𝟎𝟐 | El comienzo.

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BAHRAIN SAVANNAH

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BAHRAIN
SAVANNAH

Odio el jet lag con toda mi alma. Ayer llegamos a las seis de la tarde y desde entonces lo único que he hecho a sido dormir.

Me despierto desorientada, hasta que recuerdo que estoy en el hotel. Suspiro. Ni siquiera he pasado un día aquí y ya me estoy arrepintiendo de aceptar a venir.

Miro la hora en mi teléfono. 9:14. Todavía tengo tiempo de desayunar.

Me visto rápidamente y bajo mirando las notificaciones que me han llegado mientras dormía. Tengo un mensaje de Victoria donde me pregunta si he llegado bien, le respondo que sí y sigo con mi camino.

Al llegar al restaurante del hotel veo a mi tía. Cosa que agradezco, no quiero desayunar sola. Me acerco rápidamente y al verme me sonríe.

—¿Qué tal has dormido? —me pregunta con el mismo tono dulce de siempre.

—He tenido mejores noches, el cambio horario es de lo peor. —le respondo sentandome a su lado. —¿Y Toto? -miro alrededor para comprobar si esta cerca.

—Ya se ha ido, sabes como es. Siempre está trabajando.

Asiento. Observo la mesa y veo unos huevos revueltos muy apetecibles. Susie me ve y se adelanta a hablar.

—Puedes comertelos, yo también me iba a trabajar.

No espero más y los acerco a mi para empezar a comer. Hasta este momento no me había dado cuenta de lo hambrienta que estaba.

—Gracias. —digo, como puedo, mientras como.

—No es nada. —ríe brevemente. —Bueno, me voy, cariño. Si necesitas algo avísame. —asiento, me da un beso en la cabeza y se va.

Y justo ahí me doy cuenta de que a pasado lo que no quería. Estoy comiendo. Sola. Y diréis: no es para tanto. Bueno pues mi mente se encarga de que piense que todo el mundo me está mirando y juzgando por estar sola. Seguramente no lo están haciendo, o por lo menos la mayoría, pero es algo que no puedo evitar pensar.

Decido que para dejar de imaginarme cosas que no son, es mejor que me levante y haga algo. Por lo tanto camino hacia el buffet. Voy a prepararme unas tostadas.

Veo algunas frutas y también me las llevo a la mesa. Nunca están de más.

Me siento y empiezo a comer. Hasta que recuerdo algo importante. Que me he dejado las tostadas en la tostadora.

Me levanto lo más rápido posible. Al llegar veo que están quemadas e intento sacarlas. Pero se me complica al ver que se han quedado atascadas y no las puedo sacar. Solo tengo dos opciones, o las saco y me quemo o no las saco. Obviamente no puedo escoger la segunda, así que me preparo mentalmente para el dolor que voy a sentir al quemarme.

Primer intento; fallido. Ni siquiera lo quiero volver a intentar, y mi mano rojiza tampoco.

Me preparo para un segundo intento.

𝐔𝐍𝐅𝐎𝐑𝐆𝐄𝐓𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄 | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora