Lujuria y lactancia

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Quién diría que los pezones de una nodriza serían los culpables de incrementar las fantasías sexuales y la cachondés de una mujer, no se sorprendan, pues eso es lo que me pasó a mí. Yo estaba lactando, y ello me ponía en un estado muy caliente. El más mínimo roce de pezones los hacía lanzar chorros y chorros de leche, se podría decir que adquirí dos nuevos clítoris en la punta de mis senos, era maravilloso, pues a través de mis senos ahora experimentaba orgasmos que antes ni siquiera sabía que existían.
Pero, los síntomas de la lactancia no terminaron ahí, ya que comencé a fantasear demasiado con la idea de encular a mi esposo, él ya era bastante maduro y casi no mantenía sus erecciones, apenas fue capaz de embarazarme, curiosamente ese contexto me ponía muy cachonda, el pensar que ahora yo era la que se vería dominante en la cama, luciendo unos pezones completamente erectos y erógenos. Un clítoris duro, y... Me faltaba una cosa, un arnés y un buen consolador como los que alguna vez ví en una película porno. Debía conseguir uno tan pronto como fuera, la lactancia me estaba poniendo tan caliente que mis pantis ya se estaban mojando. Agarré mi bolsa y me dirigí a una sex shop, era el momento adecuado para ir de compras.

Entré a la sex shop y me dirigí con la tenderá, le expliqué mi situación y le pregunté por el mejor strapon que tuviera en venta, ella me mostró un arnés y un consolador rosa, sumados a una lencería que complementaba el conjunto. La tendera me preguntó si mi marido ya tenía experiencia con lo que quería hacerle, y le contesté que no. Luego me explicó que el punto G del hombre se encontraba en el culo, y me mostró un esquema en el que venía toda esa información. Ahora ya sabía cómo darle placer a su culo, entonces decidí preguntarle a la tendera que me aconsejara para que mi esposo cediera.

Me dijo que, ya que él no retenía demasiado tiempo la erección, debía de tener escondidas algunas pastillas azules, es decir, tomaba Viagra para compensar su disfuncional problema. Por lo que el plan más sencillo era llamarlo a la cama y esconder sus pastillas, de ese modo no se le empalmaría y yo podría seducirlo con mi nuevo atuendo rosa, chantajeandolo con la excusa de que sólo si me obedecía iba a devolverle sus pastillas.
El plan me convenció por completo, le dí las gracias a la tendera y me fuí a mi casa a toda prisa, pero no sin antes comprar un montón de lubricante. Llamé a mi esposo por teléfono y le dije que quería experimentar el sexo anal esa noche. Me reí al darme cuenta de que no sospechó a lo que me refería...
Ya verá la sorpresa que le tengo, no tendrá otra opción más que cumplir mi fantasía.

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⏰ Última actualización: Jun 18 ⏰

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