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Esta es la historia de un príncipe de cabellera rubia cuyo nombre todos han de saber. Shim Jaeyoon, primer y único hijo del reino de Daegu, fue bastante aclamado desde nacimiento. Y no era para menos. En una época dónde dificilmente se encontraba a alguien de rasgos perfectos, el pequeño nació con una hermosa piel pulcra de un tono similar a la nieve, acompañada de la inusual cabellera rubia y grandes ojos azules fácilmente confundibles con dos diamantes que no tenían nada que envidiarle a los que las clases altas suelen relucir en eventos sociales.

Tenía una belleza inusualmente delicada,
legando a un punto donde todos a su
alrededor temían incluso verlo por si el
pequeño se rompía. Es por esto que era
conocido como el príncipe de porcelana.
Siendo un pequeño príncipe tan popular
y sobreprotegido por sus padres, era de
esperarse que se convirtiera en el objetivo principal de todos los enemigos de Daegu, o simplemente malas personas que querían arruinarlos sin razón aparente.

Debido a esto se tomaron muchas medidas de seguridad, entre ellas el mantener al niño completamente encerrado en una pequeña habitación en lo más profundo de los calabozos, sin la luz del sol, ni juguetes, mucho menos agua. De hecho, tampoco había muebles. Tan solo era el pequeño, un peluche de osito que se escondió debajo de la ropa para poder traerlo, los barrotes de metal que lo mantenían ahí encerrado y el frío suelo de mármol que tantos temblores le causaba.

Aunque pueda parecer algo cuestionable,
sus padres se libraron de cualquier mirada sospechosa al permitirle salir varias veces durante el día, pero únicamente si estaba acompañado de al menos diez guardias y solo podía ser para ir a comer, beber o usar el retrete.

Y aún con esas medidas tan extremas
no se pudo evitar que el pequeño fuera
secuestrado.

— "En un lugar recóndito quedará el primer varón nacido de los Shim, aislado en la gran torre hasta que un perfecto y caballeroso príncipe de elegante apariencia vaya a rescatarlo con sus más honestas intenciones" — recitó aquel hechicero encapuchado cuando varios guardias alzaron sus espadas nada más este tomó al menor de apenas 8 años.

Obviamente huyó antes de recibir daños.

No se le hizo difícil, tenía gran control sobre la magia que Jake admiró con un brillo en sus ojos a pesar de la situación en la que se encontraba.

Al parecer sus padres habían hecho enojar al chico, y el pobre niño tuvo que sufrir las consecuencias al quedar encerrado en una torre, tal y como había dicho el hechicero. Pero no fue tan malo como esperaba.

Han pasado unos pocos años desde entonces.

Si bien es cierto que no podía salir, esa torre es bastante lujosa y espaciosa, mucho más iluminada que el calabozo donde vivía con anterioridad, y contaba con todo lo necesario para que un niño en crecimiento como él pudiera vivir bastante bien.

Eso sumado a que cada vez que despertaba, ya tenía todas las comidas del día, las cuales siempre eran variadas y cumplían con los nutrientes necesarios para mantenerse saludable.

Y siempre que necesitaba o quería algo,
incluso sin haberlo pedido — pues realmente no había nadie a quien pedírselo al día siguiente lo tenía.

No sabía si era el hechicero o ese supuesto príncipe que nombró en su supuesta maldición. Nunca llegó a ver ni uno de los dos desde su estancia en la torre, aunque al príncipe se lo imaginaba como alguien muy alto y apuesto mientras que al mago le era imposible ponerle rostro. La única vez que lo vió fue cuando lo trajo, y este llevaba una tenebrosa capucha que no dejaba ver su identidad.

El caso es que estaba completamente solo, pero aún así había alguien lo cuidaba indirectamente.

Bueno, en verdad no estaba taaan solo.

Un búho de plumaje negro con grandes ojos amarillos ya estaba en la torre antes de que él fuera dejado ahí. Jake no sabía si llegó de la misma forma o vivía en ese lugar, pero lo consideraba su único amigo.

Y prácticamente estaban creciendo juntos, pues tanto él como el ave eran unos infantes con mucha vida por delante.

No sabe si tenía nombre, así que Jake lo nombró cariñosamente como Eoduun, que significa oscuro en coreano. Aunque para abreviar también lo llegaba a llamar Duun, y sonaba como un mote un tanto adorable que no encajaba para nada con el — ahora intimidante ave que parecía siempre estar enojado por las plumas encima de sus ojos.

Pero a Jake no le daba miedo, más bien se le hacía tierno.

— Ven, Duun, ¿quieres jugar? — pregunto alegre el rubio con sus ojitos brillosos de la emoción. Se le notaba bastante feliz.

El animal ni siquiera abrió los ojos, estaba cómodamente apoyado en un barrote que puso Jake exclusivamente para que él se pudiera posar.

— Oh, vamos, ¡sé que estás igual de aburrido que yo! — viendo que el búho seguía sin moverse, Jake se rindió y simplemente tomó asiento al lado de este — ¡Vale, tú ganas por hoy! ¿Al menos quieres mimos?

Con esa pregunta, el ave abrió uno de los ojos y miró directamente al rubio, haciéndolo reír.

— ¡Eres un interesado, solo me quieres para que le acaricie!

El chico había cumplido 10 años hace unos meses. Todo este tiempo estuvo esperando pacientemente la llegada del príncipe, que realmente no le importaba mucho pues se había acostumbrado muy bien a la agradable estancia en la torre.

Lo único que le molestaba era que en
ocasiones no tenía absolutamente nada que hacer. Se aburría mucho y al ver por los ventanales deseaba con todas sus fuerzas caminar por el hermoso bosque que había alrededor de la torre. Pero por ahora estaba satisfecho con poder presenciar el cielo cada vez que quisiera, algo que no podía hacer en palacio.

Jake esperaría pacientemente al
príncipe, no tiene prisa alguna por irse de ahí.

Holaaa, vengo con una nueva adaptación. Espero les guste mucho y le den apoyo, gracias a tddiih por aceptarme la adaptación<33