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Angelica
Miro a mi alrededor en busca de un cartel con mi nombre, pero solo acabo viendo familias reunidas y parejas abrazadas. Suspiro y empiezo a caminar esperando ver a mi primo por alguna parte, rezando para que se haya acordado de venir a por mi al aeropuerto como prometió hacer. Hace mucho que no venía a Madrid, perfectamente habrán pasado 11 años desde la última vez que estuve aquí. Antes de la muerte de mi madre venía a pasar todos los veranos con ella y su familia, pero tras el accidente perdí completamente el contacto con mis tíos y mis primos. Aunque todo esto cambió hace cosa de un año, cuando recibí un paquete con cosas de mi madre y una carta escrita por mi primo dentro de este, donde se disculpaba por todo lo ocurrido durante estos años y me pedía por favor que retomáramos contacto, poniendo su número de teléfono y su instagram al final. Acabé enviándole un mensaje, aceptando sus disculpas y aceptando su propuesta. Enseguida nos pusimos al día, le conté sobre mi carrera en Saint Martins y él me contó sobre su trabajo como streamer, el cual según he visto por sus redes no le va nada mal.
Mi teléfono empieza a sonar en mi bolso, haciendo que pare en seco para poder sacarlo. Veo el nombre de mi primo en la pantalla y llevo el teléfono a mi oreja cogiendo la llamada.
— ¿Se puede saber dónde narices estás, Jaime? -pregunto con mi marcado acento británico, algo molesta- No te veo por ninguna parte.
– Hola a ti también, Barbie -dice sarcásticamente, remarcando la ironía en mi apodo- Todavía no he llegado a barajas, había un atasco horrible por mi calle.
– 11 años han pasado y sigues llegando tarde a los sitios, lo tuyo es increíble -digo ya algo más tranquila, bromeando un poco- Si aún te queda mucho, voy a buscar por aquí algún starbucks o algo donde comprarme un café, el vuelo me ha dejado agotada.
— Sí, sí, sin problema, cuando esté cerca te llamo y me dices donde estás y eso -contesta- Oye por cierto... se me ha olvidado comentarte una cosilla...
— Sorpréndeme.
— Unos colegas volvían justo hoy de un viaje a Roma, se supone que su vuelo aterrizaba más o menos a esta hora. Les dije que como iba a ir a buscarte que se vinieran y así se ahorraban el taxi o el uber.
— Voy a tomarme esto como que solamente llegas tarde para recoger bien a tus amigos, el café me lo vas a pagar tú.
— Sí, sí, lo que digas primita, nos vemos, un beso. -y cuelga sin dejarme despedirme de él.
