MÁS CERCA DE LAS ESTRELLAS

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Con sus escasos 1.60 metros de altura ella se veía perdida en medio de la multitud. Él, atraído como por un imán, intentó ayudarla, pero la hizo tropezar.

Ella miró hacia arriba y confundida se disculpó:

—Lo siento, no te vi.

—Tranquila, fue mi culpa. Aunque me sorprende que no me hayas visto, mis ancestros posiblemente fueron faros; incluso resulta aburrido que a cada rato me pregunten qué tal es el clima por acá arriba.

—Soy demasiado despistada, podría ser atacada por mi propia sombra y perderme buscando al culpable, pero cuando te vi, no quise saber en qué piso térmico vivías, solo pensé que tenías suerte de estar más cerca de las estrellas.

—¡Oh! Nunca me habían dicho eso.

—Fue una respuesta audaz, pero, siendo sincera, lo primero que pensé, es que mis ancestros indiscutiblemente son unos minions.

Él se rio y sus ojos brillaron como las estrellas que ella vio cuando se tropezó con su sonrisa, esa que por un momento le mostró que aquel caballero de 1.88 metros estaba a la altura de sus sueños.

—¿Quieres que te escolte a ti y a tu sombra a algún lado?

—Depende.

—¿De qué depende?

—¿Eres un faro que está en un mar en calma o uno que vive en medio de tempestades?

—Solo soy un faro, emito luz y esa luz es guía en el mar. Para saber más sobre el comportamiento del mar y de sus constantes cambios de ánimo debemos llamar a Poseidón.

—Entonces, ¿sin importar si el mar está en calma o en tempestad emites luz?

—Piensa en el foco girando en la torre, mientras gira una parte está iluminada y la otra está inevitablemente sumergida en la oscuridad.

—Confío en aquellos que aceptan su dualidad, así que por favor sé luz en mi camino, aunque te advierto que quiero ir más allá del mar. Por cierto, ¿eres amigo de Poseidón?, ¿me lo puedes presentar?

Se rieron e iniciaron su camino juntos sin imaginarse que, gracias a un tropiezo, él encontraría la calma de su tempestad y ella las estrellas que adornarían su firmamento.


*** FIN ***

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