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Capítulo 1: Los Singleton

En un pequeño pueblo llamado Stadintside, ubicado en Norteamérica, vivía una familia aristocrática, los Singleton. Estaban compuestos por la señora Cherie Singleton, el señor Herschel Singleton y sus tres hijos Norris, Mavis y Evelyn Singleton.

Su fortuna se originaba del río que disponían a la cercanía de la ciudad, donde muchas veces lo utilizaban como centro turístico después de que el segundo hijo varón de los primeros Singleton (los bisabuelos de Cherie) encontrara una cascada poco conocida de la zona, donde había mucha materia prima. Al ser un pueblo tan pequeño, los ciudadanos insistieron con denominarlo maravilla natural, ya que ahí jóvenes y familias iban a festejar navidades, años nuevos, fiestas, graduaciones, bienvenidas, etc. Lo rechazaron ya que pensaban que era una simple actividad del pueblo, una vez de que todos los recursos se les fueron retirados, no tenia mucho mas valor.

Además (como si fuera poco) el señor Herschel tenía una gran cercanía con el alcalde, era como su mano derecha, un digno trabajo para un Singleton, pues debía encabezar el rol de un padre trabajador en tal familia —o en tal apellido— .

Luego estaban sus tres bendiciones, vamos en orden:

Norris era un jovencito de 12 años muy rebelde —según sus papas— verdaderamente, tenía unas buenas notas en su colegio privado, al igual que comportamiento, pero lo que no aceptaban sus padres eran sus actividades extraescolares, como las fiestas, escapadas, juntarse con los Harris (una familia recientemente rica, que les hacían competencia con su superioridad) y compartir las conversaciones e ideales de los mismos —así tendrán razón—. Supongamos que son cosas raras de ricos.

Mavis de 10 años era la matemática, su talento la convertía en una computadora humana, era excelente. A pesar de todo, sus papas se quejaban de sus no tan buenas notas —que padres tan pesados— ya que era un poco mimada: no le gustaba hacer las tareas en casa y peleaba con sus compañeros, pero olvidando eso, probablemente terminaría en la mejor universidad del exterior o que se yo, porque aparte sabia hablar tres idiomas, con diez años —tengo envidia en decirlo—.

Y por último pero no menos importante, la pequeña Evelyn. Tenía unos 8 años —no se si se dieron cuenta, pero en orden, todos tienen dos años de diferencia ¿Acaso los Singleton lo planeron? ¿Es un mensaje?— y era la mas tímida de la familia y tranquila. Sus notas eran buenas (no excelentes como Norris, pero no nefastas como Mavis) ya que su timidez a veces era tal que no se animaba ni a decir "presente" cuando el profe dictaba la lista. Pero a pesar de todo eso, sorprendentemente, los Singleton estaban felices con ella y no le recriminaban nada. Desde pequeña "Evi" —si, Evi de Evelyn, es mejor que nada— tuvo mucho talento por la escritura, aunque no te agarraba ni un libro, así que su madre siempre le insistió, sin embargo, la pequeña prefería escuchar "Taylor Swift "Mientras jugaba a un jueguito de cubitos.

Los pequeños eran un encanto, pero quizás describí a los Singleton como dos malvados padres, y esa no es mi intención. Si, eran pesados, ricachones y se dejaban llevar por su reputación. Pero eran responsables, modernos, se informaban antes de hablar y preocupaban por sus hijos  

Todo era más que pacifico y normalito, nada nuevo en el pueblo. Pero una conversación matutina revolvió el avispero,mientras los Singleton desayunaban en su cocina de marmol, aunque ahora estaban en la mesa de madera, justo enfrente a la barra de dicho material.

—El café esta frio Norris, no lo tomes! — gritaba Cherie.

—Así me gusta mamá, no me olvide de calentarlo. —Dijó entre susurros tranquilizando a su madre.

—Dejen de gritar, que pesados ​​​​— Agregó Mavis mientras removía ruidosamente su café.

—No le hables así a tu madre, señorita— Cherie llevó su mano a la cadera y con el dedo índice de la derecha, empezo a apuntarla.