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Jimin se encuentra sentado en la oficina del director de la prisión, SeokJin. Él esperaba encontrarse con un señor viejo, lleno de arrugas, calvo y con una enorme panza, pero nada de eso ocurrió.


SeokJin es un tipo de metro ochenta, espalda ancha, labios sexys y cuerpo fenomenal, la tentación de cualquier persona. Algo fuera de lo común considerando su cargo.


-No pensé que conocería al hijo de ese bastardo. -Habló SeokJin.- Y menos que su hijo se lo cargara.


Jimin apretó sus puños. Esta arto de oír lo mismo, él no asesinó a su padre. Por mucho que odiara al viejo no se atrevería a matarlo, ni a él ni a nadie. No corría en sus principios.


-Yo no lo maté. -Sentenció con evidente molestia.


-Siempre escuchó lo mismo, bebé. No es nada nuevo. -SeokJin se levantó y le ordenó a los oficiales que estaban ahí que se salieran de su oficina.- Seré claro pequeño príncipe. -Sonrió.- Apenas pongas un pie ahí adentro, estarás muerto.


Jimin apretó su mandíbula, no quería morir, el era inocente y no perdía la esperanza de que las verdaderas pruebas salieran a la luz. SeokJin lo miro fijo y alzo su cabeza con una mano.


-¿O quieres aprender a jugar?. -Susurró en el oído de Jimin.


Sonrió en su cuello y volvió a su asiento, haciendo que Park lo observara en confusión total.


-¿Qué mierda quieres?


-Controla esa boca, Jimin. -SeokJin se levantó y sacó unos archivos del estante. -El bastardo de tu padre me debía dinero. Firma esto y la primera deuda queda saldada. Una semana de vida.


Jimin miró los papeles y meditó sus palabras. Hasta muerto el viejo le traía problemas. SeokJin le ofreció una pluma, sin dudarlo, Jimin firmó.


-Serán dos semanas SeokJin. - Jimin sonrió y pasó su lengua por sus labios carnosos.


-Aprendes rápido bebé.


SeokJin acercó su mano a la entrepierna de Jimin, le dio un apretón y estampó sus labios con los del menor. Park abrió la boca y SeokJin no dudó en meter su lengua para empezar con el húmedo jugueteo, separándose por la falta de aire en sus pulmones. Saliva escurría por los labios de ambos pero aún con las respiraciones agitadas, SeokJin tomó por el cabello a Jimin.


-Usa esa sexy boca y tu estadía aquí podría ser mejor. -Jimin sonrió y bajó los pantalones del director acompañados de su ropa interior.


La erección de SeokJin se alzó ante los ojos de Jimin, era largo, no tan grueso como le gustaba a Jimin, pero sin duda era apetecible. Pasó su lengua por toda su extensión y le apretó los testículos. El mayor dejó salir un gemido roncó, tomando entre sus manos la cabeza de Jimin incitándolo a que siguiera.


-Hazlo rápido. -Gruñó.


Park sonrió con astucia, de una sola metió el duro y caliente pene a su boca. El miembro de SeokJin llegó hasta el fondo de su garganta, gracias a la experiencia que tiene controló las arcadas y siguió sin problema.


La oficina estaba inundada de ruidos obscenos y húmedos, el director embestía con fervor la boca de Jimin mientras el le brindaba caricias en los testículos y succionaba el glande con devoción.


Jimin parecía un niño con su dulce favorito, su cabeza subía y bajaba rápidamente por el cambio de velocidad, SeokJin empujaba sus caderas sin parar hasta que terminó por eyacular dentro de la boca del menor, quien sin titubear lo tragó todo.


-Joder, que mamadas das. - Recuperó el aliento viendo como Park se limpiaba la boca por algunas gotas de semen que se habían escapado. - Ya ansío estar dentro de ese culo. -Apretó el trasero de Jimin.


-Eso tendrá otro precio.




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El director le indicó a el oficial que se llevara a Jimin a su celda, dejando en claro que tenían prohibido tocarlo por dos semanas. SeokJin era un hombre de palabra y cumplía todo al pie de la letra.


Mientras que era escoltado por los pasillos de la prisión, las miradas se posaban sobre él. Parecían buitres esperando el momento indicado para atacar, y por un momento Jimin se sintió angustiado, nunca en su vida había estado rodeado de tantos criminales.


-Esta es tú celda. Tu cama la de arriba. Cada cuatro horas se hace recuento, así que no olvides tu número Park.- Habló el oficial dejando que Jimin entrara a su celda. Ni una triste ventana había en aquel pequeño espacio, además de un retrete y un lavamanos.


Suspiró y abrió una bolsa, adentro habia un cepillo de dientes, un desodorante y ropa interior. Con fastidio aventó las cosas y se dejó caer en su cama. Se acomodó en el incómodo colchón, cubriéndose los ojos con sus brazos. Si quería sobrevivir debía jugar, aunque significara ser la puta del director.


-Con que tú eres el nuevo.


Jimin se sentó rápidamente y miró a la entrada de la celda. ¿Por qué rayos estaba abierta? ¿Y por qué rayos se estremeció cuando esa mirada felina se posó sobre él? 

Prision Of Sex II YoonMin IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora