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Viernes 9/06/23 a las 22:39 pm




Giró sobre sus pies tratando de divisar que o quién lo estaba persiguiendo, ya que minutos atrás, había notado ciertos murmullos junto a sonidos extraños de pisadas cerca suyo; pensaba que tal vez era richar jugándole una de sus bromas como aquella vez estando en casa, donde el menor estuvo explotándole pequeños pirotécnicos alrededor. Suspiró aferrado a esta idea antes de detener sus pasos.

— Esto no está siendo divertido richarlyson. — Habló con la esperanza que el pequeño saliera de su escondite de una buena vez, pero, en cambio de recibir una risa juguetona como siempre cada que lo descubría, escuchó un ruido reconocible, como de alguien desenfundando una espada. Jadeó. — Quién mierda está allí.

Trató de sonar lo más seguro posible a la vez que sostenía con fuerza el hacha entre sus manos. No tenía idea alguna de que hacer, por lo tanto, comenzó a alejarse de aquel lugar mandando miradas furtivas por encima del hombro; sin embargo, su mente alternaba pensamientos cada tanto ¿Acaso planeaban matarlo tan pronto? Sabía de antemano que la mayoría de los integrantes en aquella isla no lo consideraban como alguien confiable, aún así no eran tan idiotas como para lanzársele encima sin ningún tipo de "prueba" que con obvias razones nadie tenía.

Por eso mismo, los últimos días se la pasaba paranoico revisando todo tipo de objeto o lugar sospechoso. Y claro, justo hoy decidió por cambiar de ambiente pero como era de esperarse la suerte nunca se encontraba a favor suyo. Quackity, que en ese momento se distrajo, no se percató cuando entre los arboles una sombra grande y robusta se abalanzó contra él agarrándolo por detrás.

Se armó de valor tratando de deshacerse del brazo rodeando gran parte de su cuello, golpeando vagamente este mismo en un intento desesperado por obtener algo de aire. Por el contrario, a su perpetrador parecía divertirle.

—¿Y así planeas ser presidente? — Finalmente habló, su cuerpo dio un vuelco al escucharlo tan cerca de su oído. — Es gracioso porque no sabes cuidarte a ti mismo. —  Susurró solemne y lentamente, le soltó.

Un tanto consternado entrevió como el castaño reía para sí guardando la espada que momentos antes percibió.

— ¿Qué?

— Maldito idiota. — contestó aclarando su garganta. —  Querías matarme

El susodicho ensanchó su sonrisa y casi sin decir nada, se acercó tomandolo por el mentón, y así gracias al bendito resplandor de luna pudo distinguir de mejor forma al hombre frente suyo; aunque solo con su voz ya sabía de quién se trataba: — Si hubiera querido matarte ya lo habría hecho hace meses ¿no crees?

— Suéltame.

— Además ¿Cómo pudiste confundirme con richar? – Continuó manteniendo el agarre. — ¿Acaso no puedes distinguir entre un niño y un tipo que tal vez quisiera asesinarte? ¿Qué ocurriría si estando con nuestro hijo alguien te ataca? ¿Saldrías corriendo como una puta gallina?

— Suéltame Cellbit. — respondió Quackity secamente.

El mencionado observó con aparente burla al más bajo, inspeccionándolo en busca de alguna expresión distinta a unos ojos furiosos y labios temblorosos. Finalmente deshizo su agarre manteniendo la cercanía

— Mike te busca.

Suspiró mirándolo con desdén. — ¿Y para eso haces un puto espectáculo de cuarta? ¿qué carajos te pasa? — colocó una de sus manos en el pecho de este apartándolo de su camino. — Además ¿no deberías estar con tu amado prometido? – Guardó el hacha empezando a caminar por delante, mientras que el castaño se metió las manos en los bolsillos siguiéndolo detrás.

— ¿No te alegra tenerme cerca?

Cansado, aumentó la velocidad de sus pasos quedando en un absoluto silencio, no le importaba si al otro le resultaba incomodo solo deseaba poner en orden sus pensamientos. En momentos así, siempre se recordaba el mantener cierta distancia; pero no podía evitar notar su sonrisa aperlada, su voz profunda, su cuerpo voluminoso, su rostro pulcro y su mirada llena de rebeldía incontrolable. No supo cuando estuvo pensando en él de esa forma, tampoco quería saberlo, solo lo complicaba más.

Por otro lado, ya anhelaba llegar a casa, no soportaría estar tanto tiempo con él, quería huir.

— ¿Por qué no me respondes?

Se sobresaltó al oírlo y se detuvo

— Mierda ¿Por qué preguntas tanto?

— ¿No puedo?

Volteó sus ojos, dispuesto a seguir, pero el mayor en altura lo agarró por la muñeca y lo obligó a verlo.

— ¿Para qué te quiere ver Mike?

— ¡Por Dios! ¡No sé! ¡Deja de hacer preguntas todo el jodido tiempo, es molesto! — Gritó tratando de zafarse. — ¡Estoy harto de tener que verte cada día de la semana en el pueblo! ¿Acaso no puedo tener un día tranquilo sin tu maldita presencia?

Sacudió su brazo bruscamente zafándose antes de alejarse tan rápido como podía, sentía las hojas crujir junto a los pasos acelerados de Cellbit persiguiéndolo y llamando a su nombre ¿Por qué no se iba? ¿Qué quería exactamente? Como odiaba que fuera tan insistente. Respiró profundo, divisando a lo lejos la casa de vegetta, entonces una especie de alivio recorrió su cuerpo, el ajeno nunca se mostraba ante el sabio como alguien quejumbroso.

Se mantuvo en el mismo ritmo viendo su salvación cada vez más cerca asegurándose que estaba lo suficientemente lejos del otro

Pero entonces, sintió el impacto antes de ver a la silueta de este a contra la luz. Gritó y se golpeó contra el hombre cayendo ambos sobre el suelo bruscamente.

Conteniendo el aliento, con ambas manos aferradas a los brazos del ajeno, levantó su mirada, el chico no parecía consternado.

— ¡Estas demente!

Apoyó las manos a cada lado de la cabeza de quien le gritaba asustado en ese momento y sus miradas se encontraron. En sus ojos parecía asomar una sonrisa.

— Solo deja de ignorarme Quackity, odio que me ignores. – Un escalofrió le recorrió el cuerpo y sintió un hormigueo en sus brazos. – ¿Mi presencia te molesta? ¿Es por eso que llevas días haciéndolo? mejor dicho desde hace un mes ¿Crees que no lo noté? escapas de mi cada que te hablo o sencillamente me dejas hablando solo. La otra vez te fui a visitar y me cerraste la puerta sin ni siquiera verme, yo solo te quería invitar con los demás a que veas lo que habíamos construido.

Relamió sus labios.

— Pensé que eras mi amigo

Amigo, y ahí estaba otra vez esa maldita palabra.

— Yo no soy amigo de nadie Cellbit, ni siquiera tuyo. 

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⏰ Última actualización: Mar 17 ⏰

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