Si le hubiesen dicho unos meses previos a lo que sucedía hoy en la actualidad, YoonGi se hubiese echado una sonora carcajada que molestaría a más de uno. Posiblemente a su madre (una arpía) querida que lo único que deseaba era borrar el manchón que significaba su presencia en las fotografías familiares posadas en los marcos en las paredes de la casa. Otro de los implicados sería su padre. Un alfa despistado que prefería ahogarse en su trabajo en la oficina. El pobre se mataba la espalda trabajando en lo mejor que podía hacer (abrirle las piernas a los omegas que se paseaban por ahí) que era mantener las finanzas y asuntos económicos en su lugar. De sus hermanos poco le interesaba contar. Eran personas moldeables que lo único que hacían era triplicar los mensajes nefastos de su madre y los comportamientos negligentes de su padre. Así que, a toda honra, había aceptado su papel como una oveja negra, la nube repleta de lluvia de la que todos se alejaban. En realidad bastante era su aprecio a dicha actitud y comportamientos sobre su persona. A YoonGi le agradaba asustar a los demás y discutir con ellos porque siempre le demostraba que tenía razón.
Su madre estaba hasta la médula de que, para su mala suerte, hubiese engendrado un hijo Anormal. A ninguno de sus padres le gustaba contar la experiencia de cuando se enteraron que no era normal como los demás y que para sus lamentos, su hijo mayor era el peor de todos. Siempre se negaban a decirle algo. Comentaban que había sido un día oscuro, tenebroso y helado. A YoonGi le parecía que le daban la anécdota del nacimiento del anticristo, sin embargo prefería callarse. Para colmo en su casa eran extremistas. Iban todos los domingos a misa, a dar oraciones y a dar diezmo. Según recordaba, había visto al pastor con una casa de tres pisos, el automóvil del año y se daba viajes en su jet privado, pero ¡que ni se le ocurriera decir lo codicioso que se había vuelto aquel hombre que profesaba la palabra de la religión! Para la familia, decir algo sobre eso era imperdonable. Muchas veces se convertía en su tema favorito para escuchar a su madre quedarse afónica.
Claro, eso no evitaba que las marcas de los golpes de su padre desaparecieran de su cuerpo, pero las risas no se las quitaba nadie. Nunca nadie lo haría. Precisamente recordaba esos momentos en la noche, con la ventana abierta para asustar a sus vecinos.
Hasta que un día recibió una noticia estremecedora que marcaría su vida por completo. Desde la mañana en que puso un pie en el piso, un velo de mala suerte cubrió su rostro. La casa estaba demasiado silenciosa. Se levantó y estaba pulcra, como si nadie hubiese pasado cerca. Se dirigió a la cocina y para sus lamentos, su madre sonriente estaba en el lado izquierdo de la mesa. Platicaba con mucho ánimo e intensidad con una antigua amistad que hacía tiempo él no veía, ni recordaba, ni le importaba. Luego, al percatarse de su presencia, los ojos robóticos de su madre y su sonrisa siniestra se quedaron adheridos en su mente. El buen aroma del desayuno quedaba opacado por su maldad.
—Buenos días, hijo —saludó. La falsedad brotaba como larvas de su rostro, de manera babosa y asquerosa—. Tengo una noticia increíble que tiene que ver contigo. SiYeon, explícale, por favor.
La amiga de su madre, igual de cizañosa que su progenitora, dijo con una voz aterciopelada lo que pareció ser a sus oídos una aberración del mismísimo infierno.
—Buenos días, YoonGi. En conjunto con mi esposo, hemos tenido una gran idea. Nuestro hijo es un hombre que todavía no ha sentado cabeza. Tú eres un anormal, seguro tienes arreglo. Deseo que mi hijo, un alfa puro, pueda hacer de ti un buen omega.
La primera sensación que azotó su mente fue una. Desasosiego. Era un sentimiento extraño. Como si estuviera presente en un limbo, sus piernas se movían de un lado al otro en la búsqueda de mantener un balance y no dejarse caer en el abismo que significaba su interior en ese mismo instante. Sus piernas perdieron fuerza y la debilidad se incrustó en cada una de las células de su cuerpo. Muchas veces había recibido propuestas de matrimonio de sus padres y de amigos, compadres e incluso, alguno que otro agente laboral. Era algo muy presente en su mente que sus progenitores estaban fastidiados de no poder sacarlo de su casa y querían que se casara a como de lugar. YoonGi tenía muy buena mente y un comportamiento reprochable que deshacía los intentos de alfas con poco valor que lo echaban de nuevo a su casa. YoonGi sentía una corriente de cosquillas insanas cuando sus padres, sorprendidos de nuevo, le veían regresar y tenían que acogerlo de nuevo en el hogar. Los alfas se iban con rabia y jamás volvían. Era evidente que pisaba el orgullo de muchos. Otros intentaban hacer lo mismo, pero cuando una persona como él no tenía nada que perder, con más razón se arriesgaba.
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Choque [KookGi]
FanfictionYoonGi debe casarse obligatoriamente. ¿Qué podría salir mal? *** Cuando la madre de YoonGi le dice que debe casarse, este cree que es una broma. Sin nadie que lo haya soportado por mucho por ser anormal, se encuentra en una encrucijada. O se casa o...