Arthur

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Arthur

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Esta es una historia que nunca conté.

¿El por qué? no lo sé, simplemente me la reservé.

Hace algunos años atrás, cuando yo vivía en el campo con mi abuela, conocí a alguien peculiar.

- ¡hola, puedes llamarme Arthur! - así se solía presentar. 

Sus vestiduras casi parecían harapos y su cabello siempre estaba despeinado, aún así Arthur siempre solía sonreír con encanto. - Eres un niño muy extraño. - Yo solía recalcar.

- Y tú eres muy bonita - Respondía siempre igual. 

A pesar de su rareza me gustaba pasar tiempo con él, siempre sabía cómo entretener.

- ¡Podemos lanzar rocas al río! - Proponía con su dulce voz y yo siempre le seguía quisiera o no.

Me encantaba pasar tiempo con Arthur, era un niño muy especial, pero cuando acababa el verano a la escuela yo debía regresar.

- ¿Tú no vas a la escuela? - Muchas veces le pregunté. 

- No es necesario que yo vaya - Solía responder.

Arthur nunca salía del bosque, y eso me sorprendía, era casi como si ahí vivía.

Nunca le pregunté sobre su familia, pues no me parecía muy cortés, sin embargo, muchas veces solía contarme sobre sus padres que nunca pude conocer.

- Mi madre es la naturaleza, - Él me comentó - acaricia mi rostro con delicadeza, - continuó. - durante las noches siento como me arrulla.- comenzó a rimar. - Y se siente tan bien que puedo descansar.

- Tu madre debe ser muy genial. 

- ¡Lo es! y mi padre también. Él es como el cálido sol veraniego que ves. Siempre siento cómo me despierta en la mañana, con sus suaves rayos haciéndome cosquillear la piel. ¡Amo a mis padres! - Gritó con emoción y sonreí acompañándolo.

Mientras los años pasaban, Arthur se veía igual. tenía sus cortas piernas y su cara tan suave como el algodón, aunque lo que más admiraba era ese dulce sonrojo que llevaba y hacía palpitar mi corazón. 

Con el tiempo mis sentimientos por Arthur fueron cambiando, pues aunque no crecía sí que iba madurando.

Sabía como resolver matemáticas y me ayudaba un montón, y hasta sabía de rimas que venían del corazón. 

O esto es lo que él me decía, puesto a que siempre lo oía cantar, hablando también sobre el alma y lo que esta podía significar.

- ¡Arthur, Arthur! cantas muy bien ¿Puedes cantar para mi? - con emoción pregunté, y él con una sonrisa comenzó su melodía.

"Oh madre que me das tanto amor, un día quiero ser uno contigo"

"Oh querido padre que me brindas felicidad, a ti te quiero observar por toda la eternidad"

"Esta vida es tan hermosa y mucho la aprecié"

"Oh queridos padres por siempre los amaré"

Me pareció hermoso aunque no entendía su significado, pues era muy pequeña y aún no había madurado. 

Pero justo después de terminar de cantar, tosió y tosió haciéndome preocupar.

- ¡Arthur, Arthur! ¿estás bien?- le di suaves palmadas en su espalda y en mi lo apoyé.

Arthur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora