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taehyun miraba la costa con un sentimiento algo difícil de descifrar; tan difícil que ni el mismo sabía explicar.

no había ni un alma por el lugar. pese al lindo día, la playa estaba vacía. nadie disfrutaría de los tenues rayos de sol, ni de la suave brisa salada acompañada del nítido sonido de las olas al reventar en la orilla. nadie más que el chico solitario que se encontraba vagando por ahí.

sus pies estaban húmedos y una fina capa de arena los bañaba, pero estaba tan hundido en sus pensamientos que no notaba todo lo que tenía entre ellos.

se sentó cerca del agua. su short cayó de bruces al suelo, mojándolo. con sus manos, palpó la superficie y frotó entre sus yemas las diminutas piedrecitas.

ni cuenta se dió cuando una ola más grande de lo habitual (mínimamente más grande) le pegó de golpe. sintió el agua recorrer sus piernas hasta abajo de sus hombros, su cuerpo quedó empapado en sal. unas pequeñas gotas alcanzaron sus ojos, y ahora le ardían.

comenzó a llorar. las lágrimas que brotaban limpiaban la suciedad que había entrado, sin embargo, aún con eso listo, no cesó nunca. cada vez apretaba más su visión, lo hacía con dolor. sentía sus mejillas calientes. con sus dedos se tocó con suavidad, humedeciéndolos más de lo que ya estaban.

le hubiera gustado culpar a esa onda de agua que se arrastró sobre él, le hubiera gustado acusarla de su mirada llorosa que le quemaba. estaba apunto de hacerlo cuando algo se atravesó por su mente; un algo que no fue muy claro de ver, él no quería que fuese claro.

pero taehyun ya sabía que era, o mejor dicho, quién era. es más, desde que llegó a la playa, e incluso mucho antes, supo de quién se trataba. siempre lo ha sabido.

se le escapó un suspiro pesado que calló tapándose el rostro con sus manos, como si alguien lo fuese a escuchar. sus sollozos cada vez se hacían más fuertes, tan fuertes que se convirtieron en llanto. sus labios ya no podían mantenerse sellados ni sus ojos podían dejar de gotear. no mientras él estuviera en su cabeza.

una ola volvió a golpear la orilla y fue salpicado nuevamente. se estremeció y, gracias a eso, se despegó por un segundo de sus pensamientos y de quién estaba en ellos.

trató de levantarse y al hacerlo, sintió una gran incomodidad por su cuerpo, pero poco le importó. ya en pie, dirigió sus pasos hasta el agua. por cada paso que daba revivía el recuerdo.

fue ahí cuando al fin se rindió ante si mismo y su memoria. permitió llenarse de quien tanto pesar le causaba. de aquella persona que pareciera estar incrustada en su interior. de él; el chico que le traía remembranza.

su imagen llegó junto al airecillo del lugar, leve, delicado e imperturbable. cavó por cada rincón desamparándolo después.

taehyun lo pudo ver como si de una fotografía se tratase. observó las hebras teñidas de un leve rubio que caían en cascada, acariciando su piel tersa y blanca. sus brillantes ojos cafés que eran adornados por finas pestañas y sus labios que a menudo eran dibujados con curvas risueñas.

escuchó su voz retumbar en su cabeza. el zumbido de su canto se movió por todos lados. sintió punzadas y un dolor cada vez más insoportable. pero, sin duda, nada se comparó con la angustia que lo invadió al oír su fresca risa. le carcomía la sensación de él estando a su lado.

sus piernas estaban tan aturdidas al igual que sus sentidos, que no percibió el mar que ya le llegaba hasta las rodillas. sus pies no notaban las duras piedras que pisaban. tembló sin estar consiente. apenas lo estaba.

corrió el viento y él, de lo débil que se hallaba, se desvaneció. aún no se encontraba en lo más profundo, sin embargo, las olas que se formaban bastaban para remojarlo. eso no le interesaba, toda su atención la tenía el chico del ayer.

el chico del ayer, repitió en su mente. “¿habrá un momento en el que te olvide?

el nombre que por mucho tiempo evitó, ahora resonaba. suspiró con desolación cada letra, vocal y sílaba de el, para luego ahogarse en un gemido penoso que le clavó la garganta.

— beomgyu.

por largos años quiso abandonar sus vivencias pasadas. sumergirlas en el océano y, ojalá, extraviarlas. en algún momento pararían de respirar y se perderían en las profundidades. tal como lo hizo él. pero, por más que aseguraba que lo estaba logrando, realmente no lo hacía. y no lo hará.

veía a beomgyu por donde caminara. aunque presionara sus ojos y los escondiera bajo una venda de la cual ni la luz dejara pasar, aún lo veía. aun aunque ya no estuviera aquí.

su cuerpo comenzó a entumecerse, ya no tenía sensibilidad y lo supo cuando se percató de que el agua rebasaba sus hombros e inhalar le era casi imposible debido a las pequeñas olas que se formaban. todavía topaba sus pies en el suelo y si se lo proponía hubiese podido salir de ahí y volver a la orilla, ahorrándose el acontecimiento que se avecinaba, sin embargo, no lo hizo.

y menos lo haría cuando, oculto en lo más lejano, dió con el suceso, el momento, el recuerdo y la razón de todo esto.

en lo recóndito de su perdurable memoria, lo vio; se contemplaron juntos, bañándose en el mar, mojándose. ambos restregaban sus pieles contra si con lentitud, se besaban con frenesí, juntaban sus labios y los volvían a separar como si fuese su última vez. curioseaban con sus narices el aire salado en el cual se hundía el otro y se tanteaban con amor.

entre suspiros y cariños sutiles; entre deseo. todo de él era de beomgyu, todo a tal punto que no reconocía ni sus propios oídos, ojos y olfato..., su tacto era el único que se mantenía en la superficie y solo porque su chico se habia apoderado de el. se había apoderado de él, entró por los huecos de antaño conquistándolo.

no advirtió de lo violento que se estaba tornando el mar, pues creyó que era su imaginación de lo tan atolondrado que estaba. siguió creyendo que era su imaginación, aun cuando estaba presenciando directamente, como beomgyu se perdía en la gran masa de agua que los rodeaba.

cada vez lo divisaba menos, fluía el temor de ya no hacerlo, al igual que fluían las corrientes que lo alejaban. no pensó, no cayó en cuenta, no se movió ni mucho menos lo ayudó. no escuchaba, no veía, no sentía, no respiraba. todo se nubló y repleto de agua quedó.

solo después de minutos reparó en que beomgyu ya no estaba ahí. ni siquiera sabía donde estaba el mismo. se desfalleció.

taehyun despertó de aquel recuerdo desconcertado. no exhalaba, pues lo confundía más. sintió su cuerpo como si estuviera flotando en medio del mar, a la deriva. o es que lo estaba. se había echo heridas que le incendiaba, que penetraban con intensidad. ignoraba ni tampoco intentaba responder a la pregunta de como se había herido; ya no quería intentar nada.

quizás de esta forma, reflexionó, nos volvamos a unir.

era un muerto. lo confirmó, cerrando por última vez sus ojos, su ventana del alma que podrida en agua estaba. su ardor era tan inmenso que su cuerpo ni siquiera se molestaba en sentirlo. sus articulaciones pararon de tiritar, sus oídos dejaron de oír, sus pulmones ya no respiraron más y su corazón bombardeó su último latido.

deseó, antes de esfumarse, a beomgyu. deseó reencontrarse con él en algún lugar lejos de aquí, en alguna otra vida, quizá. en una en la cual no fueran tragados por el mar.




sea ⛧ taegyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora