Folium Morti

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Siento el sabor de la muerte en mi boca. Lo vuelvo a sentir como lo sentí esa tarde. El dulce sabor de la muerte que llega impasible a mi encuentro en esta fosa olvidada. Es irónico que estando ya muerto y con este hedor putrefacto en esta fosa maldita aún resienta esta agridulce muerte, este sabor amortajado que no me deja descansar. Constanze, Constanze. Qué podías hacer, tan confundida estabas ese día, sino dejarte convencer por esos idiotas que te dijeron que lo mejor sería un entierro económico; no te culpo. Como te ibas a imaginar que cuando decían "entierro económico" se referían a tirarme en esta maldita fosa, como tiran una bolsa de basura entre un montón de estiércol. Si decían que cuando era adolescente era un tanto vanidoso, sin duda esa vanidad desapareció con la última palada de tierra que cayó esa tarde. Seguramente eso lo inventaron los italianos, siempre tuve la sospecha de que nunca me aceptaron del todo, desde esa vez que quise presentar mi primera ópera, no podían soportar que un niño de 12 años fuera mejor que sus improvisadores, garabatistas insulsos que no entendían ni siquiera un ápice de lo que era la noción del orden. Fue en uno de esos viajes en que mi padre me presentaba como la octava maravilla, como el amado de Dios, como decían algunos, o como también inventaban, que todo mi talento provenía de un anillo que siempre tenía puesto, porque no había partitura que con mirarla una vez yo no pueda interpretarla y variarla en el clave en esa época. Re menor. Sí, también como en esa tarde me zumba en el oído melodías sueltas de esa obra que terminó por matarme. Tum. Tum, pam, pum... ¡Basta! Ni siquiera después de muerto van a dejarme en paz estas malditas notas asesinas...

La flauta mágica, también la sentía, esas malditas notas horadaban mis oídos como agujas de timbal, a la vez que escuchaba levemente la voz de mi cuñada tarareando el aria que tan dulcemente había interpretado. Ya terminé papá le decía cuando concluía mi primera sonata para clavicordio. El hombre no sabía si reír o llorar por dicho descubrimiento, es que para el primer violinista de la corte de Viena, tener un hijo que a los 4 años componga sonatas es de extrañarse. Un idiota, un perfecto idiota es lo que eres, el hecho de suicidarte luego de enterarte de mi muerte fue un hecho tan plausible como incoherente aunque te lo agradezco ya que ahora eres el amanuense que copia este discurso de palabras muertas para que alguien lo encuentre en algún punto del universo y dejen de especular sobre mi muerte. Cuando termines de copiar este discurso muerto le pondrás por título Folium Morti para que todo aquel que lo lea sepa de mi agonía y entienda mi sufrimiento. Hasta que el día llegó. Un hombre había tocado a mi puerta Buenas tardes vengo de parte del Conde M*** para pedirle a il Maestrino escriba un réquiem por la muerte de su esposa, aquí tiene un adelanto una vez terminado el trabajo su excelencia recibirá la entrega final. Un réquiem definitivamente era una obra que merecía entrega y no la iba a terminar en dos días como terminé mi última sinfonía, debía esforzarme por esta misa, sobre todo por que ya hacía tiempo que no escribía misas. Además de todo el dinero prometido era mucho, mucho más de lo que se negaron a pagarme cuando escribí ¿o debo decir transporté? Jajaja! El concierto para flauta, ese desafinado instrumento no merecía que alguien se molestara por escribirle ni siquiera un compás, herramienta imperfecta para mis fines creadores como lo eran el piano, la viola o el clarinete ah! Rememorar mis doce años tocando la viola se me antoja ahora como un capricho, un dulce capricho cuando mi padre me presentaba como la nueva sensación de Viena. Cada tanto los servidores del conde iban a casa a preguntar por el progreso de la obra, apenas empecé unas líneas contestaba dejaban un poco más de dinero y luego sólo se iban. La idea del réquiem iba creciendo diabólicamente en mi cabeza, las ideas fluían como gritos al tiempo que escribía hasta dar mi último aliento cada noche, lentamente el pensamiento se iba afianzando en mi cabeza: ya no era el réquiem por la muerte de la esposa del conde, era el réquiem de mi propia muerte...

Claro que escribía otras cosas en medio de esta obra, como esa vez que le regalé una de mis sonatas a ese muchacho de Bonn que conocí en una oportunidad: El mundo hablará de él sin duda. Si podía encontrar tiempo en mis arduas tareas me divertía con otras cosas como esa vez que terminé el concierto para unos de mis grandes amigos, ese concierto que me hubiera gustado presenciar pero ya la muerte me empezaba a seducir con su macabra mirada ineludible. Pude darme cuenta que el conde se impacientaba cada día ya que la visita de sus ayos se volvía cada vez más frecuente, aunque con menos dinero, de las catorce secuencias y el introitos apenas cinco de ellas estaban terminadas y la impaciencia del conde interrumpía mi pasión. No pasé noches tranquilas, cada noche me llevaban inconsciente a mi habitación para repetir lo mismo al día siguiente, la muerte mejora cada día sus técnicas de seducción.

Llegó esa tarde siento el sabor de la muerte en mi boca te dije recuerdas te dije que aún no quería morir ya que aún quería seguir creando ahora mismo mientras te digo esto estoy escribiendo una sonata para clarinete y piano en Mi bemol mayor, obra que nunca encontrarán porque la pienso dejar al lado de mi cuerpo muerto en la fosa común, en la maldita fosa común en que me dejaron de tal manera que nunca podrán saber lo que después de muerto puedo hacer ni siquiera tu mi muerto amigo ya que cuando llegues descanso eterno que todo muerto busca es muy probable que ni siquiera recuerdes mi sombra. Ni mi sombra pudo terminar el réquiem por eso le encargué el fin de la obra a otros alumnos ya que no podía darme el lujo de perder ese dinero 626, 6, 2, 6 el número par de mis postrer muerte que me dejaron como poste caído en esa fosa común de comunes agravios de olvidados recuerdos con el soplo masón en el réquiem de mi muerte que no pude ver en final concluso, sólo después de muerto lo escucharía aunque una repentina venganza borraría esas nuevas notas. Y sin más preámbulos malditos, con ese sabor amargo, fangoso, pegajoso, morí. Luego que transcurriesen tres días de mi "entierro" pude saber que mi discípulo pudo terminar el réquiem y entregárselo al conde para recibir el dinero prometido que tanta falta le hacía a Constanze en esos momentos. Pero llegó la maldita sorpresa con la que no contaba luego de la retribución supe que ese desgraciado conde no tuvo mejor idea que decir que el réquiem era invención suya sí eso dijo aunque te rías diciendo que es una estupidez es la verdad mi muerto amigo. Constanze estaba muy confundida y no sabía lo que pasaba pero yo no debía tomar venganza por el atrevimiento de ese ingrato. Esperé desde mi tumba, aunque llamar así al agujero donde me arrojaron sería dulcificar el término, desde ese maldito agujero esperé impaciente masticando mi venganza contra ese desgraciado.

Llegó el día, el palacio de Viena fue el escenario para el estreno de mi réquiem ahí pude ver a mis grandes amigos con los que compartí mis años mozos mis alegrías y desventuras, ya no sabía nada de mi muerto discípulo le dije que llevara el Folium Morti a algún rincón donde un distraído historiador lo encuentre para que entiendan algunas cosas de mi vida. Empezó el réquiem con el majestuoso Introitus que con tanta pasión escribí, pero de pronto hubo un silencio, un bendito silencio llenó la sala los presentes quedaron atónitos, estupefactos al ver al Conde que caía desangrado en la puerta del salón los músicos y los solistas no entendían lo que pasaba inmediatamente acudieron a ver que le pasaba al conde que había fallecido en el acto, había ocurrido un doble réquiem, una doble muerte en una sola noche. Satisfecho abandoné la sala, satisfecho de que la justicia divina actúe en detrimento del talento, mi risa retumbó en todo el lugar, empecé a cantar los primeros compases del Gloria y los presentes al reconocer mi voz corrieron despavoridos y yo estuve feliz como nunca lo estuve en mi vida feliz de demostrar que de mi talento nadie se burla que ¡DEL AMADO DE DIOS NADIE SE BURLA!...

Folium MortiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora