Érase una vez, un niño muy bromista, que cada día iba puerta por puerta diciendo "Mi hermano esta muy enfermo, que alguien venga a ayudarle", y cada día, los vecinos llamaban al médico del pueblo para que fuese. Cada día caían en la misma broma, pero un día, su hermano se puso muy enfermo, y el niño fue puerta por puerta, pero nadie le creyó.
Cuando la madre volvió del trabajo, y vio a su hijo tan mal, lo llevó al médico, donde le curaron y la madre se enteró de lo que su otro hijo hacía cada día.
A la vuelta del médico, la madre acostó a su hijo, y le dijo al otro "Ves que si dices mentiras la acaba liando, tienes que decir la verdad", y como castigo, después de ese día, todas las mañanas repartía los periódicos, y cada tarde comenzó a ayudar a cada persona del pueblo, al pescador, al pandero, a la carnicera... Y desde ese día, dejo de hacer ese tipo de bromas, y se convirtió en un gran miembro de la comunidad.
