Capitulo 2

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Al dia siguiente, ya me encontraba desayunando un seco y aburrido alimento balanceado. ¿Por que las personas comen cosas diferentes todos los dias y nosotros comemos siempre estas croquetas que parecen hechas de carton? No lo se, amigos.

Pude ver a mi amo bajando las escaleras perezosamente, con ojeras y un aroma espantosamente fuerte.

—Buen dia.— Me miro serio. Pensé que me estaría regañando, así que lo mire con el miedo en mis ojos, como para generar... Pena. Pero, gracias a Dios, solo camino con su paso lento hacia la cocina. Se sirvió el desayuno y lo poso sobre la mesa. Yo, me senté al lado de silla, y lo observe por un largo rato. El, me dedico otra mirada asesina.

—Nett, tienes tu comida en el plato, no me molestes.— Al parecer, no se encontraba de humor hoy. ¿Acaso no entendia? Estoy harto de comer croquetas. Siempre duras y mal hechas. Un asco.

Bien, luego de ese deprimente desayuno, se levanto para salir afuera nuevamente, abrió la puerta que iba hacia afuera y yo salí corriendo, muy rápido. Ni yo se por que lo hice, solo que tenia unas inmensas ganas de volver a ver al ave.

   Llegue a la cima de la montaña y comencé a ladrar, esperando el glorioso grito del animal, pero nada. Continué llamándola, y nada. Creí que seria  inútil, así que me di vuelta para continuar lo mio. ¡Sorpresa! Ahí estaba. Esta vez, tenia algo en la pata derecha, una especie de brazalete ¿Que demonios?. 

—¡Hola!— Trate de hablarle, pero no hubo respuesta. Me acerque para olfatear eso, pero se movió hacia atrás. No lo entiendo, si ya eramos amigos. —¿No hablas?— Iba a decirle algo, pero... ¡Pinche ave! Me picoteó la nariz. Solo lo hizo y se fue volando. Me había ilusionado.

  "Hasta aquí llegué" me dije. Me había cansado. Así que emprendí viaje. ¿A donde?... No lo se. Solo sabia que quería liberarme, quería conocer el mundo. Siempre estuve con mi dueño, conforme de todo. Siempre a su lado, siempre brindándole mi amistad. Nunca lo mordí, ni mastiqué sus zapatos. Siempre fui el perro perfecto, pero nadie lo ha reconocido jamas. Quería demostrarle a todo el mundo lo adorable que podía llegar a ser. El lugar perfecto, era la ciudad. 

 Así, trotando, llegue a la gran ciudad. Estaba jadeando, era un largo viaje. Observaba cada rincón y recoveco de la ciudad. El gran cielo azul... ¿Grande? Desde la ciudad, no se veía igual. No tenia el mismo color, la misma belleza. Aunque podía ver aves, algo familiar. Pero ninguna de estas se comparaba con mi maravillosa, majestuosa y enorme ave negra. Todas ellas eran pequeñas y volaban con torpeza, emitían gritos desagradables y muy diferentes a los que se podían percibir cada mañana, en los arboles de mi hogar, muy diferentes a los cantos deleitantes de mi ave.

  Respecto al lugar, era bastante estresante. Se escuchaba el rugir de los autos, el alarido de sus bocinas. Los pasos apurados de las personas caminando a mi alrededor, la música de los comercios abiertos. Pero había algo que me gustaba de este lugar, claramente no podría vivir aquí, es demasiado. Pero aquella frialdad urbana me gustaba. Me gustaba la simpleza que había en el asfalto, las veredas y los edificios en color gris. Y los retratos que se pintaban en las paredes, eran muy locos. había venido un par de veces a la ciudad, solo un par.

  Lo mejor de esto, es que había muchos perros como yo. Lo peor, es que todos tenían correas. Pobres, debe ser muy feo andar atado a una persona cuando hay tanto por recorrer y conocer. Muchos de ellos me miraban, y podía ver en sus ojos que querían acercarse a jugar, pero sus dueños los regañaban con fuertes tirones. Gracias a dios que el mio es genial y me deja ser un perro libre. 



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⏰ Última actualización: Feb 14, 2016 ⏰

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