TWD: La última oportunidad.

Episodio 1: Sin retorno.

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Nunca pensé que habría tantos caminantes cuando entramos a esa última casa sin registrar de la cuadra, pero en mi defensa ¿Quien rayos amarra a unos "come cerebros" a la puerta del baño?, ¡Ni siquiera tiene sentido viejo!.

Ésto lo pensé mientras corríamos calle arriba para dejar atras a lo que se convertiría en una mini horda en tan solo unos minutos, no debí dispararle a ese caminante. . Pero muy probablemente mi compañero estaría muerto, supongo que era necesario hacerlo.

— ¿Lo tienes?. —

Le preguntaba con una respiración agitada sin dejar de trotar en medio de la carretera recta.

— Por supuesto que lo tengo. —

Me contestó con algo de sarcasmo, pero muy en el fondo sabía que había conseguido el objetivo.

Por supuesto que él no estaba tan fatigado cómo yo, desde pequeño que ha participado en carreras de atletismo de 100 metros, mientras yo me la pasaba trepando muros alrededor del Downtown, supongo que la gente no está hecha para algunas cosas que otras si.

— ¡Mira!, Ahí está la camioneta. —

Me dijo mientras yo trataba con gran esfuerzo de seguirle el largo y rápido paso que hacía por segundo. ¡Rayos! Ojalá ser más atlético. Levanté la mirada y logré observar el vehículo en el que ambos nos transportamos desde hace tiempo, pero justo después recordé la manada que afortunadamente cuando volteé la cabeza hacia mi costado izquierdo, con reojo noté que la habíamos dejado atrás. Por fin nos detuvimos al estar a unos 5 metros de la Van, me tomé un momento para recuperar el aliento y pensar en lo que acabamos de hacer, pero ese momento no duraría mucho. Mi compañero me empujó con fuerza haciendo que yo cayera al suelo, me quedé sorprendido por esta acción del contrario, pero justo después entendí el porque.

— Jaja. . Jajajaja. . . Jajajajajajaja. —

Se carcajeaba con intensidad en medio de la calle como si de un loco se tratara, pero extrañamente eso relajó el momento tenso que acabábamos de pasar. Aún así no me quedé con la duda.

— ¿De que rayos te ríes?. —

Le pregunté con un aparente gesto de enojo total en mi rostro, pero como si de verdad fuera, ya que solo quería hacerme el duro en ese momento.

— Jajajaja, viejo. . ¿Acabamos de hacer todo ese desastre por ésta miseria? jajajajajajaja. . —

Me preguntó levantando en alto la botella de agua que hace poco conseguimos y la cual fue la razón por la que entramos a esa casa. . Fue decisión mía. Decidí seguirle el juego y de igual forma dibujé una gran sonrisa en mi rostro.

— Jajajaja, así es amigo. . . Parecemos unos urgidos de miércoles. —

Expresé para posteriormente compartir risas con mi compañero que aún no podía relajarse, cada vez que pensaba en la situación le daba más y más risa. Supongo que no lo puedo culpar, esa actitud me ha mantenido con el ánimo intacto durante semanas, tal vez las risas podrían haber atraído más idiotas, pero en ese momento no le tomé importancia.