𝗚𝗢𝗟𝗗 𝗥𝗨𝗦𝗛 ¹ [ᴄʜᴀʀʟᴇs ʟᴇᴄʟᴇʀᴄ]

𝟬𝟭 | 𝗨𝗻 𝗴𝗿𝗮𝗻𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝘂𝗹𝗼 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 𝗠𝗮𝘅

I don't start shit, but I can tell you how it ends

Vigilante Shit | Taylor Swift

Mia

12 de enero de 2022

Milton Keynes, Reino Unido

Sede central de Red Bull Racing

Las pesadillas no me habían dejado dormir en toda la noche. Debido a que se volvía a repetir el mismo escenario de aquella noche donde cambió mi vida para siempre. Gritos, llantos y vidrios rotos por doquier. Es lo único que podía escuchar, rondar por mi mente en estos momentos.

Con todas mis fuerzas me apresuro a alistarme. Hoy tenía que ser un gran día y no lo arruinaría solo por los demonios de mi pasado.

Salí rápido de mi departamento y me dirigí a la sede central de mi nuevo trabajo. Ayer, había tomado un vuelo a Reino Unido y me había hospedado en el hotel más cercano a la sede de Red Bull Racing. Por lo poco que me habían dicho conocería a Christian Horner y me presentaría a todo el equipo sumándole un recorrido por la sede.

Lo único que me causaba curiosidad era saber de qué piloto sería Community Manager. Por lo que había investigado, los medios decían que Max Verstappen era alguien con un temperamento complicado, todo lo contrario a su compañero de equipo Checo Pérez, que decían que era una persona muy agradable.

Cuando llegué al lugar me estacioné enfrente de la sede y bajé del auto.

Me quedé parada viendo el gran edificio frente a mí. No podía creer la oportunidad que me estaba dando la vida.

Comenzar desde cero era lo que necesitaba para poder seguir con mi vida. Ahora tenía un solo objetivo: revelarle la verdad a cierta persona. Y adentrarme al mundo de la Fórmula 1 era la clave para acercarme a lo que llevaba buscando por bastante tiempo.

—¿Eres la señorita Mia Belmonte? —me pregunta una chica de cabello negro que se había acercado.

—Sí, soy yo —le dediqué una sonrisa amable.

—Sígueme.

Sin más, la seguí y me guío por un pasillo largo hasta llegar a una oficina grande donde la chica me dio el paso. Me adentré al lugar y me encontré con mi nuevo jefe, los dos pilotos de la escudería y otras personas más.

Pude sentir una intensa mirada sobre mí como si me estuvieran analizando detenidamente, pero no me detuve para ver quién era.

—Siéntese, Señorita Belmonte —me pidió Christian Horner.

Acto seguido, me senté en la única silla que quedaba libre.

—Solo faltaría que firmes el contrato que tienes enfrente de ti y formarás parte de esta familia —sonreí involuntariamente.