Fue la primera vez que nos conocimos, me diste la impresión de que eras amable, servicial, cariñoso... ¡Vaya, impresión me diste!
—Hola ¿Cómo estás?
—Hola, bien gracias a Dios y usted?
—Muy bien también gracias, siempre la veía y tenía ganas de acercarme a hablarle
Pero ¿Por qué no se acercaba si quería hablar? ¿A caso doy miedo? Lo interesante es que aprovechó esa noche para hablar... Fue corto lo admito ojalá te hubieras molestado por preguntar más...
Quién diría que a partir de ese momento algo en mi cambiaría.