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Su mente comenzaba a reaccionar y sus ojos se abrían con demasiada pereza, inmediatamente al recordar lo que había pasado pasaron de una expresión de confusión a una totalmente asustada y preocupada. Sintió su boca seca percatándose de algo que la obstruía al igual que un molesto agarre sobre sus muñecas y piernas impidiendo que se pudiera mover. Analizó su alrededor mirando a su mejor amigo inconsciente sobre una silla al lado de el, con los mismos agarres. Escuchó lejanas voces riéndose que entraban al vestidor de hombres.

Se detuvo el ruido en cuanto llegaron hasta donde estaban los dos chicos atados.— El pequeño Yoo sin cojones ha despertado — Habló uno de ellos con una sonrisa de lado.— ¿No vas a hablar? — Preguntó viendo el sobre de frituras en sus manos.

— Idiota, tiene una cinta en la boca — Habló el chico pelinegro que tanto detestaba. Frunció el ceño y aparto su rostro en cuanto este había quitado la cinta de su boca.

— Estas enfermo — Habló una vez recupero el aliento.

Mantuvo su mirada seria sobre el antes de sonreír con arrogancia.— Yo no hubiera dicho eso — Golpeó fuertemente su estomago haciendo que se doblara en su lugar con gran dolor jadeando por aire. Tomó su rostro desde su mandíbula obligándolo a verlo a los ojos.— Escúchame bien pequeño imbécil... harás todo lo que te diga —

— Jamás te seguiría en tus estupideces — Escupió con molestia haciendo que el chico aventara su rostro a un lado con brusquedad.

— Pues una excepción no hace daño — A paso lento se alejo de el caminando hacia el rubio que apenas comenzaba a despertar muy confundido. Alzó su rostro con la palma de su mano sobre su frente.

— Déjalo en paz — Llamó la atención del chico que volvió a sonreír antes de apartar su mirada de el y devolverla al rubio.

— ¿Que? ¿Al maricon? — De igual forma tomó su rostro por su mandíbula.— Tranquilo, todo esto depende de tu amiguito — Susurró lo suficientemente alto para que solo el escuchara, quitó la cinta de su boca.

— Que carajos quieres — Habló el rubio con cierto miedo en sus palabras.

Sonrió con ternura.— Harán que Jeongyeon y Nayeon terminen — Soltó parándose frente a ambos chicos que mantenían una mirada confundida.— Y tienen hasta el final de esta semana —

— ¿Estas loco? ¡No podemos hacer eso! — Dijo exaltado por lo que para el, era una completa estupidez.

— ¡Me importa una mierda como le harán...! — Alzó su voz haciendo que ambos pegarán un pequeño salto en un lugar.— Si no lo hacen, el video de tu amigo saldrá a la luz — El pelirrubio frunció el ceño confundido mirando a su amigo que de igual manera, no entendía.— Todos sabrán que es un maldito gay de closet antes de que terminé su último año de secundaria —

— ¿Que? — Soltó en un susurro preocupante.

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Un luminoso y bello atardecer adornaba la vista del campus de una de las preparatorias más importantes y prestigiosas de Seúl. El gran campo deportivo se encontraba ocupado por el entrenamiento del equipo de fútbol americano del colegio junto a su equipo de animación y algunas alumnos externo sentados en las gradas.

Bufidos y silbatos eran lo único que se lograba escuchar por su al rededor, además de las fuertes porras por parte de las animadoras que también se encontraban ensayando para su próximo partido.

Nuevo proyecto [2yeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora