Prólogo

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Desde aquel día nada volvió a ser igual. Mi nombre es Jade, tengo 18 años, y vivía con mi madre, mi hermana mayor Sofía y mi padrastro en Madrid.

Sí, vivía con ellos, porque lo que pasó aquel día me cambió la vida por completo.

Todo ocurrió un 13 de noviembre, mi día transcurrió como siempre. Fui al instituto, quedé con Selena, mejor amiga mía desde primaria y llegué a casa, me dormí, y escuché unas voces de madrugada.

Me asomé al comedor, donde mi vida se desmoronó por completo.

Terror, miedo, escalofríos, horror. Todo eso es lo que sentí al entrar al salón. Mi madre, con el cuerpo amoratado, lloraba sentada al lado del cuerpo sin vida de Lorenzo.

Sofía, que fue la primera en notar mi presencia, se acercó a mí. — Escucha Jade, quiero que te escondas en tu cuarto y que no salgas hasta que yo te avise ¿vale?

Sofía estaba asustada, en su cara se veían los ojos hinchados y llorosos, y aunque tuviera 20 años, esa situación se le escapaba de las manos.

— Pero Sof , ¿porque? - empecé a sollozar-. Me abrazó fuerte y me llevó a mi cuarto, después, volvió con mi madre.

Los agentes de policía, ambulancia, y funeraria llegaron poco después, tras la llamada que hizo Sofía, pues mamá aún seguía en shock.

— Señora por favor, sé que es un momento difícil, pero necesitamos saber que ha pasado - dijo el agente de policía un poco impaciente ya-

— Yo puedo explicarlo, si ustedes me lo permiten... - dijo Sofía al ver que mi madre no respondía-. — No Sofía, déjame hablar con el agente - dijo mamá con la voz entrecortada-.

— Y bien, señora, ¿qué ha pasado? -habló de nuevo el agente-. Mi madre intentó hablar sin entrecortarse. — Mi pareja -carraspeó- vino a casa muy borracho, él siempre que está borracho me golpea, pero hoy intentó... -empezó a sollozar- perdón -trató secar sus lágrimas- intentó matarme... y yo... yo... me defendí...-comenzó a llorar de nuevo-.

El agente suspiró — Señora, voy a necesitar su documentación. -miró brevemente hacia dónde se había ido Sofía-. — La joven de antes, ¿era su hija?.

— Así es, mi hija mayor, y mi Jade... -empezó a sollozar- mi pequeña Jade...

— Entiendo entonces que tiene dos hijas...-cogió la documentación que mi madre le dió y le echó un vistazo- Bien, Virginia, me temo que debe acompañarnos.

Mientras todo esto sucedía, la ambulancia notificó la muerte de Lorenzo, por homicidio, y se trasladó a casa también rato después la funeraria.

— ¿Podría hablar antes con mis hijas...? -dijo mi madre aún con lágrimas en los ojos-. El agente dudó — 10 minutos, después, debe acompañarnos.

Subió a mi habitación con prisa, abriendo la puerta casi bruscamente, yo estaba tumbada con la cabeza sobre las piernas de Sofía, después de que ella me contara lo sucedido.

Solo tenía 15 años, pero no me costó entender que esta situación terminaría pasando, ya que estaba al tanto de la relación que mantenían mamá y Lorenzo.

Mi padre biológico murió cuando yo tenía 3 años, en un accidente de tráfico de vuelta a casa, mamá conoció a Lorenzo 5 años después.

— Sofía, Jade... -aún recuerdo sus ojos azules, como los míos, mirándonos con desesperación- — Tenéis que iros a Nueva York, allí están vuestros tíos y vuestro primo, y no os va a faltar de nada jamás, al menos hasta que yo salga, ¿entendido? -nos miró-

— Pero mamá...-Sofía fue la primera en hablar-. — No Sof, nada de peros, así será, tus tíos y tu primo Santi son lo único que tenemos y lo sabes. -mi madre me miró a mí- — Jade, haz caso siempre a lo que te diga Sofía, y a tus tíos, por supuesto.

— Mamá...-la abracé fuerte mientras lloraba- — Perdóname...-me abrazó contra su pecho- perdonadme las dos...-Sofía se unió al abrazo, y lloramos las tres encima de mi cama-

El último recuerdo que conservo de mi casa es verla con el precinto policial, y el último recuerdo que tengo de mi madre, es el de ella saliendo de casa acompañada por los agentes de policía y subiendo al coche patrulla.

Al subir al avión con Sofía me entró pánico, era la primera vez que volaba, y entre eso y los nervios que ya tenía por lo sucedido, vomité de lo lindo mientras volábamos rumbo a Nueva York.

Al aterrizar nos recibieron mis tíos, Luis y Carla, ellos viven en Nueva York porque a mi tío le salió un contrato millonario, ahora lleva una empresa de tecnología, una de las mejores de la zona.

— Espero que estéis mejor, sé que no puedo daros el cariño que os da vuestra madre, pero estaremos bien ¿sí? -dijo mi tía cuando llegamos a su casa-

— Gracias tía Carla -sonrío Sofía- — Puede que Jade al principio sea tímida, solo dale tiempo -le susurró a mi tía en el oído, aunque yo me enteré de todo-.

Esa noche dormí fatal, no llevaba bien el dormir en casas ajenas, hasta cuando me quedaba a dormir en casa de Selena, mi mejor amiga, me sentía incómoda.

Aún así, 3 años más tarde, un día cualquiera, me levanté a las 12 de la mañana, con mala cara porque no me acostumbraba a mi nueva vida, bajé a la cocina y vi a Sofía hablando con Santiago, nuestro primo mayor.

— Buenos días, Jade -me saludó Santi- ¿cómo has dormido? -siguió haciendo el desayuno- — Te apetece algo para desayunar?

— Sólo un vaso de leche fría, gracias -le dije sin ánimo mientras me sentaba en uno de los taburetes-.

— Marchando un vasito de leche para mi prima -me lo sirvió al instante-

— Sofía, salgo al gimnasio, vuelvo pronto, díselo a mi madre, ya que hoy me voy más tarde de lo habitual -le dijo Santi a mi hermana mientras guardaba la leche-.

— Eso está hecho -le dijo Sofía mientras terminaba de desayunar su bollo de chocolate y su café, su desayuno favorito-.

— Esta noche estoy planeando hacer algo, no sé, una fiesta, necesito desahogarme -dijo Santi cogiendo su bolsa de gimnasio- — Os apuntáis? Será divertido, así vosotras también os divertís -nos miró a los dos-.

— Bueno, estaría bien, verdad Jade? -me miró mi hermana- — Si... digo, por probar, vale. -fue lo único que pude decir en ese momento-.

— Genial, cuando vuelva hablamos sobre cómo lo haremos. -Santi se dirigió a la puerta- — Hasta luego nenas -se fue-.

— Que tipo más pesado. -suspiré mirando a Sofía-.

— Es lo que hay, hermanita -me dijo-

Lo que no esperábamos, ni ella ni yo, era lo que pasaría en la fiesta que nuestro querido primo Santi, estaba organizando con tanto entusiasmo.

Nota de la autora: Hola! Espero que esta pequeña introducción a la historia os guste, un poco dramático al principio, lo sé, pero seréis recompensados con muchísimos buenos momentos. Kiss Kiss ;)






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