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—Viene una chica nueva, por favor, no lo arruinen está vez.

"Chaeyoung, estamos juntas en esto, o todas la arruinamos o todas la salvamos" dijo Roseanne, dentro de su cabeza, aunque la escuchaba tan claro que Chaeyoung podría jurar que le había hablado al oído.

Suspiró, intentando relajarse, estaba muy nerviosa.

Los últimos tres acompañantes que había tenido se habían ido, porque no podían convivir con aquellas cinco personas completamente distintas que compartían un mismo cuerpo.

Por suerte habían sido amables, no la llamaron loca ni le gritaron, ni nada, sólo se habían ido y no volvieron a hablarle.

O al menos era lo que Chaeyoung sabía, pero ella al ser la anfitriona, las otras personalidades no le contaban nada de lo que pasaba.

Chaeyoung había sido diagnosticada con Trastorno de Identidad Disociativo hacía tres años, cuando luego de su baile de graduación algo había ido muy mal.

Esa noche de había ido con Lalisa, a su casa, siendo su interés amoroso estaba más que claro que su intención era tener sexo con ella, pero fueron un par de besos calientes y después ya no recordaba absolutamente nada.

Despertó al otro día en el hospital, no tenía idea de qué había pasado.

La enfermera, el médico y el psiquiatra que la visitaron y la cuidaron un par de semanas le ayudaron a adaptarse a la nueva noticia.

Esa noche se había sentido algo incómoda con los besos de Lalisa, y fue suficiente para que otra parte de su ser tomara el control, aquella que después conoció como Chipmunk su protectora, encargada de protegerla de cualquier situación sexual con la que no se sintiera a gusto.

Lalisa se había dado cuenta que había algo mal, y se detuvo, cuando le preguntó si estaba segura, fue Chipmunk quien asintió, pero la menor seguía notando algo raro.

Quizás si Lalisa hubiera seguido, hubieran tenido sexo desenfrenado, para que al otro día no recordara nada y culpara al alcohol, pero no fue así, porque la menor era muy buena, demasiado.

Chipmunk era muda, y sabía lenguaje de señas, y fue luego de un rato que respondió con sus manos a las preguntas de la otra.

Chaeyoung no tenía ni idea del lenguaje de señas, luego de aquello, Lalisa se había alejado y llamó a sus padres adoptivos, y de allí al hospital, creyendo que había algo malo, porque ninguna de las actitudes de Chipmunk coincidía con las de su hija.

Se dieron cuenta que allí no estaba la niña que habían adoptado cuando tenía once años: Chipmunk diría que sí a todo, incluso a cosas que Chaeyoung odiara, y también estaba el hecho de que no hablaba y se comunicaba con señas, aunque intentaba hacerlo lo menos posible, esa no era su hija, esa no era Chaeyoung.

Al explicarle lo sucedido al médico de guardia del hospital, la situación no estaba ni cerca de terminar.

Todo ya estaba lo suficientemente raro cuando apareció una tercera persona.

Roseanne, cómo se había presentado después, la protectora principal, y fue quien respondió todas las preguntas del médico, y del psicólogo de guardia, un pobre estudiante que parecía muy asustado.

—No estoy en condiciones de responder —dijo, con una voz más grave y sería, definitivamente más intimidante que el tono de voz normal de la joven que todos conocían—. Mamá, ¿podemos ir a casa? Estoy cansada.

—Nadie se va a ir hasta que esto termine de explicarse, Chaeyoung —dijo la mujer, y la chica asintió sin ganas.

—Estoy bien, son sólo un par de voces, nada más —dijo, sonaba realmente relajada y convincente.

The alters | chaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora