Prologo

177 10 2
                                    

Un mundo de guerra, donde, a tu alrededor, lo único que ves es muerte, cuerpos desmoronando sangre, un paisaje de rojo escarlata, gritos de mujeres, niños, hombres, pidiendo clemencia, ayuda, pero aun así es imposible, esos gritos desgarradores, que se arrancan de lo más profundo de su ser, son los últimos en pronunciar, los últimos en escucharse por los alrededores.

No importa si te escondías, te encontrarían, si huías o corrías lo más rápido posible, sin importa, te pillaban y te mataban, no había piedad en ese momento, a los niños los mataban sin escrúpulo alguno, no tenían pena alguna, más bien les daba risa, personas así no son humanos, más bien monstruos, demonios, muñecos sin alma alguna que les gusta ver sufrir a aquellos que son más débiles.

En aquel pueblo vivía un capataz del cual era temido por sus estrategias, su forma de pelear, castigar y matar a sus enemigos, pero dado que su salud empeoro, todos aquellos aprovecharon la oportunidad de atacar, sin posibilidad de contraatacar, y salvara a su pueblo, espero lo peor.

"No importa lo que pase conmigo, con mi pueblo o sus alrededores, volveré y me vengare de todos ustedes, no importa si tengo que morir mil veces más para reencontrarme con ustedes, haré todos lo que esté a mi alcance para verlos morir uno por uno, ese será mi último deseo."

Sus últimas palabras hicieron temblar a todo aquel que estaba a sus alrededores, en sus últimos momentos de agonía, sacando fuerzas de donde no tenía, dejando escapar los últimos aires de sus pulmones haciendo presente sus últimas palabras. Ya estando todo débil, masacrado y humillado, frente a todos sus enemigos, el número uno, entre todos ellos, le dio el último golpe de gracia, una estocada atravesando su pecho, su corazón, un golpe mortal que lo mato al instante, haciendo así, que su cuerpo cayera en el instante y que en su rostro una leve sonrisa se escapara de sus labios. Aquel hombre aun mantenía honor, e hizo que su muerte no fuera más humillante de lo que ya era. Haciendo presente tal acto, todos se retiraron y dejaron el cuerpo del capataz tendido en el suelo, y antes de irse, aquel hombre le hace una reverencia en señal de respeto, despedida, para así pronunciar sus últimas palabras al cuerpo ya sin vida.

"Estaremos esperando el momento de tu regreso, mi querido amigo, un regreso sin enfermedad alguna, complicación o desdicha de tu deseo por volver, pero la próxima vez, sin importa que, te matare dignamente y esa vez será nuestra última despedida y el adiós para siempre."

Una reencarnación vengativa.  (Gay/Yaoi) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora