y su manada la buscarán no volvieron a saber de ella.
Los susurros decían que aquel joven quizás había sacrificado aquella doctora, tener su belleza y volver a ser el de nuevo, le tenían miedo.
Esos rumores recorrieron todas las pequeñas manadas existentes, a él solo le causaban sonrisas esos rumores.
Quiso hacer un libro y colocarle las leyendas de mi otro yo, solo para luego poder reír y contárselas a sus hijos, nietos y biznietos.
Suspiraba al ver a los niños de la manada de su esposo jugar, como le hubiera encantado poder criar a su bebé y jugar con él , tener buenos recuerdos y luego contárselos a sus nietos.
Cuando el se acercaba a ellos oh los niños a él, las madres corrían a llevárselos para que no estuvieran muy cercano a él.
Porque según las malas lenguas, decían que devoraba hasta niños y no solo omegas bonitas y adultas como aquella doctora.
Aquel hermoso joven a los meses de que aquella doctora había desaparecido, volvió en el, el brillo de esos ojitos miel que perdió luego de aquel tráfico día donde perdió a sus padres, ese brillo podían dejar cegados a todo aquel que estuviera cerca de el.
Una vez por semana salía al borde de la frontera de la manada de su esposo y la manada Song, para el encuentro con alguien muy especial para su corazón.
Día tras día, se le podía notar más vivo, más alegre, sonría a toda hora aún en su fría soledad.
Su piel tenía un exquisito brillo y sedosidad que algunos se preguntaban que causaba la dulzura en el aroma del esposo de su líder, ellos sabían muy bien que el líder lo detestaba.
Prefería estar encerrado con los asuntos de la manada oh cerca de aquel Omega que era primo del que era su esposo.
Muchos integrantes de la manada no estaban de acuerdo con ese comportamiento de su líder.
Por más que este no estuviera por amor con su esposo, le debía fidelidad, a este porque ante los ancestros y la madre luna, ellos estaban unidos en matrimonio.
Habían tenido un hijo que había nacido en una noche de luna sangrienta, pero según aquellos ancianos y algunos integrantes de la manada decían que aquel joven había matado a su propio cachorro.
Quien sufriría nueves meses los síntomas de un embarazo, para luego en el momento de parirlo y tenerlo en sus brazos, matarlo con tus propias manos, eso es algo inaudito.
Para aquellos dos hombres que se encontraban a escondidas ya no era suficiente una vez por semana.
Las visitas eran más frecuentes, al punto que llegaron a encontrarse a la misma hora, todos los días, para ver juntos la puesta del sol.
Ver juntos y abrazados el atardecer mas hermosos y especiales que podían ver.
Aparte de admirar la belleza del cielo azul, que se teñía y mezclaba en tonos color naranja, rosado y amarillo del sol, lo que hacía especial ese momento para esas dos personitas eran sus presencias.
Tantos años de separación, tantos años de añoranza, tantos años de soledad para ambos.
El dolor fuerte de no tener a tu lado esa personita especial y maravillosa.
Estaban tan ensimismados en ellos mismos que no se percataron la sonrisa macabra y sádica de aquel que causó toda su desgracia.
En varias ocasiones la mano derecha del líder los había encontrado, aunque al principio estaban nerviosos.
Al ver que el beta no les dijo nada, ni sospechaba, solo saludo, se sintieron más confiados.
Sonreían en su inocencia ambos, disfrutando más tiempo, esto llegó al punto de descolocar al beta Ayanga.
No comprendía, el porque su líder estaba en momentos echando hasta humos por todos lados de la rabia y por las tardes era un amor con su esposo.
Escondido en la frontera de dos prestigiosas manadas, viendo un lindo atardecer con su pareja.
Que hizo el maldito de tu primo lobito - hablo entre dientes y abrazando más fuerte al Omega y a perfumándolo, causando que el lobo interior del joven en sus brazos diera brincos de emoción.
Que - se soltó lo más rápido posible de el admirado.
Porque actúas de esa manera - frunció su ceño molesto, le daba rabia porque la masita e inocente que era el lobito que sufría a manos de su primo.
Acaso el beta Ayanga no le a dicho lo que mi primo hace todas las tardes a sus espaldas líder Xiao - ese tono de voz descolocó a ambos mayores.
Había entre inocencia, intriga y malicia, la mirada hacia el líder, era de miedo, pero la mirada hacia el beta era de maldad pura.
No me a dicho nada, que es lo que debería decirme Ayanga, porque todos me esconden algo - rugió fuerte.
Causando que los dos frente a el, toda su manada y todo lobo existente, caerá de rodillas a causa de su poderoso gruñido.
Solo dos, dos personitas que estaban en la frontera abrazados no habían caído de rodillas.
El joven desconocido para muchos sostenía de la cintura al castaño y susurrando palabras para poder distraer a su lobo y que esa voz de mando del líder Xiao no causará ningún efecto en el.
No permitas que ese lobo te domine, eres más que eso - susurraba dulcemente en su oído - eres lo más bello y valiente guerrero que eh conocido en toda mi vida - lo abrazaba fuerte y lo a perfumaba con su aroma a pino, cedro y petricor.
Suave y delicioso, a madera recién cortada y ese exquisito olor a lluvia recién caída en tierra seca.
Se fuerte, voy a sacarte de aquí , pero tenemos que enfrentarnos a ese líder, tengo todas las pruebas necesarias para demostrar tu inocencia.
Todos estos años que estuviste lejos de mi, no pare en busca con mis tías, para encontrar las pruebas y encontrarte a ti mi cielo lindo - acariciaba amorosamente las mejillas sonrojadas de aquel hermoso chico con piel blanca y delicada como el jade.
Ambos sonrieron en complicidad y inocencia, demostrando todo el amor que se les fue negado durante estos años, sin saber que ese sería el último abrazo que se darían.
En aquella oficina, los dos integrantes parecían asfixiarse, por el aroma tan intensa de la bergamota, el geranio y el Vetiver.
Esa triple combinación demostraba al hombre serio, frío y dominante que era el líder, una casta muy poderosa.
No sé de qué habla el Omega Wang, mi líder no le escondo nada - decía con su tono de voz temblorosa el beta.
Habla ya Wang Darren - uso su voz de mando por primera vez en aquel Omega que el cuidaba con su vida.
Las lagrimas corrían por todo el rostro del Omega que temblaba de miedo, jamás en su vida había visto de esa manera a su amor platónico, a su Xiao Zhan.
Mi... mi - tartamudeaba de miedo el Omega.
Mi que, habla de una vez por todas - los ojos del azabache habían cambiado a un color rojizo intenso, se podía sentía la amenaza en el.
Mi, mi primo, mi primo se esta viendo con otro hombre a sus espaldas líder Xiao - hablo de corrido que no podían entender al principio.
Pero hubo uno que si alcanzo a oír claro y bien definidas esas palabras, causando que su lobo se llenara de rabia, de rencor, de dolor y de celos.
Maldita sea, celos, el jamás sentiría celos por un asesino.
Y aquí estaba luchando con sus instintos más primarios y salvajes de su lobo interior.
La bestia dentro de él, se había despertado, causando que todo lobo temblará de miedo aunque estuviera a kilómetros de distancia de ellos.
Solo una persona era capaz de apaciguar a su lobo, su destinado.
Muchas veces había reprimido a su lobo, haciendo caso omiso a lo que este le decía.
Ah los sentimientos que el lobo sentía por aquel que le causó la perdida de sus padres, anteriores líderes de su manada.
A temprana edad le tocó madurar y hacerse cargo de su manada y los negocios que estos tenían.
No pudo disfrutar su juventud y la libertad de salir a conocer y disfrutar el mundo con sus amorosos padres.
Ayanga - susurro caminando hacia el como un depredador - porque no me habías dicho que mi esposo me estaba traicionando.
Aquel beta quedo mudo al principio, como era posible que su líder no recordara esas tardes y las veces que se habían saludado.
Otro gruñido, saco de sus pensamientos al beta - habla que tú líder lo pide - lo tomo con fuerza de la mandíbula, mostrando el fuego en sus ojos.
Si lobo tenía sed, sed de venganza, quería sangre, llamaba ah querer matar a todo aquel que le escondiera las cosas de su esposo.
Si líder, cuando yo supe eso, corrí hacia aquel lugar a investigar, sino le dije nada fue, porque en esa y muchas ocasiones más, fue con usted que encontré a su esposo viendo el atardecer - respondió las más claro que pudo el beta, el dolor en su mandíbula no le permitía hablar correctamente.
Conmigo - volvió a gruñir y a la vez dio un paso hacia atrás, el en ningún momento había estado con su esposo, tampoco le había cedido el control de su cuerpo a su lobo.
Quien era esa persona que se estaba haciendo pasar por el, pensaba mentalmente y fruncía su ceño gruñendo.
Si tanto quieres saber quién soy, ven a la frontera entre tu manada y la manada Song - respondió una voz ronca y fría.
Unos ojos dorados como el sol, dilatados, se mostraban en aquella frontera sin que la persona en sus brazos los pudiera ver.
Ansiaba poder enfrentar al líder para ponerlo en su lugar por lastimar a su joya más preciada, su motor a seguir, el dueño de su todo.
Te voy a matar, maldito - gruño Xiao Zhan, saliendo de aquella oficina hacia aquel lugar.
Y tras el su beta Ayanga, como en automático, camino hacia aquel lugar iban los líderes Wang con su hijo Omega y los ancianos de ambas manadas y algunos integrantes, listos para combatir cuando su líder lo dijera.
Tienes que irte mi amor, no quiero que te enfrentes a él, tengo miedo - susurro el castaño con su rostro lleno de lágrimas abrazando fuerte al joven que lo tenía entre sus brazos.
Sabes que nada me puede hacer, hay un lazo fuerte que nos une a los tres, no tengas miedo, hoy será el día en que rompamos los únicos hilos débiles que nos unen a él - sonrió tierna y amorosamente al castaño.
Limpiando suavemente con su pulgar su pómulo y mejilla con delicadeza para no lastimarlo, lo trataba como el pétalo de una rosa.
Suave y delicado, quería llevárselo lejos, tenerlo en una vitrina para que nadie pudiera hacerle daño, solo admirar su belleza que asemeja a la de una diosa.
Sabes que no se pueden encontrar, en el momento en que los dos se vean a los ojos, uno morirá.
No quiero perderte mi amor, ya suficiente hemos tenido con estar lejos todos estos años y sufrir nuestras ausencias - abrazo su cuello y acaricio la hebras negras de su cabello azabache.
Ya viene cerca y no viene solo, tendremos testigos, eso me gusta, así sabrán que tu eres inocente - le beso la frente en señal de una unión única y especial entre los dos.
Con que tú me creas es más que suficiente mi amor, no quiero problemas ni perderte, vete por favor, te buscaré y nos volveremos a encontrar te lo prometo mi amor - suplicaba entre sollozos el castaño.
Pero yo quiero limpiar tu nombre, no quiero que te estén señalando ni te hagan más daño, por favor - susurro con su voz temblorosa y quebrada al borde del llanto.
Yo me muero si te sucede algo mi amor - sollozo fuerte.
Te amo muchísimo, si algo te sucede a ti, jamás me lo perdonaría me muero también mami - un susurro tan suave como la caricia de un pétalo de una rosa.
Una promesa mi amor, oh nos salvamos oh morimos los dos, mi vida sin ti no tiene sentido mi amor - se vieron a los ojos cambiando de color los dos pares de ojos dorados.
Lo prometo mami - susurro aquel cachorro que fue alejado de sus padres hace dieciséis años atrás.
Una promesa que estaba echa no solo con sus humanos, sino también con sus lobos interiores.
No importaba el tiempo, ni la distancia ellos serían madre eh hijo en esta y muchas vidas más, por delante que disfrutar.
Sin importar si aquel que lo engendro estaría con ellos, pero su amor, su conexión va más allá de la muerte.
Un hijo que ruega a los dioses por volver a tenerlo como madre.
Una madre que súplica con todas su fuerzas el tener la dicha de volverlo a llevar en su vientre.
Una sonrisa única y bella, un beso en la frente de ambos como el sello de la más hermosa promesa echa bajo aquel bello atardecer.
Seria la última sonrisa que aquel que ama con todo su corazón, tendrá la dicha de tenerla por siempre en una imagen mental mientras llega el momento de volverlo a tener.
A llegado el momento mami, están aquí, déjame esconder mi rostro en tu cuello para poder hablar, cuando llegue el momento se sabrá quien vivirá - se abrazaron fuerte, susurrando dulcemente las mas bellas palabras que se podrían dar una madre con su hijo.
Te amo mi amor.
Te amo mami.
Aquella imponente aura, y dominante de una casta única entre millones, llegó para encontrar a su esposo abrazado a un joven que tenía su rostro en su cuello.
Una casta única y majestuosa, dónde solo podría existir uno a la vez, para mantener el equilibrio del balance de la humanidad.
Por un error de vida, en esta ocasión, en esta generación habían nacido dos de la misma casta, pero solo uno podía vivir de los dos.
Xiao Yibo - rugió fuerte aquella vos de mando de aquel lobo que había tomado el control del cuerpo de su humano, hace unos momentos.
Ambos luchaban en su interior para saber quién iba a quedar a cargo de la situación.
El lobo quería reclamar a su pareja, a su destinado, mientras su humano quería desechar a su pareja, quería matarlo y acabar con toda su pena.
Wang Yibo - rugió también la voz de aquel joven escondido en el cuello del castaño.
Dónde apenas quedaba una cicatriz donde demostraba su lazo roto por su esposo que lo marco solo para luego romper su lazo y hacerlo sufrir de una manera cruel.
Aquellas personas presentes, que fueron tras aquel líder, empezaron a caer de rodillas y a sentirse que su cuerpo perdía fuerzas.
Sentían como sus pulmones empezaban a arder, sentían como quemarse y asfixiarse al oler aquellas fuertes aromas que peleaban por tomar el dominio de la situación.
Los dos de la misma casta, luchaban para dominar al otro, era una pelea entre aromas y sus dos voces que sonaron al mismo tiempo.
Solo tres personas estaban de pie y aquella multitud de testigos seguían luchando por sobrevivir.
Cuatro de los dioses estaban viendo aquella guerra campal, uno haciendo todo lo posible por apaciguar la ira que su esposa estaban sacando a flote y el otro a su adorable hermanito, que era el Dios de la paz y la tranquilidad, pero en estos momentos estaba viendo como toda esa paz se estaba yendo por otro rumbo.
Pero tres de esos dioses no podían hacer nada, solo uno, uno que necesitaba a toda costa de sacar de ese lugar a su hijo.
No quería verlo sufrir más a causa de aquel hombre que era igual que su madre un sangriento sin corazón alguno, pero no se quedaría de brazos cruzados.
Sabía lo que pasaría cuando aquellos dos hombre se vieran a los ojos, era un secreto que guardaba de todos.
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Magnetismo, Un Pasado Doloroso
Short StoryUn Omega segado por la envidia hacia un alfa y obsesionado con una casta rara pero única en todo el mundo. Un alfa dominante que por fuera parece ser un hombre serio, frío y rudo, pero tiene un gran corazón y puro que provoca que toda casta anhele p...