๑Capítulo cinco.

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La suave luz de la tarde se filtraba a través de las cortinas semiabiertas, bañando el estudio de arte en un resplandor dorado. Kenai se encontraba sentado frente a un lienzo en blanco, con una paleta de colores cuidadosamente dispuesta a su lado. Sus manos sostenían con gracia un pincel, y su mirada estaba fija en el espacio vacío frente a él, como si estuviera en sintonía con un mundo invisible de emociones.

Sus dedos comenzaron a deslizarse sobre el lienzo, trazando líneas suaves y curvas con una destreza que solo un artista podría tener. La pintura cobraba vida bajo sus pinceladas, tomando forma con cada movimiento. Cada trazo era un suspiro de su alma, un susurro silencioso de sus pensamientos más profundos.

Kenai pintaba con una mezcla de colores suaves y vibrantes, como si estuviera mezclando los matices de sus propios sentimientos. El lienzo comenzó a llenarse de formas que parecían bailar en armonía, como un ballet de emociones en flujo constante. Cada pincelada era como un latido del corazón, transmitiendo la intensidad de lo que no podía expresar con palabras.

En el centro de la pintura, Kenai había creado una figura que parecía emanar una luminosa aura de amor y devoción. Los tonos cálidos envolvían la figura, mientras que los toques de azul celeste y verde oliva le daban un aire etéreo. Los ojos de la figura estaban cerrados, pero en su rostro se dibujaba una sonrisa serena y radiante.

Sintió un nudo en su garganta como siempre después de terminar una pintura. Ya era costumbre, pero no podia retener el sentimiento que lo llevaba a soltar una inmensidad de lágrimas.

—Kenai —llamó Orion. El omega se había quedado en el salón hasta pasadas las tres de la tarde.

—Este será mi último día en la academia —habló mirando su cuadro.

El alfa que caminaba detrás suyo hacia él lentamente, se detuvo.

—¿Por qué?

—El verano...

Orion se apresuró a hablar.

—Si es por el comienzo de las clases, está bien. No tienes que trabajar, te lo daré todo... Tu casa, se que la quieres mucho, pero debes mudarte a un lugar más estable. Vera quiere bailar, puedo hacer que la metan a una academia...

—Orion.

—Charlotte no puede quedarse siempre encerrada...

—Orion, por favor.

Kenai había tenido estos derrames de emociones muy seguido. Era como si no pudiera contener sus emociones. El doctor dijo que los efectos secundarios de los inhibidores que Kenai había comenzado a tomar por sus recientes encuentros sexuales, debían protegerse con anticonceptivos y sus hormonas estaban descontroladas.

El alfa lo abrazó por detrás.

—No te preocupes —miró el cuadro del omega. Su forma de pintar era única al igual que la estética de sus dibujos. —No tienes que preocuparte —dijo con calma.

Kenai cerró sus ojos. Las feromonas alfa dominante llenaron la sala de inmediato. Ese aroma ya era familiar para Kenai y amaba envolverse en el y sentir como su cuerpo se anestesiaba y calmaba al igual que tres caladas de un porro.

Era como una droga, su droga personal.

E igual era un dolor sin dolor.

—Vamos a comprar pollo —dijo el ojiazul. —Pollo asado.

—¿Pollo?

—Es viernes.

Kenai ya le había contado esa historia. Su padre y el pollo todos los viernes.

Serendipity || LIBRO 2 Hijos de las sombras (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora