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—InuYasha.— La voz del lobo frente a él le obligó a levantar su mirada. El dominante le otorga una mirada curiosa y tranquilizadora para el hanyo.
Suspira de manera frustrada y respira con alivio el aroma que desprende en contrario. Nunca pensó que aquel aroma que alguna vez odio, se volvería uno de sus favoritos.
El aroma dominante se encuentra a su alrededor y un poco tarde se da cuenta que el demonio delante suyo bajo la lluvia, ahora se encuentra sentado a su lado esperando alguna palabra suya.
Sin embargó permanece en silenció hasta que decide levantarse. Extiende su mano para ayudar y desvía su mirada mientras escucha la risa burlona del contrario.
Bufa, su ciclo de calor está a unos pocos días de llegar y el hecho de que la presencia y el aroma dominante de su pareja, sólo hacen que actué de manera tímida.
La mano es tomada y segundo después sus dedos se entrelazan. Pasa saliva y suspira tratando de calmarse.
Las muestras de afecto eran algo que lo avergonzaba de cierta forma y más si se tratan de cierto lobo testarudo y con el orgullo por las nubes.
Si bien ambos han cambiado en diferentes aspectos, el orgullo del lobo sigue intacto y rara vez suele dejarlo de lado.
Miró el aspecto del contrario y negó con su cabeza. Debía de limpiar el suelo de madera antes de que la chica del futuro volviera.
Llevó al chico hacía su habitación. No era de tener mucha ropa y tampoco es que usara algo más que la de siempre. Pero siempre tiene algo de ropa del lobo ya que en algunas circunstancias eso lograba calmarlo.
Aún que claro, siempre está oculta debido a que cierta chica chismosa suele revisar sus cosas.
Le entrego el conjunto de prendas y salió de la habitación dispuesto a limpiar el suelo mojado por su pareja.
Si bien ahora se sentía más tranquilo, la tristeza persiste y su mente le insiste en recordarlo lo que horas antes había sucedido entre el y la humana.
La pelea había comenzado por los sentimientos de el hacía la chica.
No, no tenía ningún sentimiento hacía la chica y no puedes obligar a una persona a tenerlos. Sin embargó los intentos de seducción he incluso los intentos por tratar de confundir sus sentimientos, hacían que la poca paciencia del hanyo se acabara y terminara gritándole a la chica.
El característico "abajo" se repitió más de diez veces y luego sólo escuchó gritos he indultos para luego oír cómo los pasos pesados se alejaban.
Los insultos le habían hecho sentir triste y mas sabiendo que su ciclo de calor estaba a pocos días de comenzar.
Sacudió su cabeza y se dispuso a sujetar su cabello en una cola de caballo y luego a secar el suelo, para luego sentarse en el suelo derrotado por las emociones y pensamientos.
