Primero Mírame a Mí

prólogo

—¿Qué te pasa niña?— pregunto un chico alto, delgado, y muy despeinado, su cabello negro tapaba sus ojos, pero se notaba oscuros de por sí, sus labios color carmesí algo hinchado, simplemente se veía muy atractivo a mi parecer.

El tomo asiento a mi lado, sacando una pequeña caja de su bolsillo, su uniforme desordenado estaba manchado pero de qué…

¡Mierda sangre!, Por qué mierda tenía sangre, sé que no conozco, está escuela, está cosa es de monjas, ¿no?

Que yo sepa es totalmente ilegal los latigazos en esta época, viéndolo más de cerca se notaba que acababa de coger con alguien, posiblemente su novia.

—Si sabes hablar o solo vas a quedarte mirándome— me dijo este tipo, su cajita eran cigarros, me ofreció uno, pero realmente nunca me han gustado esas cosas, el olor es bastante detestable.

—Ah, sí, no me pasa nada— su mirada se metía en mi alma y la juzgaba sin problema, era tan intensa que solo verlo me empezaban a temblar las manos.

El tomo mi rostro para mirarlo a detalle, escupiendo todo el humo que había inhalado anteriormente, toco mi cabello negro rozando mis orejas.

—Tú tienes una hermana muy gritona, ¿de casualidad?— dijo, haciéndome recordar a Sophie que había quedado con un chico igual de alto que este rarito.

—Si se llama Sophie, ¿por qué lo dices?

—Pues dos cosas, se parecen, pero una de ustedes es mayor si no me equivoco, a si y tu hermana se besó a mi hermano, para después pelearse con una monja.

Mi cara no mostraba ningún rastro de sorpresa, estoy segura de que esa monja le dijo que dios la amaba o una mierda así, gran error, Sophie era la persona más cínica y testaruda que existe, cualquier pensamiento o ideología que se le metía jamás saldría.

—Mierda, lo siento, tengo que ir con ella, pero fue un gusto conocerte, soy Vicky, por cierto.

Corrí en dirección a los gritos dándole la espalda a ese chico que en ese momento no imaginé lo que se vendría meses después y duraría hasta el día de hoy.