La granja

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Me llamo Lucky. Se escribe así, Lucky, pero se pronuncia <<Laqui>>. Quiere decir <<afortunado>>en inglés. o sea, <<suertudo>>. Y si que lo soy, muy afortunado, un perro con mucha suerte ,porque si aquella mañana no me hubiera encontrado con Celia y su vestido de de flores rosas,quién sabe donde estaría ahora....a lo mejor me habría atropellado un coche ,o me hubiera muerto por ahí de hambre ,o de pena...pero lo del día en el que me encontré con Celia os lo contaré más tarde.

Ya os he dicho que soy un perro.Un cachorro de sabueso. Nací hace seis meses, así que si fuera un niño en vez de un perro ahora tendría cuatro años, más o menos.O sea,que ya sería bastante mayor,porque a los cuatro años los niños ya empiezan a ir al cole y todo. Yo al colegio no voy,claro. Los perros no aprendemos a leer ni hacer multiplicaciones,pero sabemos muchas otras cosas de las que los humanos no tenéis ni idea. Por ejemplo,podemos saber por el olor si alguien es bueno o malo,y reconocer a las personas aunque estén muy lejos. También sabemos el tiempo que va a hacer el día siguiente, si lloverá o brillará el sol. Por eso nos hace mucha gracia que vosotros tengáis que esperar a ver esos dibujos tan raros que salen en la tele para saber si podéis o no ir de excursión. Como si eso fuera tan difícil....Claro ,que casa uno sabe lo que sabe. Vosotros lo vuestro. Y nosotros lo nuestro.

Dice Celia que tengo el pelo de color miel y unas pestañas muy largas,como la de los cervatillos y una careta blanca en la cara,y unas patorras muy grandes y muy fuertes porque voy a crecer mucho y a correr mucho por el monte. Eso es lo que hacemos los perros sabuesos, correr por el monte con los cazadores ,detrás de los jabalíes y de las liebres. También dicen que soy muy guapo, aunque a mí me da mucha vergüenza .Pero, bueno, no soy yo el que lo dice, es ella. Yo solo os cuento lo que he oído, no vayáis a pensar que soy un presumido de esos que andan por ahí meneándose como si fueran pavos... Os aseguro que no.

La que si es guapa de verdad es mi mamá.
Aunque ya hace muchas semanas que no la veo,me acuerdo muy bien de ella. Tiene el pelo suave como la seda, y los ojos muy grandes y un rabo muy largo, muy largo, que se movía todo el tiempo cuando mis hermanos y yo jugamos a mordisquearla y le dábamos lametazos en el hocico. Si teníamos hambre, ella se echaba en el suelo y nosotros nos apretujábamos contra su barriga para tomar la leche ,que era muy dulce y muy rica, salía tan calentita como si la hubiera puesto en el fuego.

Vivíamos en una granja que estaba llena de animales. Había gallinas, conejos, gatos vacas, y hasta un burro. A mi me gustaba mucho jugar con el burro,que era gris y suave y se llamaba Benito. Los burros son unos animales muy estupendos. Por lo menos ,Benito lo era. Muchas personas creen que son tontos,y por eso se insultan llamándose así:<<Burro,más que burro que no sabes nada>>. Pero eso no es verdad, A veces son un poquito testarudos y se empeñan en no hacer lo que se les manda,pero en general son listos y buenos y cariñosos. La mamá de Celia dice que hay que cuidarlos mucho,porque quedan muy pocos . Antes de hacían para las cosas del campo, para llevar la leche o la leña o las verduras que se iban a vender en el mercado ,y también había gente que los montaba para ir de un sitio a otro ,despacito,eso sí muy cómodos. Cómo ahora ya no sirven para nada,porque todo el mundo va en coche,la gente no los quiere. Así que si alguna vez veis a un burro, no se os ocurra maltratarlos o decirles cosas feas,porque ellos notan el desprecio y se ponen tristes.

Pero os estaba contando lo bien que me lo pasaba yo con Benito.Benito estaba siempre en un prado muy grande que había detrás de nuestra casa,comiendo hierba y olisqueando  las flores.Habia flores preciosas,de todos los colores y de muchos tamaños. Las había altas y grandes, con un montón de pétalos blancos que olían a azúcar. Y otras rosas y malvas pequeñas,tanto que casi no se veían, escondidas entre hierbas. Esas olían como cuando cae una tormenta, y a mi eran las que más me gustaban .Benito y yo siempre andábamos siempre haciendo concursos de cuál era la flor más bonita y la que tenía el mejor perfume. Nunca nos poníamos de acuerdo,porque los gustos de los perros y de los burros no son iguales . Y a veces hasta nos enfadábamos un poco; pero como éramos muy amigos se nos pasaba enseguida.

La verdad es que estábamos mucho más tiempo juntos. Yo solía escaparme para ir a jugar con el en cuanto mi mamá estaba un poco despistada .Echaba a correr por delante de las cuadras,muy,muy rápido ,y llegaba enseguida al prado.Benito,se ponía muy contento al verme. Agachaba la cabeza y me daba un empujón con el hocico . Entonces yo le mordisqueaba un poquito las patas,pero sin hacerle daño. Y luego,además de mirar las flores,haciamos carreras. Siempre ganaba el,porque era más grande que yo, y también porque yo me tropezaba todo el tiempo con las piedras y me caía haciendo volteretas .Cuando me daba cuenta, ¡paf!,ya estaba varios metros más allá un poco mareado.....Era muy divertido,porque la hierba estaba blandita y me hacía cosquillas en las narices.

A veces Benito se echaba en el suelo, a mi lado, y los dos nos poníamos a comer hierbecillas. Bueno, yo no las comía de verdad, porque no me gustaban mucho. Solamente las masticaba un ratito y luego las escupía. Benito en cambio sí que las encontraba deliciosas, y se reía de mí. Yo me enfadaba, y le explicaba que lo que de verdad nos gusta a los perros son los huesos, que están muy ricos. Pero él no lo entendía, porque los huesos le parecían durísimos y asquerosos. En realidad, yo no sabía si los huesos me gustaban o no. Mi mamá no me dejaba comerlos, porque decía que mis dientes eran todavía muy blandos y que podía atragantarme con ellos. Ella, en cambio, se pasaba horas royendo los que le daba el dueño, y luego, cuando se cansaba, los enterraba en un rincón de la huerta, debajo de la higuera, para volver a por ellos otro día. Decía que los huesos son muy buenos para los dientes de los perros grandes, porque los ayudan a que estén siempre fuertes y limpios. Así que yo le contaba a Benito que me gustaban, porque así me hacía el mayor. Sólo que el tonto de él se reía de mí... Pero era una risa sin importancia. Risa de amigos. Ya sabéis lo que quiero decir.

Y además, yo también me reía de él a veces; por ejemplo, cuando le molestaban las moscas y levantaba el rabo muy alto en el aire y lo movía como si fuera una serpiente... O sea, que él se reía de mí un rato, y yo me reía de él otro. Pero nos queríamos mucho. Tanto, que siempre nos ayudabamos cuando nos necesitábamos. Eso es lo que hacen los amigos de verdad. Y Benito y yo éramos amigos de verdad. Bueno, en realidad seguimos siendo amigos: aunque hace mucho tiempo que no lo veo, siempre me acuerdo de él. A veces sueño que estamos juntos en el prado lleno de flores, y que yo le doy a él un hueso y él me da a mí un manojo de hierbas. Y entonces él se come el hueso y dice que está riquísimo, y yo me como las hierbas y me gustan incluso más que la carne guisada. Luego, cuando me despierto y me doy cuenta de que Benito no está, me pongo un poco triste... Pero enseguida vuelvo a estar contento, porque pienso que seguro que él también se acuerda de mí y ha soñado lo mismo que yo. Y que algún día volveremos a encontrarnos y a hacer carreras por el campo. Y aunque yo entonces ya sea mayor y me hayan crecido mucho las patas y corra más que él y no me caiga ni nada, le dejaré que me gane. Para eso es el mejor amigo del mundo.







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⏰ Última actualización: Aug 09, 2023 ⏰

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El verano de Lucky- Ángeles  CasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora