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Había tardado en darse cuenta.

Habían tenido que pasar meses para que Beelzebub lo notara por primera vez.

Aunque no se viera a simple vista, Nikola era una persona tímida; su confianza crecia cuando compartía sus conocimientos y experimentos, pero era propenso a dudar de su apariencia, sobretodo cuando comparaba su físico con los de los demás Einherjar.

Beelzebub se había preguntado cómo alguien como Nikola Tesla no podía ver lo increíble que era. Cada vez que miraba a Nikola, veía a la persona más hermosa, asombrosa, talentosa, inteligente y trabajadora que había conocido en toda su existencia. Desde el momento que se acercaron, en un principio como amigos, había admirado la forma en que los ojos de Nikola brillaban con chispas cuando estaba emocionado. Entonces, ver a alguien como su precioso Nikola tenerse tan poca estima le duele. Duele ver la forma en la que el científico se muerde el labio inferior cuando observa a sus compañeros humanos y como los dioses parecen embelesados con ellos.

Eso fue lo que finalmente los llevó a su posición actual. Nikola estaba acostado boca arriba en la cama de Beelzebub, completamente vestido, y miraba al demonio de la gula con ojos un poco confundidos, pero curiosos. La razón por la que Beelzebub lo había apartado de los demás científicos de la humanidad, solo para acostarlo suavemente en su propia cama, lo intrigaba bastante. Sólo aumento cuando Beelzebub decidió sentarse encima de él, en sus muslos para ser precisos.

—Eres hermoso, lo sabes, ¿verdad? —Beelzebub preguntó, mientras se inclinaba hacia el rostro de Nikola, deteniéndose a solo un par de centímetros de distancia, con sus labios casi tocándose—. Eres la persona más hermosa que existe, Nikola. Me duele que tú no parezcas pensar lo mismo.

—Beel... —comenzó Nikola, solo para ser silenciado por el demonio, mientras chocaba sus labios suavemente contra los del otro. El beso fue lento y apasionado. Beelzebub pasó sus dedos por el cabello de Nikola, amando la sensación de los mechones suaves del científico. Nikola agarró con manos temblorosas las caderas de Beelzebub, necesitando sentir algún tipo de contacto. El beso lo estaba haciendo sentir flotante, como si su cuerpo apenas pesara un kilogramo. Era un tipo agradable de sentimiento, pero al mismo tiempo le provocaba ansiedad; ¿cómo alguien tenía la capacidad de hacerlo sentir así de bien y así de libre con un solo y simple beso?

Ambos respiraban con dificultad, ya que ambos se negaban a separar los labios. De vez en cuando, sus labios se desconectaban brevemente, solo para volver a conectarse después de que algunas bocanadas desesperadas de aire se abrieran paso por sus tráqueas. Cuando sus labios se volvieron a conectar, el dios de los voladores usó su lengua para separar los labios del humano, dándole acceso completo a la boca del otro. Nikola dejó que Beelzebub marcara el ritmo; lo dejó mover su lengua contra la suya, dejó que él decidiera la velocidad y la presión del beso. Se permitió poder hundirse en las sábanas y disfrutar la sensación de los labios y la lengua de su amante moviéndose contra los suyos. A medida que el beso se profundizaba, Beelzebub dejó que sus manos viajaran por el cuerpo de su amado, desde su cabello suave como la seda hasta sus mejillas, debajo de su mandíbula y su garganta, sobre sus hombros y los costados de su torso.

El dios rompió su beso una vez que logro quitarle la camisa y dejó que sus labios viajaran hacia abajo como lo habían hecho sus manos hace unos instantes. Colocó pequeños y suaves besos en la línea de la mandíbula de Nikola antes de pasar a su cuello, mordiendo la unión entre la garganta y el hombro. Nikola siempre había tenido una garganta sensible, y la mezcla del ligero dolor de los dientes de Beelzebub al presionar su piel, así como la sensación cálida y húmeda de los labios del otro moviéndose contra la marca de mordedura recién formada provocó un gemido en el humano.

Schönheit ┈beelnikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora