hemos visto en una gran cantidad de películas donde se debe besar al sapo para convertirlo en príncipe tiene un pasado un poco más violento. Para que esto sucediera no alcanzaba con un beso, era necesario decapitar al sapo, quemarlo vivo o golpearlo con fuerza. Por suerte, como en los otros casos, alguien intervino y cambió esta historia, de lo contrario, sería un malísimo ejemplo que nadie se atrevería a llevar al cine.