Prologo.

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Tal vez Claudia podría tener tan solo dieciocho años, pero una mente demasiado conflictiva e imaginativa, era la persona más dulce e inocente. Escribía y escribía y escribía hasta quedar dormida en los sillones.


Lloraba hasta no poder más, más nunca dejaba que sus miedos y problemas la consumieran.


Reía hasta llorar, y caer al piso.


Gritaba para callar y poder pensar mejor.


Bailaba para distraerse.


Cantaba para hacerme sonreír.


Seguía consejos absurdos para sentirse feliz.


Ella me hacia feliz.


Yo era feliz.


Tal vez jamás debí de enamorarme de Claudia.



Claudia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora