Capítulo 1

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Mayo 2011

Me despierto y no soy consciente de dónde me encuentro, no recuerdo lo que hice ayer, aunque creo temo que ese ayer fueron días.

Siento frío en mi cuerpo y tengo un molesto dolor en mi cabeza, parece como si me hubieran golpeado con un bate. Percibo una luz blanca en mis párpados y poco a poco voy abriendo mis ojos. La luz es intensa y pestañeo varias veces hasta acostumbrarme a ella.

—Hola Cassie, soy el doctor Love. ¿Sabes por qué estás aquí?—.Pregunta un hombre algo vestido de blanco.
—No—.Respondo, mi voz es áspera y suena lejana.
—Estuviste inconsciente una semana. Te internamos por una intoxicación de drogas—. Su cara es la de un padre decepcionado de su hija. Que se joda.

Me limito a mirarlo a los ojos fijamente.

—Tu padre acaba de irse. Volverá por la tarde para llevarte a casa—.Mira su tabla con hojas que lleva en sus manos.

—Las enfermeras vendrán a revisar tus signos para que puedas irte. Tu padre ya sabe las indicaciones que debes seguir—.Cómo si les interesara a mis padres saber cómo me encuentro, pienso para mis adentros aunque la culpa cae en mi como una cubeta de agua helada.

El hombre de blanco sale dando un portazo a la puerta.
Lo último que recuerdo es estar en casa de Michelle el miércoles e ir a una fiesta, tomar lo recetado por mis doctores imaginarios y dejarme llevar por el ritmo de la música y esa sensación que causan aquellas medicinas.

Estoy lista para irme, mi papá me ha traído ropa, piensa que mi madre no querrá verme con aquella ropa confeccionada por mi. Escuche que ella vendría para llevarme a su casa. Es cruel pensar que ellos fueron los causantes por lo cual estoy en donde estoy.

Con mis vans listas, doy un brinco de la camilla pero recuerdo que tengo ese horrible dolor que ha aumentado en mi cuerpo gracias a estar acostada.

Mi madre entra en la habitación. Una mujer hermosa que pareciera que tiene la vida resuelta, una vida de ensueño, pero la realidad se nota en sus bolsas bajo los ojos, se ve que ha llorado mucho y dormido poco, la culpa me asalta. Bajo la mirada y veo mis zapatos gastados.

—No vuelas a hacerme esto Cassie—. Murmura a mi oído en su cálido abrazo.
—Pe-pensé que t-te p-perdería—. Lágrimas calientes resbalan de mis ojos y noto como sus lágrimas caen en mi espalda. Le devuelvo el abrazo ya que no soy capaz de hablarle.

Salimos del hospital los tres. Mi padre llevaba ojeras como las de mamá. El se limitó a abrazarme cuando mamá fue con las enfermeras. No soportan estar cerca, hoy es la excepción porque casi muero.

Al llegar a casa de papá veo maletas en la puerta principal y a mi abuela esperándome con los brazos abiertos, voy a ella y las lágrimas brotan nuevamente. El enojo que sentía hacia mis padres ha disminuido. Me siento realmente mal. Enojo, culpa, miedo y confusión se han instalado en mi cuerpo.

Mi abuela me lleva a la cocina y no se tardan en escuchar los gritos de mis padres en el vestíbulo. Noto la cara de desaprobación de la abuela y me lleva lo más lejos posible de ahí, agradezco eso.
—¿Quieres que te prepare un pastel o un pay antes de irnos July?—. Pregunta la abuela con su dulce voz, July es por Juliette, mi segundo nombre que no me agrada excepto cuando ella lo dice.

—Solo quiero dormir mamie—. Me siento en la barra de la cocina y mi voz sale como un hilo y siento esa calidez que hace años sentía, me siento como una niña pequeña.

—En cuanto lleguemos a casa iremos de compras y a esa cafetería que tanto te gusta ir, ¿te parece?—. Me pregunta mamie sirviendo té en una tacita.

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