SUMISIÓN

BONO

Las siguientes horas no habían sido tan buenas como Charlie pensaba que serían. No es que hubieran sido malas, ni mucho menos. Excepto por el hecho de que lo primero que había hecho Harry era subir a la habitación de Ron y encerrarse en ella. Sin lugar a dudas eso había causado un dolor inexplicable en ambos, lo que había iniciado una serie de acaloradas disculpas por parte de Harry, alegando que no había querido hacerle daño. Duraron hasta que Charlie le confirmó que todo estaba bien y que no le culpaba, desde entonces Harry se sentó y no hizo nada, ni había hablado mientras miraba perdido a algún punto fijo de la habitación mientras se sumía cada vez más en sus pensamientos.

Charlie sabía que Harry necesitaba ese tiempo, necesitaba detenerse, pensar y organizar sus propios pensamientos. Sin embargo, nada valdría la pena si Harry no comprendía el verdadero significado de ser un omega, que distaba mucho de la sumisión forzada y humillante que Harry tenía en mente. Charlie también sabía que si Harry decidía simplemente no aceptar su relación o su instinto omega, no sólo sería infructuoso y problemático, sino extremadamente doloroso para ambos.

La mera idea de que su Omega sufriera dolor o se infligiera dolor a sí mismo hacía que los instintos alfa de Charlie se dispararan, le daban ganas de subirse por las paredes. Pero todo se reducía a eso, ¿no? Harry era el que realmente mandaba y si Harry no lo aceptaba entonces no habría nada y Charlie tendría que lidiar con las consecuencias, no sólo para él sino para su omega. Esto no sonaba ni remotamente atractivo para Charlie, después de todo sería mucho más fácil para Charlie si Harry simplemente entendiera el verdadero concepto de ser un omega.

En un contexto general, aunque a todo el mundo le gusta afirmar que los dominantes en la relación son los alfas, con su gran instinto protector, eso era absurdamente erróneo. En el sentido crudo de la palabra dominación, son los omegas quienes realmente detentan ese poder. Son ellos los que dictan lo que sucede o no sucede en una relación alfa-omega. Los omegas siempre han tenido la última palabra, no importa lo que quiera el alfa con su fachada dominante y fuerte, si un omega dice que no, es no. Si el omega lo quiere, lo consigue. Si no lo quiere, no sucede.

En general, los alfas son los verdaderos sumisos, que pasan su vida con la única misión de hacer de la vida de sus omegas el epítome de una vida perfecta. Se piensa que cualquier actitud que tome el alfa, teniendo en cuenta cómo afecta al omega, es la mejor para el omega. Los alfas dependen absolutamente de sus omegas, tienen la obligación de servirles, de protegerles. Mientras que los omegas, en general, no tienen que molestarse en nada si no quieren, dejando que el alfa se pase la vida velando por el bien de los suyos.

Sin embargo, nada de esto servirá si Harry no se da cuenta de esto. Nada de esto servirá si Harry continúa en su negación. Sin embargo, Charlie sabía que él no era ni de lejos la persona con la que Harry hablaría de esto o de sus verdaderos sentimientos. Harry necesitaba a sus amigos, pero tampoco podía alejarse del lado de Charlie; después de todo, el frágil vínculo que compartían había sufrido un revés desde que Harry se había encerrado en la habitación de Ron.

- "¿Harry?" llamó Charlie, llamando la atención del chico que estaba sentado a su lado en el sofá, mirando la chimenea sin verla realmente.

- "Hmm", murmuró, con los ojos perdidos y desenfocados, habiendo perdido su profundo brillo verde.

Aunque Harry había dicho, desde la cocina, que todo iba bien y que acabaría mejorando, sus ojos lo desmentían. Harry no estaba bien y no parecía que fuera a estarlo pronto. Quizás el problema no era la relación, Charlie se lo había creído cuando Harry se lo había asegurado. El problema era realmente la no aceptación por parte de Harry de su propia naturaleza omega y su concepción superficial de estereotipos tergiversados.