El tren de los sueños

Estación 1

¿Qué es este mundo?

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Bueno... Heme aquí una vez más.

Siempre regreso a este lugar cada vez que "me duermo". La misma estación de tren de cada ocasión. He estado aquí tantas veces que ya podría decirse que la conozco de memoria. Soy capaz de describirla hasta con los ojos cerrados... lo cual es un poco gracioso e irónico, ya que no cuento con ellos. Seguramente sea difícil creerme o siquiera imaginarlo; incluso yo tengo dudas al respecto, pero trataré de explicarlo lo mejor que pueda.

Para empezar, mi única certeza, o por lo menos lo que más resuena en mi cabeza, es que mi nombre es Sam. Es lo único que sé. No tengo memorias de mi pasado, más que algún que otro recuerdo de las personas en las que "despierto", pero eso lo explicaré en otro momento. La cosa es que... Yo ni siquiera tengo un cuerpo propio. Soy lo que la gente denominaría como "una persona invisible". Puedo moverme con la misma libertad que cualquier otro, pero no tengo la capacidad de percibir mi propio cuerpo, si es que contara con uno. Puedo desplazarme de un sitio a otro... pero no cuento con piernas para ello. Puedo realizar diferentes movimientos en el aire... pero no veo nada que lo corrobore. Incluso he intentado tocarme el rostro (o lo que creo que es mi rostro), pero no he sido capaz de percibir nada, ni siquiera intentando soplar o parpadear, lo cual no tuvo efecto alguno; no se producían soplidos ni se ennegrecía el paisaje momentáneamente. Tampoco necesito respirar como una persona normal, de la misma forma que tampoco me agito ni pierdo energía. Ni siquiera siento hambre ni sed. Es una sensación asombrosamente extraña, como si realmente fuera algo que no existe, pero a la vez sí. Siempre fue así de inquietante y perturbador, pero con el tiempo fui acostumbrándome, si es que puedo afirmar algo semejante.

Así que eso es lo que soy aquí... Un "alguien" (o al menos un "algo") invisible y sin ninguna sentido más que la vista, el oído y quizás el tacto en algunas ocasiones.

No tengo idea de dónde me encuentro. Bueno... En realidad, sí, pero a la vez no. Siempre termino en esta inquietante estación de tren en el medio de la nada. Aquí siempre es de noche, o por lo menos siempre está rodeado de oscuridad. Las únicas luces que hay provienen de los faros a lo largo del andén, pero no alcanzan los rincones más allá de la estación. Puedo ver de principio a fin el andén en que me sitúo, e incluso el andén del otro lado de las vías. Yo diría que son exactamente iguales, como si estuviese viendo el reflejo de un espejo. No se trata de un sitio muy complejo o acaparador, aunque lo poco que hay me llama mucho la atención...

Hay unos cuantos bancos de cerámica de un lado y del otro, ubicados con una simetría majestuosamente precisa. Asimismo, hay una o dos salas para pasajeros en las que puedo distinguir más banquitos para sentarse, por más que no le encuentro el sentido. Nunca he visto a nadie más por aquí. ¿Será que vendrán otros cuando yo no estoy? Tampoco entiendo por qué hay un pequeño tejado de metal que cubre casi la mitad de cada uno de los andenes. ¿Será para proteger de algo proveniente de arriba? Pero si nunca ha ocurrido algo así... También se pueden distinguir lo que parecen ser ventanillas instaladas sobre la superficie de los muros de ladrillo cerca de la entrada de cada andén, aunque siempre estuvieron obstruidas por una cortina metálica que impide observar el interior. No puedo decir con certeza para qué serán, pero a veces siento que podrían abrirse en cualquier momento y que alguien aparecería del otro lado. Por supuesto que eso nunca ha sucedido. Junto a ellas hay un gran portón de hierro, detrás del cual puedo observar una llamativa construcción: hay unas extrañas elevaciones plateadas de media altura de las cuales sobresalen un par de barras en posición horizontal que sirven como separación del angosto espacio entre una y otra. Creo tener una idea de lo que son, pero jamás podré comprobarlo; no hay forma de abrir este portón de hierro y llegar a las lúgubres escaleras ascendentes del final de ese pasillo. Me es completamente imposible distinguir lo que hay más allá de ese obnubilado límite. Me pregunto a dónde conducirán...