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Estaba cansado, estaba muy cansado. Había corrido por mucho tiempo sin detenerse, sostenía un par de flores en su mano a las cuales algunos pétalos se estaban desprendiendo en al camino dejando un rastro de su recorrido como si de huellas se trataran.

Sabía que él lo estaba esperando desde hace rato, pero por ciertos asuntos se le hizo un poco tarde. Sus piernas comenzaban a doler y la poca sangre que quedaba en su ceja iba secándose debido a la brisa de primavera.

Después de correr por un tiempo más llegó a aquel parque y sonrió al ver que él estaba ahí esperándolo.

—¡Jisunggie! – gritó llamando su atención —. Ya vine, lamento tardar. – dice con una sonrisa a pesar de que su labio ardía.

El mencionado corre la distancia que los separaba y sostiene su cara con cuidado notándose preocupado.

—¿Qué te pasó? ¿Por qué tienes golpes en el rostro? – ambos se quedaron callados mientras Jisung esperaba la respuesta, pero al ver la expresión de su amigo pudo deducir lo que había pasado —. Fue ella de nuevo ¿No es así?

Minho sonrió un poco y en lugar de contestar aquella pregunta extendió las flores hacía él.

—Las traje para ti, no fue fácil entrar al jardín de la vecina así que cuídalas bien.

El castaño aceptó las flores con una ligera sonrisa y volvió a dirigir su atención a él.

—¿Duele mucho?

Minho negó.

—Sé que mamá no lo hace a propósito, sólo estaba estresada por el trabajo. Además fue mi culpa, yo tropecé y me di con la mesa.

Jisung sintió muchas ganas de llorar, no podía hacer nada para ayudarlo, se sentía un completo inútil cuando quería parar todo el sufrimiento de Minho, quería hacerlo feliz y verlo sonreír más seguido; sin embargo no se sentía lo suficientemente fuerte para lograrlo. Por lo que simplemente lo abrazó fuerte y comenzó a llorar en su hombro.

—Prometo algún día ser tan fuerte como tú para poder hacerte sonreír.

Minho devolvió el abrazo un poco confundido, pero sintiéndose cálido en sus brazos como nunca antes.

—Tú ya eres fuerte, pero ¿Por qué lloras?

—Porque tú no lo haces idiota. Lloro por ti para que recuerdes que tienes sentimientos.

Jisung sabía que por más sufrimiento que el pelinegro cargara, este ya no lo sentía, era como si su mente bloqueara cualquier tipo de emoción negativa y simplemente no sintiera dolor. Pero sabe perfectamente que una parte de él sigue siendo aquel niño pequeño que lloraba en un rincón de su habitación, solamente que ahora estaba muy asustado como para salir de su escondite.

Por un momento de su vida los demás niños y su familia le decían que era un bastardo sin sentimientos por el simple hecho de no llorar cuando algo malo le pasaba y siempre mantener su rostro sin una expresión

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Por un momento de su vida los demás niños y su familia le decían que era un bastardo sin sentimientos por el simple hecho de no llorar cuando algo malo le pasaba y siempre mantener su rostro sin una expresión. Y por un largo tiempo Minho les creyó.

AmanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora