- ¿porqué debería salvarte?, prefiero estar con Alejandro que contigo, me das asco...-
- pensé que eras diferente.... pero me equivoqué, 𝐦𝐞 𝐞𝐪𝐮𝐢𝐯𝐨𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐥 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐝𝐞 𝑡𝑖
Después de que todo el grupo de hombres saliera de la sala Valeria cambio completamente su reacción a una más calmada
-¿Te hicieron algo?- pregunto entre suspiros
-no, estoy bien- sonrió con torpeza-
La mayor observo que la mujer tenía las manos atadas a la espalda
-¿No sabes cómo soltarte?- preguntó en tono burlesco-
La menor negó completamente, la de pelo corto soltó una risa nasal y saco una navaja de su bolsillo
-¿Cómo tienes eso ahí?- curiosa, preguntó la menor
-esos idiotas no saben hacer un cateo- respondió cortando sutilmente la cuerda que amarraba sus manos-
-¿Cuánto tiempo estaremos acá?-
-hasta que vuelvan, si es que lo hacen- lo último lo dijo entre dientes, aún así la otra escuchó
- ¿Morirán?- siguió preguntando sorprendida-
-estan en la marea negra, es posible que vivan o que... Estiren la pata- sonrió y saco un palito de madera y lo empezó a tallar con la navaja
Se sentó en una esquina y empezó a jugar con sus dedos
-¿Conoces a ese chico?-
La mayor dejó de tallar el palito y volteo a mirarla de manera imponente
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-si, el es Alejandro Vargas, estábamos en la misma unidad, tu madre y el eran muy buenos amigos-
-¿Y tú?-
Al escuchar la pregunta la sonrisa se borró de su cara, cambiandola por una sería
-nunca me cayó bien, era muy mujeriego y brusco-
La menor soltó una risita nerviosa, la otra confundida miró sus manos y al ver lo que había hecho también se rió
Había estado moviendo la navaja de una manera... Inusual
Luego de un rato, la menor que estaba en la esquina, se quedó dormida
Mientras que la mayor simplemente se quedaba vigilando la puerta
Después de un tiempo la mayor quedó mirando a la menor la cual dormía plácidamente en la esquina
Estaban pasando muchas cosas en su mente entre ellas una imagen de mejor amiga, le recordo mucho a ella ya que era la viva imagen de su madre
suspiro y se levantó de su silla yendo directamente a la menor, paso la mano de la otra en su hombro y la cargó hasta la silla, la sentó con delicadeza, mientras que ella se fue al fondo de la habitación sentándose en el suelo
....
Mientras ambas charlaban la puerta repentinamente se abrió la sombra de ni más ni menos que un soldado, con una expresión demacrada y sería
