Uno

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Harry lo estaba perdiendo.

La puerta de la habitación se estremeció, cuando algo fue ruidosamente destrozado contra ella. En el interior, las voces aumentaron su tono, pero las palabras eran inentendibles. Tal vez debería salir al vestíbulo por un rato. Era tentador. Todo esto era mi culpa, maldita sea, debería haberme ido hace semanas. La cosa es que, a pesar de la gran cantidad de dinero que gano, yo y este trabajo no funcionamos. Sin embargo, cada vez que abría la boca para decírselo, las palabras desaparecían.

No podía explicarlo.

—Hey. —William vagó hacia mí con un simple traje negro, entrelazando sus dedos con nerviosismo. Su cabello castaño se hallaba un poco engomado.

—Hola.

—Edward está hablando con él.

—Correcto. —Probablemente debí ponerme una vestimenta más tradicional. La última cosa que quería era avergonzar públicamente a Harrry en un día como hoy. Sólo en el norte de Idaho noviembre podría ser tan tremendamente frío. Para una nativa de los climas más cálidos, no había suficientes medias gruesas que combatieran este tipo de clima.

La banda y su séquito se hallaban en Coeur d'Alene desde hacía poco más de una semana y el humor de Harry era negro desde nuestra llegada. Peor aún que lo normal. La mamá de Hardin falleció hace cuatro días, perdiendo su batalla contra el cáncer. Por lo que pude entender, Lori fue como una madre sustituta para los hermanos Styles. Al parecer su propia madre era poco más que una escoria, abandonándolos cuando eran jóvenes. Sólo vi a Lori un par de veces. Nadie podía negar que fue un alma hermosa.

Más gritos silenciados. Otro golpe.

—Supongo que no debería haber ido a desayunar. —Café, tostadas francesas, y mucho más jarabe de arce del que un hombre necesitaba, se agitaban dentro de mi estómago. Apesta comer como consuelo—. Pensé que había conseguido que regresara al gimnasio.

—No puedes observarlo todo el tiempo.

—Me pagan por intentarlo. —Me encogí de hombros—. Que Dios me ayude.

—Y si lo hicieras, te despediría por estar en su cara. Como hizo con el resto. Darle un poco de espacio para respirar es algo bueno. —Will se estremeció con otro poderoso estruendo proveniente del interior de la condenada habitación—. Por lo general.

—Hmm...

Harry no despidió a los cinco predecesores, a algunos los engatusó suavemente para que renunciaran. O al menos, así es como lo describió. Pero no me molesté en corregirlo.

—Edward lo calmará —dijo William en tono seguro.

Era dulce, la forma en que adoraba a su marido como un héroe. No podía recordar la última vez que tuve tanta fe en un amante. Edward y William se casaron en una noche de borrachera en Las Vegas hace seis meses. Estuvo por todos los medios de comunicación. Al parecer, era un infierno de historia, aunque todavía no lograba oírla completa. William me invitó a salir con él y sus amigos un par de veces, pero siempre le di excusas. No es que no me gustara el gesto, simplemente no me sentía bien haciéndolo ya que trabajaba para su cuñado.

En cualquier caso, mi trabajo era tratar con Harry. Le di a Will una pequeña sonrisa de disculpa y deslicé la llave de la habitación a través de la cerradura. Era hora de ponerse el sombrero de patea-traseros que, de acuerdo a mi ex, bendito sea, sin duda me encaja.

Lentamente, con calma, abrí la puerta. Un vaso se estrelló contra la pared a un metro de mi cara, sorprendiéndome como la mierda. Caí al suelo, mi corazón latiendo maníaco dentro de mi pecho.

Me Emborrache De Ti #3 | Adaptación l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora