𝐔𝐍𝐎. │ Love language.

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—¡Mira esto, Suguru! ¡Hay patos en el estanque! —Su tono detonaba la latente emoción provocada por aquella escena protagonizada por los animalillos con plumas.

—No tienes que gritarme. —Decía con molestia; aturdido por el llamado de su compañero. —¿Qué acaso no ves que estoy justo aquí?

Satoru no le prestó atención a su semblante acido, y se puso rápidamente de pie para después acercársele tal depredador en busca de un bocadillo. Observaba confundido aquella serie de acciones solo quedándose inmóvil en su lugar mientras el más alto le rodeaba frenéticamente; como si este estuviera en busca de algo.

—¿Qué estas haciendo?

—Suguru.

—¿Qué?

—Suguru. —Insistió.

—¿Qué? —Apartó la mirada disimuladamente.

—Suuguuruu. —Le miraba fijamente al mismo tiempo en que curvaba su espalda; acortando cada vez más la distancia entre ellos. —Suuguuruu.

—¡Ay ya, esta bien! —Finalmente la incomodidad le ganó al sentir la respiración de Satoru cada vez más cerca de su rostro. —¡Tómalo y haz lo que quieras con el!

—¡Siii! —Celebró vivazmente cuando obtuvo aquel gran bocadillo de pan entregado por el azabache. Aunque secretamente también reía al recordar esa expresión mínimamente sonrojada de su compañero. —¡Patos, patos, patos! ¡Tomen!

Suguru observaba a su tonto compañero manteniéndose a un par de pasos de el. El ambiente era algo tranquilizante con las ondas en el agua provocadas por el desplazamiento de aquellos animales, la suave brisa meciendo las hojas de los arboles en el área y un infinito cielo azul completamente despejado de alguna nube de tormenta.

—Déjame ayudarte. —Se puso de cuclillas a un lado del peli-blanco; con la atención puesta en la superficie acuosa. Habia interrumpido la emoción y el bullicio que estaba provocando su contrario, y al darse cuenta de que este se habia callado volteó la mirada en su dirección; encontrándose con la expresión atónita del albino. —¡H-ha darle de comer a los patos! —De pronto fue como si un gran nerviosismo le hubiera invadido el cuerpo.

—¡Suuguuruu! —Pasó su brazo alrededor del cuello del más bajo mientras conservaba una sonrisa boba en su rostro. 

Satoru reía y Suguru intentaba ocultar su rostro sonrojado por la vergüenza. Era muy común que Gojō lograra avergonzarle con sus gestos y acciones, e igualmente que Getō intentara ocultar sus reacciones aún cuando el albino si hubiera podido darse cuenta de ellas. Si, era un detalle muy común durante su convivencia. Pero algo de lo que el de orbes obscuras no tenia ni la más mínima idea era que al de ojos azules le gustaba mucho verlo sonrojado, y era por eso mismo que siempre intentaba ponerle nervioso con cada oportunidad que se le presentara.

—¡Oooh! ¡Mira ahí, Suguru! —Le llamaba buscando su atención. Pero al ver que el azabache aún no reaccionaba le agitó el hombro. —¡Mira, es una mama con sus crías! —Aún seguía meneándole.

—¡Ya, ya los vi! —Dijo al mismo tiempo en el que intentaba apartar la mano de Satoru de su hombro para que dejara de menearle. —¡¿Podrías soltarme ya?! —Ahora su rostro estaba enrojecido por el coraje. Pero logró que Satoru le soltara.

—¡Se están acercando! ¡Vienen hacia aquí! —Sonreía emocionado por la escena, haciendo una perfecta "o" con sus labios a medida que se aproximaban hasta el lugar en donde yacían el y Suguru.

Por otra parte, Getō observaba atentamente la escena en silencio a un lado del escandaloso de su compañero. Las crías de aquella madre eran pequeñas y muy tiernas ante sus ojos, haciéndole sentir ternura en su corazón; sentimiento que se incremento al oír perfectamente aquel sonido característico de los patos: "Cuack".

—¡Holaaa...! —Satoru saludaba animadamente a los pequeños animalillos que acompañaban a su madre. Troceó el pan y arrojó unos pocos trozos al agua para que pudieran comer. —¡Vamos, Suguru! ¡Dales de comer! —Dijo para después entregarle un cacho del pan a su amigo.

—Ok, ok. —Accedió y comenzó a trocear el pan para dárselo de comer a los patos. Les observaba mientras estos hacían su característico sonido; encantado.

—Son muy tiernos, ¿no lo crees? —Satoru le miraba atentamente con sus ojos azules cubiertos por las gafas obscuras. El más bajo asintió con su cabeza. 

A Gojō podía sorprenderle lo tan silencioso que podía llegar a ser su compañero, así como también creía que a Getō le sorprendía cómo el podía ser tan ruidoso. Pero Satoru sabia cuando era un buen momento para disfrutar del silencio, el ambiente y las buenas vistas; y ese era uno de esos momentos. Finalmente ambos se quedaron embobados mientras disfrutaban de aquella escena.

Si Satoru debiera confesar algo seria que era muy gustoso estar en compañía de Suguru. La personalidad y el aspecto de ese chico tenían muchos detalles y peculiaridades que le hacían interesarse en el como si de algún espécimen único se tratara. Al albino particularmente le agradaba hacer reír o sonreír al azabache con sus tonterías, aún si después el pensara que parecía un idiota tonto.

Sus ojos pudieron captar la linea curva en los labios del contrario; era una sonrisa tan delicada, tan gentil y tan hermosa... Y sólo el y los patos podían presenciarla.

—¡Vamos por más bocadillos!

🤍🖤 #SatoSuguFluffWeek2023.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora