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MEXUSA.

Nota: Contenido AU.


El cielo estaba bastante despejado, no había una sola nube cubriendo ese brillante sol que torturaba a quienes andaban por las calles. México era uno de ellos.

El calor era insoportable, y el nulo viento lo estaba matando. Suspiró y encendió el aire del automóvil. Ya estaba cansado, desde hacía rato que estaba en su auto esperando que su mejor amiga, Chile, le llamara tal y como le había dicho que haría para verse, pues ella necesitaba de un favor y México se había ofrecido a llevarla.

— Pinche calor... ¡Me estoy derritiendo! — gritó, dramatizando que realmente se derretía y dejando su espalda resbalar en el asiento. Al menos nadie andaba cerca y no podían escuchar sus gritos.

Volviendo a suspirar, se enderezó en el asiento y tomó su celular, entrando a su aplicación de mensajería y escribiendo con velocidad en el chat de Chile. Si ella no iba a asistir ni a llamarlo, entonces era mejor irse a vivir a su bañera por el resto del día, con agua fría y el ventilador encendido a máxima potencia. En ese momento, alguien abrió la puerta trasera.

Asustado por ello, miró por el espejo retrovisor lateral, y luego por el retrovisor interior, dándose cuenta de que un chico rubio, de mejillas rojizas, piel pálida y quizá su edad rondaba la misma que él, había subido a su auto. Iba a decirle que se había equivocado, pedirle que bajara, pero algo llamó su atención. El chico estaba llorando. O al menos lo había hecho y ahora trataba de no hacerlo y limpiarse sus lágrimas con rapidez, a pesar de que otro par de ellas bajaban por sus mejillas.

— ¿Podemos tomar la ruta más corta? Estoy... Algo apurado por llegar a casa. — habló aquel chico, con una voz temblorosa pero sin emitir un solo tartamudeo.

México entendió enseguida lo que pasaba, ese chico lo había confundido. Lo más probable era que estaba esperando un automóvil que lo llevara a casa y pensó que el de él era el transporte.

— Ah, pero yo...— no pudo seguir hablando, ese chico bonito elevó su mirada y ambas colindaron gracias al espejo retrovisor. México enseguida quedó fascinado, a pesar de que esos ojitos estaban llorosos, eran hermosos y brillaban con cada lágrima que se juntaba. — Sí, claro.

Se cacheteó mentalmente, ¿cómo aceptaba así nada más llevar a un desconocido? ¿Y sí era una trampa y le quería robar sus órganos? Se aclaró la garganta y encendió el auto, el chico de atrás se limpió otra lágrima y miró por la ventana, esperando avanzar.

— Sólo que tendrás que repetirme a dónde vas, por favor. Mi celular se acaba de descargar y no recuerdo a dónde era. — mintió.

— Sure. — pudo escuchar que aquel chico tomaba aire y sorbía por la nariz antes de indicarle la dirección, cosa que el mexicano atendió enseguida avanzando, pero al mismo tiempo mirando por el espejo al pasajero.

Debió tener un día horrible si ni siquiera se había fijado en si subía al auto equivocado o no. Avanzaron unos cuantos metros hasta toparse con un semáforo en rojo, situación que aprovechó México para mirar de nuevo al chico por el espejo, notando su aún presente tristeza.

— Ehm... Si no es problema... ¿Cuál es tu nombre? Yo soy México.

El chico volvió a suspirar y, sin mirar al espejo, respondió.

— USA.

— Mucho gusto en conocerte.

USA sonrió a medias, algo que hizo sentir un poco mejor al mexicano. Siguieron avanzando durante otro tramo, México estaba pensando en alguna forma educada de preguntarle por ese deprimente estado en el que estaba, pero tampoco quería parecer un chismoso, aunque su mente clamaba por chisme.

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⏰ Última actualización: Aug 15, 2023 ⏰

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