La vida de Tom nunca había sido fácil, empezando por su nacimiento, las monjas del orfanato le contaron su historia; Su madre, una jovencita omega, cuya familia era pobre, tontamente se involucró con él hijo de un noble, quién después de usarla negó si quiera conocerla y el padre de esta al enterarse del embarazo la echo de casa. Vago por las calles durante nueve meses hasta que dio con un orfanato donde le brindaron ayuda, para cuando llegó con ellas estaba en tan mal estado que fue un milagro que soportará hasta el momento en que Tom nació.
No era una historia bonita y mucho menos adecuada para los oídos de un niño que poco o nada entendía, pero era la historia de su origen y él prefería conocerla a vivir con incertidumbre como todos los demás niños del orfanato.
Los percances continuaron cuando se presentó como omega. Ante la sociedad los omegas no tenían valor más que para placer, a menos que se naciera en una familia pudiente, en ese caso eran una moneda de cambio, un adorno bonito que podría dar hijos aún más bonitos. Pero Tom era inteligente y astuto y sabía como volver su desventaja en la mejor de sus cualidades.
Al salir del orfanato no tuvo problemas en encontrar una trabajo decente, aprendiz en una tienda de antigüedades, no era su trabajo soñado, sin embargo, le pagaban bien y el dueño no lo veía como un trozo de carne al cual devorar y lo más interesante era que personas importantes frecuentaban la tienda, con un poco de suerte conseguiría las conexiones adecuadas para cambiar su vida.
Entonces todos sus planes cambiaron cuando un día conoció a la alfa más hermosa que sus ojos jamás habían visto, iba acompañada de su madre y sus dos hermanas, todas muy hermosas, pero solo ella se robo su atención.
Tom no estaba seguro si lo que lo hizo no apartar su mirada fueron sus ojos negros con un brillo travieso, sus labios seductores en un sutil tono rosado acompañados de una sonrisa engreída, su porte elegante, ese exquisito olor a maderas amando de ella, gritando su subgénero, o quizás la combinación de todo. Y por supuesto él también atrajo la atención de la alfa que al día siguiente regreso solamente para verlo, sin compañía.
Al principio Tom estaba atraído a su belleza, a todo lo que su apellido representaba, era una Black, pero Bellatrix era más que su apellido y cuando lo descubrió, un par de meses después de haberse conocido, cayó rendido ante sus encantos.
No era estúpido, sabía que estaba enamorado de Bellatrix y era capaz de reconocerlo, pero se había prometido no ser como su madre, él no repetiría la misma historia, si tenía sexo era por conveniencia o por placer. Sin embargo, una noche como cualquier otra a la luz de la luna y con las estrellas como espectadoras, se entregó por amor, podría culpar a su celo que estaba próximo, a las lindas palabras de amor que Bellatrix llevaba meses susurrando en sus oídos, a la mano que se coló sin permiso por debajo de su camisa y lo acarició de tal forma que lo hizo temblar y desear más, pero sería mentirse así mismo, se entregó porque deseaba sentir el amor que ella decía tenerle.
Lo que se suponía sería una sola noche de pasión en realidad fueron muchas noches que más tarde trajeron consecuencias.
Tom mentiría si dijera que no se aterro cuando lo confirmo, estaba muy seguro de que no deseaba ser padre, la misma pregunta siempre saltaba en sus pensamientos cuando pensaba en el tema ¿cómo podría ser un buen padre si nunca tuvo ningún tipo de ejemplo? Además tener un niño en su posición social era una irresponsabilidad, no obstante su situación ahora era diferente. Su amante era una alfa rica y de buen apellido que lo amaba, con esos pensamientos se convenció a sí mismo de que todo iría bien, que está era probablemente su oportunidad de cambiar su vida de forma positiva.
Fue muy ingenuo de su parte.
Cuando Bellatrix se enteró del embarazo negó que fuera suyo, no quiso volver a saber nada de ambos y un mes después apareció en todos los periódicos el anuncio de su boda con una omega de apellido importante, era la hija de unos amigos de la familia, un romance que se dio ante los ojos de sus muy orgullosos padres, decían los artículos. Tom las odio a ambas, a Bellatrix por hacerle creer que lo amaba, a esa omega por tener todo lo que él no podía, pero en especial a él mismo por dejarse engañar con promesas de amor vacías.
Siete meses después dio a luz, nunca consideró abortar, los remedios para conseguirlo eran costosos y rara vez efectivos, por supuesto había otros a su alcance, unos más peligrosos, pero por mucho que odiara a todos y todo no quería morirse, aún no. Había decidido entregar a la criatura al orfanato donde creció, ese niño podría tener más suerte que él y ser adoptado por una buena familia.
Estaba decidido, no había nada que pensar, sin embargo, una simple pregunta cambio todo.
—Es un varón, ¿quiere cargarlo? —aunque pregunto primero la partera lo puso en sus brazos antes de que pudiera responder.
Estaba en vuelto en una manta blanca, su rostro rosado resaltaba, su boca se abría y cerraba como si estuviera bostezando o buscando algo a ciegas, un segundo después abrió sus ojos y Tom se quedó sin palabras, eran verdes como dos pequeñas esmeraldas brillantes, casi iguales al color de sus ojos con la diferencia que los suyos eran un tono más oscuros.
—No te pareces a ella —una afirmación que lo alegro más de lo que podía reconocer en ese instante.
Entonces una pregunta surgió en sus pensamientos, ¿su mamá también lo habría cargado y se alegro o decepciono al verlo? Quizás fue lo último, ya que decidió abandonarlo. Su hijo crecería como él, incluso peor, porque él no tendría una historia, viviría en la incertidumbre, pasaría horas preguntándose por qué fue abandonado, tendría la esperanza de que un día alguno de sus padres se arrepientan de haberlo abandonado y regresará por él, pero al final, como Tom, entendería que esas cosas solo suceden en los cuentos.
Sintió su mejilla izquierda húmeda, estaba llorando, porque él había sido ese niño. Su hijo en sus brazos se contagio de sus lágrimas. La partera le explicó que su bebé podía percibir todas sus emociones y contagiarse de ellas, debía calmarse si quería que él también lo hiciera.
Una nueva idea comenzó a tomar forma en su mente, había prometido que no haría las cosas como su madre ¿y si quedarse era su forma de hacerlo diferente, de no repetir la historia?.
Lo meció tan suave como pudo —shhh... shhh... tranquilo, no te voy a dejar, te prometo que aquí estaré cuidando de tu sueño —continúo susurrando promesas y arrullándolo hasta que su llanto paso a ser solo pequeños ruidos que escapaban ocasionalmente de su boquita —. Pequeño manipulador, no tienes ni un día en este mundo y ya me has manejado a tu antojo —Tom sonrió mientras dejaba un beso en su cabecita —. Nos vamos a llevar muy bien.
—¿Qué nombre le pondrá?.
Por un segundo había olvidado que la partera seguía ahí con ellos, por primera vez en su vida no se sentía solo, eran ellos dos contra el mundo.
—Tom Jr. Es mío, solamente mío.
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Los Alfas de Tom Riddle
FanfictionTom Riddle es un Omega inteligente, sabe que el amor lo hará caer en desgracia. No está en sus planes enamorarse y mucho menos tener hijos, pero los planes siempre pueden cambiar. Los personajes pertenecen a J.K Rowlling, la historia es mía.