𝐌𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄

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Todo comenzó aquella noche en la que te vi llegar a la fiesta de máscaras, mientras murmuraba con mis amigas sobre los jóvenes solteros que ingresaban al gran salón. Mis alegres compañeras se iban poco a poco para bailar una pieza con los apuestos muchachos, hasta que me quedé completamente sola. Sin embargo, no podía quitarte los ojos de encima, algo de ti me cautivaba, talvez tu misteriosa forma de ser.

También te encontrabas solo, como yo. Pasaron las horas y seguías inmóvil en un rincón, la fiesta iba a terminar, y si no iba hacia ti me quedaría con la duda de quién eras realmente.

Di unos pasos hacia donde te encontrabas, y con cierta timidez te hablé.

— Buenas noches -Dije haciendo una leve reverencia.

Volviste tu mirada a mi, y me devolviste el saludo.

— Buenas noches, hermosa dama —Respondiste, también con una leve reverencia—. Veo que se encuentra muy sola, usted tan bella y su pareja aún no la ha sacado a bailar

— Puedo decir que me es difícil encontrar al hombre indicado.

— ¿Aún no está comprometida?

— No...

Pusiste un dedo bajo tu barbilla, y sonreíste de una manera que no podré olvidar.

— Entonces ¿Podría usted concederme esta pieza?

Sorprendida te miré a los ojos, esos hermosos ojos color verde. No iba a desaprovechar este momento, bailar con el hombre que he estado mirando toda la noche.

Solo te extendí mi mano, y tú la tomaste dándole un delicado beso para después acercarme a ti y llevarme al centro. Íbamos suavemente al rítmo de la música. Estaba embriagada por tu aroma e intrigada por quien se ocultaba detrás de la máscara. Tan distraída de la realidad, me enamoré de alguien que ni siquiera conocía.

A cada pregunta de quién eras le buscabas una salida, evitando responder. Te seguía el juego hasta que fuímos más allá del baile, a un lugar más lejano de la multitud.

En ese momento el corazón le estaba ganando a la razón, caí bajo tu encanto y tu voz profunda la cual me llevaba poco a poco a donde el placer eterno, donde las caricias se volvían a la lujuria y el deseo era un hábito, una necesidad. La luz de la luna era lo único que nos alumbraba en la oscuridad que gorbernaba aquella habitación.

Dejamos nuestros antifaces a un lado y comenzaste a quitarme el vestido lentamente; esa noche conocería por primera vez lo que era hacer el amor con alguien.

El momento fué mágico, único, hiciste que me sintiera realmente como una mujer. Pero al abrir mis ojos por los rayos del sol que pasaban a través de la ventana, noté que ya te habías ido. Una carta al lado de la cama fué el único rastro que dejaste. "Volveremos a vernos pronto, mi hermosa doncella", era lo que decía el papel.

Confié en tus palabras, la ilusión llenaba a esta jóven noble que lograste hacer tuya. Te esperé, noche tras noche suspiraba en mi balcón, recordando las caricias que me brindaste en nuestra primera vez, pero no te veía llegar.

Pregunté a mis conocidos si te habían reconocido en la fiesta de aquella noche. Al parecer nadie te vió entrar ni salir del salón.

¿Acaso había estado soñando? ¿Acaso eras un fantasma?

A pesar de mi seguridad al hablar, nadie me creyó. Y así, en un tiempo mi madre decidió buscarme una pareja, eligiendo al hijo de una familia adinerada, uno de los pretendientes que aún me seguían.

Caí en depresión pues estaba empezando a creer que jamás volverías, y mayor fué mi tristeza al enterarme que me casaría en unos días con aquel muchacho.

Hasta que el día de la boda llegó, con lágrimas llegué al altar. Y cuando la esperanza estaba casi perdida...

— Si hay alguien que se oponga a este matriminio, que hable ahora o calle para siempre.

Las puertas se abrieron fuértemente, y un hombre enmascarado entró junto a otros tres bandidos con traje, todos armados.

— Yo me opongo. -Dijiste, apuntando con tu pistola al que iba a ser mi futuro esposo.

Corriste hacia mi para tomarme en lo que todos salían de la iglesia. Me subiste a tu caballo y huímos del lugar, a lo lejos podía ver a mi madre gritándome furiosa que volviera.

Te abrías paso entre la gente con disparos al aire, alejándonos de la ciudad y dirigiéndonos a otra donde nadie nos pudiese encontrar.

— Te dije que volveríamos a vernos pronto, mi amada Manora. Tu ya eras mía desde que te vi, no iba a permitir que mi tesoro fuese de alguien más...

— Popgoes, cariño... jamás dejé de pensar en ti... —Dije, y te besé mientras te quitaba la máscara.

Fuímos felices por un tiempo, hasta que tuviste que irte lejos de mi otra vez, pues una peligrosa misión te esperaba en un pueblo lejano, de la cual dudabas si saldrías vivo.

No quisiste que fuese contigo, no quisiste arriesgarme, y está bien.

Te volví a esperar durante meses, pero no volvías. Mi preocupación aumentó mientras pasaban los días, pero al ver por la ventana divisé a lo lejos tres caballos acercarse.

Eran tus compañeros. Pensé que vendrías con ellos, pero no fué así; me temía lo peor...

— Blake, ¿Dónde está mi marido... ?

— Señorita, lo siento mucho, pero... Popgoes no sobrevivió... —Respondió tu mejor amigo, bajando la mirada.

Rompí en llanto, no podía creerlo. Tú ya no volverías jamás, y el dolor en mi corazón se intensificaba con cada grito que daba. Recordaba todos los momentos felices que pasamos, y estaba dispuesta a quitarme la vida para acabar con mi sufrimiento.

Ahora soy yo, amor, quien te promete que volveremos a vernos pronto.

𝐅𝐈𝐍

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